PANORÁMICA DE UN IGNORANTE
CARLA BERROCAL
El líder del Partido
Popular, Pablo Casado (d), interviene durante la sesión de control al Gobierno
celebrada este miércoles en el Congreso de los Diputados. EFE/Chema Moya
Viñeta 1. Plano
panorámico del Congreso de los diputados. Una figura con barba está hablando
efusivamente, se trata de Pablo Casado, dirigente del PP. Se dirige al
presidente. Su voz resuena entre los murmullos de sus señorías.
CASADO
...prometió empleo para los jóvenes, pero se limita a comprar su voto con bonos peronistas para comprar videojuegos y cómics.
El Señor Casado ha
vuelto a dar una lección de desprecio a los tebeos. Entre sus palabras, un
mensaje claro: gastarse dinero en cómics no es ayudar a la cultura. En
definitiva, para el Señor Casado el cómic no es cultura, es una herramienta que
utiliza el gobierno para comprar el voto joven. Onomatopeya.
Yo no sé qué leería
el Señor Casado de joven, probablemente y por lo beato la Biblia, pero en mi
caso, la adolescencia me maltrató bastante y me refugié en los tebeos. La
muerte de mi prima Pamela por culpa de un cáncer hizo que me sumiera en
distintos mundos, a cualquiera menos al real. Lo único que deseaba era aliviar
la enorme tristeza con la que vivía a los trece años.
Thank you for
watching
Así que el plano
detalle de esa época se compone de mis manos sosteniendo un cómic. Empecé
recorriendo el mundo pasando por una aldea gala, más adelante llegaría la
testosterona de los superhéroes y acabé compaginándolos por los triángulos
amorosos del cómic japonés que empezaba a asomar en los 90 y que volvió loca a
toda mi generación.
No recuerdo un mal
momento con un tebeo, la verdad. Aquello siempre me hizo la adolescencia más
fácil. Por ejemplo, recuerdo que para mí la mejor navidad de mi vida fue una en
la que mis padres me regalaron más de veinte números de la serie roja de Dragon
Ball. Eso era lectura para muchos días y alimentaba también mis horas de
afición al dibujo. Copiaba y copiaba de forma compulsiva a muchísimos dibujantes.
Entre mis primeros maestros estaban Akira Toriyama, Cels Piñol, Fontanarrosa y
Bisley.
Un bocadillo sale
de la boca de mi padre. Me dice: seguro que hay tiendas especializadas. Así fue
como entré por primera vez en una tienda sólo de tebeos. El olor a papel, a
tinta… Rebuscaba sin saber muy bien qué llevarme. Primer plano de mi cara, que
rehuía tímidamente de la mirada del tendero. Otro plano detalle: mi mano se
desliza entre los cajones llenos de revistas sueltas embolsadas en plástico. Al
fin doy con algo que no sé por qué me llama la atención. Plano medio: un
personaje de perfil aguileño, traje blanco y corbata roja sostiene una pistola
en su mano. La verdad es que siempre he sentido debilidad por las narices
aguileñas y las pistolas, así que me lo llevé a casa. Era Luca Torelli, alias
Torpedo, el mítico gangster de Bernet y Abulí. Las historias más tenebrosas y
las mujeres más bellas aparecían en sus páginas. Misoginia pura que bebía a
manos llenas, pero que me excitaban secretamente. En realidad todo aquello era
mucho más interesante que los anodinos flirteos que mis compañeras tenían con
los chicos en la plaza.
Plano entero: un
Lobezno herido sostiene a Jean Grey a punto de caer del Blackbird. Viví miles
de vidas con los cómics, sufrí con el desamor de Logan por Jean Grey, de la que
yo también estaba enamorada. Descubrí que tenía similitudes con los mutantes de
la Patrulla X. Ellos se tenían que ocultar continuamente, como yo. Tenía que
ocultarme porque algo raro tenía dentro. Era lesbiana. Y lo supe por los
cómics.
Los cómics me han
acompañado a lo largo de mi vida y a día de hoy puedo afirmar que he
reflexionado más leyendo Fénix de Osamu Tezuka o La educación de Palmira de
Nuria Pompeia que con obras que el canon cultural considera que es CULTURA,
así, con mayúsculas. Toda mi vida, primero como lectora y luego como autora, he
tenido que pelearme por legitimar una forma artística que ha sido
sistemáticamente denostada, maltratada e infantilizada por personas como Pablo
Casado, quién representa el canon rancio de una cultura. Una cultura. Sólo una,
que no es ni grande, ni libre ni diversa.
Plano Panorámico de
una estantería llena. En ella podemos encontrar tebeos de Genie Espinosa, Ryoko
Ikeda o Alberto Breccia. Libros de Daphne Du Maurier, Jaime Rodríguez, Pedro
Lemebel, William Deresiewicz o Maria Luisa Bombal. También hay algunos discos e
incluso alguna obra de teatro. Videojuegos también, por supuesto. Películas. Y
Arte. Mucho arte.
Todo cabe en una
buena estantería.
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