NO MIRES A AYUSO, MIRA A SUS MEDIOS
Que la
presidenta de Madrid mienta es lo esperable. Que lo hagan a coro decenas de
medios es el verdadero escándalo. Un peligro que deja a nuestra democracia
vendida como anciano en residencia madrileña
GERARDO
TECÉ
Cheque
regalo. / La Boca del Logo
A lo largo de la historia se han dado infinidad de casos de persecución política, pero ninguno de las características del que estos días sufre Isabel Díaz Ayuso. El método es inédito. Consiste en esperar a que el entorno de la presidenta madrileña se forre a base de turbios pelotazos para así dañar su imagen cuando esto se conozca. Más que política, podríamos decir que la persecución es económica, ya que el dinero persigue a Ayuso. Impotente, la presidenta madrileña observa de un tiempo a esta parte cómo rebosan las cuentas nada corrientes de sus padres, hermanos, parejas y amigos sin que ella –hija, hermana, novia y amiga de sus amigos– pueda hacer nada para evitarlo. Es lo que tiene desconocer o, como acuñó doña Cristina de Borbón, que no te conste. ¿O acaso sabe usted cómo se ganan la vida su pareja o su hermano? Habrá cotillas que sí, pero no es el caso de Isabel, que estos días anda justificando facturas falsas, millones en el banco, pisos de lujo y coches de alta gama que le caen del cielo como una maldición bíblica. Lo cual supone un grave daño a su carrera y confirma que el novedoso método de persecución funciona tan bien que habrá que revisar los clásicos del género persecutorio. El Coyote lleva una vida fracasando en su persecución al Correcaminos cuando la solución era tan simple como pedirle el IBAN e ingresarle unos milloncejos.
“Lo que han hecho
con Ayuso y su novio demuestra que el Gobierno es una mafia y Sánchez su capo”,
denunciaba desgarrado el candidato al Pulitzer 2024 Eduardo Inda. No ha sido el
único periodista de prestigio en darse cuenta del régimen de terror al que nos
enfrentamos tras la decisión de Hacienda de investigar facturas falsas por
valor de dos millones de euros. En la tele, el analista Risto Mejide informaba
a los espectadores de su programa del asunto apostando por la imparcialidad: ni
a favor ni en contra de que el novio se forre de manera ilícita. Eso sí,
señalaba a Moncloa. “Qué casualidad que esto salga ahora que el PSOE está
arrinconado con el caso Koldo, ¿verdad?”, sonreía a cámara Risto, con esa
mirada avispada y libre del que no es ni de izquierdas ni de derechas, mientras
Esperanza Aguirre asentía sentada en la mesa de debate. Si el método de
persecución es novedoso, no lo es menos esta dictadura sanchista en la que los
grandes medios se alinean con la Ayuso perseguida y alcanzada por la pasta.
En la COPE, don
Carlos Herrera, destilando esa elegancia del que sabe colocarse el pañuelo en
el bolsillo de la chaqueta, explicaba con voz engolada de qué iba todo este
asunto: “El Gobierno utiliza la Agencia Tributaria en beneficio propio, como
una mafia, porque odian a Ayuso”, despejando así las dudas de los oyentes que
quizá se sintieran confusos frente al hecho de que la presidenta madrileña viva
a día de hoy en un piso valorado en un millón de euros propiedad de un técnico
sanitario que conduce un Maserati. El diario El Mundo, entendiendo que no
estamos ante un escándalo de las dimensiones de aquel en el que el bebé de
Irene Montero era sujetado en brazos durante un mitin por una trabajadora del
Ministerio, ha decidido darle perfil bajo al tema. Esteban Urreiztieta,
subdirector del periódico, porta a estas horas en su cuenta de Twitter la
tremenda medalla que supone para un periodista que los usuarios de la red hayan
denunciado que ha vertido información falsa sobre el intercambio de mails entre
el novio y Hacienda. A pesar de que está demostrado que fue la pareja de Ayuso
quien le propuso a la Agencia Tributaria negociar tras ser descubiertos sus
delitos, la información errónea del subdirector de El Mundo, en la que sugiere
un chantaje de Hacienda contra el pobre ciudadano, sigue publicada.
La lista de medios
y periodistas que salen en defensa del clan Ayuso es interminable. Tanto como
lo son las jugosas subvenciones vía publicidad institucional que un poderoso
grupo de medios recibe por parte de la Comunidad de Madrid. Si mañana el
Maserati del clan Ayuso atropellase a alguien en un paso de cebra, se le caería
el pelo al operario que pintó las líneas en el lugar equivocado. Que la
presidenta de la Comunidad de Madrid mienta públicamente y trate de manipular a
la opinión pública es lo esperable y lo humano, dadas las circunstancias. Que
lo hagan a coro decenas de medios de comunicación es el verdadero escándalo. Un
peligro que deja a nuestra democracia vendida como anciano en residencia
madrileña.
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