LAS MENTIRAS QUE SE USARON PARA
DESTRUIR A YUGOSLAVIA
MANU
LEVIN
“Casi todas las
guerras de los últimos 50 años fueron resultado de las mentiras de los medios
de comunicación”
“La mayor patraña
de finales del siglo XX”. Así titularon Pierre Rimbert y Serge Halimi la pieza
que publicaron en Le Monde Diplomatique ahora hace 5 años, en abril de 2019,
cuando se cumplían 20 años de los bombardeos de la OTAN en Yugoslavia, en la
que analizaban los principales elementos de la propaganda otanista que sirvieron
para justificar aquella agresión militar.
En las guerras de Yugoslavia se utilizaron toneladas de propaganda por parte de todos los actores en conflicto; la hubo en los medios serbios, croatas, albaneses, bosnios… pero también en la prensa extranjera, en particular en los medios franceses, británicos, alemanes y estadounidenses. Y esto último es precisamente lo que analizan Rimbert y Halimi: la propaganda mediática en los países que promovieron las operaciones militares de la OTAN en Yugoslavia.
¿Os suena el ‘Plan
Potkova’ (el ‘Plan Herradura’, en español)? El ‘plan Potkova’, uno de los
principales argumentos que se esgrimieron para emprender aquellos bombardeos y
que fue calificado posteriormente por periodistas como “arquetipo de fake news
difundidas por los ejércitos occidentales y reproducidas por todos los grandes
periódicos europeos”, fue un documento que supuestamente demostraba que los
serbios tenían planeado y diseñado un plan de limpieza étnica en Kosovo,
mediante una especie de “envolvente”, de asedio sobre el terreno contra los
kosovares, que mostraba una forma de herradura —de ahí el nombre—.
Lo difundió el
ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, Joschka Fischer, de Los Verdes, el
7 de abril de 1999. Dos días después, el 9 de abril de aquel año, otro ministro
del gobierno alemán, el de Defensa, Rudolf Scharping (socialdemócrata), añadió
detalles macabros: aseguró que “los serbios cometen un genocidio”, “juegan al
fútbol con cabezas cortadas, descuartizan cadáveres, arrancan los fetos a las mujeres
embarazadas y los asan”. Bebés calcinados… ¿De qué nos suena esto? Berlín
pretendía así justificar, de cara asu propia población, la primera guerra
llevada a cabo por la Bundeswehr desde 1945.
Ese relato que puso
a circular el gobierno alemán fue ampliamente replicado en diversos medios de
comunicación de todo el continente. Por ejemplo, los franceses. El 20 de abril,
pocos días después de estas declaraciones, el canal de televisión francés TF1
informó de que los serbios habían matado a “entre 100.000 y 500.000 personas”.
Y volviendo al ‘plan herradura’, uno de los diarios que más participó en la
construcción del casus belli fue Le Monde, el principal diario de Francia, y
cuyo entonces director, Pierre Georges, llegó a reconocer abiertamente haber “tomado
partido a favor de la intervención [de la OTAN]”.En su portada del 8 de abril
de 1999, al día siguiente de que el ministro alemán Joschka Fischer se hiciera
un Collin Powell, Le Monde publicó la siguiente “información”, firmada por
Daniel Vernet: “El plan llamado ‘Herradura’ planeaba la deportación de
kosovares”. Este “plan del Gobierno de Belgrado explica detalladamente la
política de limpieza étnica llevada a cabo en Kosovo (…) su nombre en clave es
‘Herradura’, sin duda como símbolo de la acción de atenazar a la población
albanesa”. El plan “parece fuera de toda duda”, añadió Le Monde.
Y dos días después,
el 10 de abril del 99, Le Monde insiste en portada a toda página: “Cómo
Milosevic planeó la limpieza étnica”. “El plan serbio ‘Potkova’ planeó el éxodo
forzado de kosovares ya desde octubre de 1998”.
Le Monde llegó
incluso a reproducir literalmente palabra por palabra, sin mayores
comprobaciones, un argumentario entregado a los medios por el inspector general
del Ejército alemán.
Lo cierto, más allá
de que Milosevic fue muchas cosas pero no un angelito, es que el supuesto ‘plan
herradura’ nunca existió, era falso: tal y como se supo posteriormente y hoy
está ampliamente reconocido, fue una creación de los servicios de inteligencia
de Bulgaria (un Estado que por entonces hacía méritos para integrarse en la
OTAN), que entregaron a los alemanes. Esto lo reconoció la propia ex ministra
de Asuntos Exteriores de Bulgaria, Nadezhda Neynsky, muchos años después, en
2011. Dijo que su gobierno había entregado a Alemania “un informe no verificado
elaborado por su agencia militar”.
Neynsky lo
reconoció en 2011, pero ya en enero del año 2000 —en un número en el que
aparecía en portada por cierto un joven Vladimir Putin—, el semanario alemán
Der Spiegel había destapado la mentira del `plan herradura’. El 10 de enero, el
periodista Erich Follath publicó lo siguiente: “El 5 de abril recibí un
documento titulado «Operación Herradura» del Ministro de Asuntos Exteriores
Joschka Fischer, de fuentes fiables de inteligencia: las pruebas de la
expulsión sistemática del otoño de 1998 finalmente estaban ahí. Pero la fuente
del artículo es dudosa. Según supo Spiegel, el plan fue filtrado a los alemanes
por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Sofía y proviene de la cocina envenenada
del servicio secreto búlgaro: los búlgaros hicieron un esfuerzo especial para
estar más cerca de la OTAN y unirse pronto a la organización”.
Lo cierto es que
aquel documento fabricado debería haber despertado sospechas desde el
principio, porque ‘herradura’ se dice potkovica en serbio, no potkova.
Pero el falso ‘plan
herradura’ no fue el único ingrediente que formó parte de “la mayor patraña de
finales del siglo XX”.
Hubo otro
significante que se puso a circular para justificar aquellos bombardeos de la
OTAN: “Auschwitz”. Que en Serbia estaban incinerando miles de cuerpos en hornos
crematorios industriales como los que utilizaron los nazis para exterminar a
los judíos. El 7 de julio de 1999, el periódico británico The Daily Mirror
publicó que un ex minero, Hakif Isufi, había visto decenas de camiones entrar
en la mina durante la noche del 4 de junio y descargar bultos pesados. Dijo que
no podía distinguir qué eran los bultos. Pero el Mirror afirmó: “Lo que Hakif
vio fue uno de los actos más despreciables de la guerra de Milosevic: el
vertido masivo de cadáveres ejecutados en un intento desesperado por ocultar
las pruebas. Los investigadores de crímenes de guerra temen que hasta 1.000
cuerpos hayan sido incinerados en los hornos estilo Auschwitz de la mina con su
extenso laberinto de profundos pozos y túneles”. John Pilger, periodista
australiano, fue el primero en proponerse investigar esas afirmaciones, viajó a
Trepca, donde estaban esas minas, y el 15 de noviembre publicó sus conclusiones
en el New Statesman, en las que ya refutaba la mentira.
Pero fue sobre todo
otro periodista, Daniel Pearl, estadounidense, quien acabó de desactivar todo
aquel relato. El 31 de diciembre de 1999, Daniel Pearl —y también Robert
Block—, tras visitar Trepca, publicaron en la portada del Wall Street Journal:
“A pesar de los cuentos, la guerra en Kosovo fue salvaje, pero no genocidio”.
Bajo ese titular,
escribieron: “A finales del verano, las historias sobre una instalación de
eliminación de cadáveres similar a la nazi estaban tan difundidas que los
investigadores enviaron un equipo de tres hombres de la gendarmería francesa a
explorar media milla dentro de la mina para buscar cadáveres. No encontraron
ninguno. Otro equipo analizó las cenizas del horno. No encontraron dientes ni
otros signos de cuerpos quemados. En Kosovo la primavera pasada, las fuerzas
yugoslavas hicieron cosas atroces: expulsaron a miles de personas de etnia
albanesa, quemaron casas y cometieron ejecuciones sumarias. Bien podría ser
suficiente para justificar la campaña de bombardeos de la OTAN y la acusación
de crímenes de guerra al Presidente yugoslavo Slobodan Milosevic. Pero otras
acusaciones (asesinatos en masa indiscriminados, campos de violación,
crematorios, mutilación de los muertos) no han sido confirmadas en los seis
meses transcurridos desde que las tropas de la OTAN entraron en Kosovo. Los
nacionalistas albaneses, las organizaciones humanitarias, la OTAN y los medios
de comunicación se alimentaron mutuamente para dar credibilidad a los rumores
de genocidio”, concluía esta pieza del Wall Street Journal.
Y como aquella
guerra la emprendieron una serie de gobiernos “de izquierda” (los socialistas
de Francia, los socialdemócratas y los verdes de Alemania o los Demócratas de
Estados Unidos) y fue apoyada a su vez por gran parte de la derecha europea,
digamos que no hubo demasiados alicientes políticos para cuestionar aquellas
falsedades oficiales.
Como decía Julian Assange,
hoy preso por destapar las mentiras y los crímenes de guerra de los Estados
Unidos, “casi todas las guerras de los últimos 50 años fueron resultado de las
mentiras de los medios de comunicación”.
Este texto es una
adaptación del análisis de Manu Levin en La Base, puedes ver el episodio
completo aquí:
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