MANZANAS PODRIDAS
PABLO
HASÉL
Ante el enésimo escándalo de corrupción, pretenden vendernos que no existe impunidad con otra de sus tantas incesantes campañas de blanqueo. Que la corrupción es una anecdótica excepción inevitable y no la base de la dictadura del capital. Porque un sistema ultraindividualista desprovisto de valores, que se rige por el «tanto tienes, tanto vales» y donde la avaricia más psicópata ostenta el poder, crea las condiciones para que medren todo tipo de corruptelas. Por lo tanto, es lógico que hagan lo imposible para que como con cualquier otra lacra no se aborde la raíz del problema que demanda luchar por cambios profundos. Cosa que también señalaría a todos los «periodistas» mercenarios corrompidos hasta el tuétano para, valga la redundancia, perpetuar un régimen corrupto.
Está tan
normalizado el saqueo legal, el enriquecimiento a costa de la explotación o del
dinero público vía impuestos, que solo se habla de corrupción cuando hay un
robo extra, un chanchullo bajo manga. Como si no fuera corrupción forrarse
engañando con falsas promesas, derrochar millonadas en dispendios militares
para agresiones imperialistas junto a la OTAN dirigida por los EE.UU (que a su
vez tienen todo tipo de esbirros a sueldo en este Estado) y cobrar pastones del
pueblo para luego servir a los intereses de las grandes empresas enemigas de
nuestro bienestar que, además, a menudo los premian con favores de todo tipo.
El histórico y
consecuente dirigente comunista Fernando Hierro Chomón, comentó hace una década
en una entrevista que se habla poco de la corrupción del revisionismo y del
reformismo (*). Es decir, de aquellos oportunistas que diciéndose comunistas o
revolucionarios -o no- han traicionado todos los principios para ser una pata
más del régimen y que venden humo asegurando que se conquistarán grandes
mejoras por la vía electoral. Algo que tiene plena vigencia cuando en el
Gobierno actual hay miembros que dicen ser comunistas o que decían serlo hasta
hace dos días. Donde el PCE forma parte de Sumar. Esta evidente muestra de
corrupción que con razón Chomón apunta que debe denunciarse más, ha causado un
colosal perjuicio a la lucha popular, confundiendo, desmovilizando,
criminalizando y desmoralizando. Así que contribuye activamente a atrasar el
derrumbe de la «otra» corrupción que encima dicen combatir. Porque no se puede
luchar firmemente contra esta sosteniendo al Estado que la genera y aún menos
domesticándose a cambio de sueldazos y enchufes varios.
Lo mismo puede
decirse de los grandes chiringuitos sindicales al servicio de los explotadores
y de su opresión. Aún peor que las mafiosadas corruptas del PP y PSOE, es haber
vendido como los podemitas de turno que eran el cambio, que iban a asaltar los
cielos defendiendo con uñas y dientes a la clase trabajadora o que se opondrían
tajantemente a la represión, para luego hacer todo lo contrario. Siendo además
la muleta de un PSOE tan manchado de sucios tejemanejes más allá de su guerra
sucia. Cuanto más se vende uno y a más vende, mayor es la muestra de
corrupción.
De vez en cuando y
para fingir que no hay impunidad, algún político con extra de corrupción
descarada como Bárcenas, pisa la cárcel. Son chivos expiatorios que se emplean
para que la situación no estalle y evitar que sea aún más explícito que el
sistema la origina y ampara. Igual que utilizaron a Urdangarín para que no
pagara el resto de la familia real, se concentrara la culpa en él y propagar
que ni tipos con su caché salen de rositas. Pero la inmensa mayoría de
políticos, jueces o policías implicados, jamás pagan. Lo llaman Reino español
por no llamarlo el paraíso de la corrupción. Mientras tipejos como Griñán
condenados a prisión por saqueos multimillonarios junto a otros políticos del
PSOE, gastándose dinero para los parados en cocaína, prostitutas, banquetes y
otros lujos, no pisan la cárcel, se imponen cadenas perpetuas encubiertas a
revolucionarios que demuestran no corromperse ni ante la represión más feroz.
Un claro ejemplo -que por revelador hacen lo posible para que se desconozca- de
la catadura moral de este Estado que para colmo reparte lecciones de democracia
aquí y a lo largo y ancho del globo.
No se pueden
esperar más escrúpulos de quienes conocen los crímenes de toda índole y el inconmensurable
dolor que provocan sus políticas y aun así las reiteran, con una persecución
inquisidora contra quienes las denunciamos. Partiendo de esa base, solo el más
iluso puede creer que bajo este Estado es posible poner fin a la corrupción
instalada en todas las esferas. Es como plantear que se puede solucionar la
baja natalidad con precios desorbitados, largas jornadas laborales y ayudas
pírricas. O, en el caso de los reformistas manipulados por sus cúpulas
corruptas, que una herida inmensa que sangra abundantemente se puede curar con
una tirita. Supone obviar que la corrupción no es un fallo del capitalismo sino
que es inherente a este, porque el poder de la oligarquía no sería posible sin
corromper. Aún más en un régimen donde tras el golpe fascista se desarrollaron
especialmente las tramas mafiosas, que lejos de mitigarse se han perfeccionado.
Prueba fehaciente de ello es el brutal aumento de sus beneficios.
Quieren
convencernos de que -solo hay unas cuantas manzanas podridas, pero la realidad
-y por eso todo va como va- es que la cesta entera está putrefacta. Así que no
queda más solución que organizarnos para mandarla a tomar viento y construir
una nueva.
(*) Fernando Hierro
Chomón lo comenta en un fragmento de entrevista subida a YouTube, en el canal
de «Vigo contra la represión».
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