CLARA CAMPOAMOR Y SU VICTORIA HISTÓRICA
POR MAITÉ CAMPILLO
¿Tiempo de mujeres o Tiempo de lucha?¡Luchar, siempre luchar! (De Clara Campoamor estoy hablando): Por levantar la voz y abrir camino; por su república, siempre república; por su implacable batalla intelectual proletaria enraizada y su vuelo perseguido enramado en la libertad; por asentar tantas batallas certeras al nazifascismo responsable de las desapariciones físicas y exilio. ¡¡República!! (siempre república) De obreros y campesinos entroncados en las culturas implicadas de todos los pueblos sobre las vías de la revolución.
La España de curas y sacristía pudo
tener reinas pero no sufragistas
A la impulsora
histórica del derecho al voto de la mujer que unió a su sed de conocimientos y
justicia. La de he trabajado para que en este país los hombres encuentren a las
mujeres en todas las partes y no sólo donde ellos vayan a buscarlas. Tenaz
hasta consigo misma no se rindió ni cesaron ahí sus aspiraciones, supo lo que
era sentir y amar una familia modesta, trabajar y compartir agitando derechos y
conciencia, vivir la marginación en carne propia sin cacarear mediáticos
intereses ajenos a sus principios, en lo profesional enfrenta todo tipo de
vejaciones, opiniones y vulgaridades, trabajó como profesora de taquigrafía (y
en algunos medios de la época), aprueba oposiciones al cuerpo de Telégrafos y,
en 1920, con 32 años inicia los estudios de bachillerato, no se quedó ahí
avanzó más, férrea contra la desigualdad se convierte en una de las primeras
mujeres abogadas de la época. Nace en Madrid un 12 de febrero d`1888 (hace 133
años) y, tras el golpe de estado franquista se exilia detestando una vez más la
vuelta de la España de curas y sacristanes del oscurantismo histórico contra la
mujer. Tras su salida viaja por Europa y América (Argentina). Finalmente se
establece en Suiza donde muere en 1972 en Lausana. La he admirado por su
entereza, bravura y culto desafío ajeno al silencio de los corderos y cacarear
estéril desde que tomé conciencia de su existencia. Si hay una mujer que
represente la dignidad de la mujer trabajadora arriesgando hasta la extenuación
en tiempos sombríos y tenebrosos como lo fue el primer periodo de la II
República, sin duda, fue Clara Campoamor. Porque hay que ser muy valiente y
culta para lidiar con más de 200 machos ibéricos (de la época) para que una
mujer pudiera aunque no más llegar a votar. Junto a Victoria Kent luchó por los
derechos fundamentales de la mujer, que en general vivían en un estado medieval
a rodillas del amo, del cura y del marido. Fueron las primeras mujeres en
colegiarse en el Colegio de Abogados de Madrid, en 1925, y en ser elegidas
Diputadas. Al proclamarse la República, diputada por el Partido Radical, forma
parte de la comisión de 21 diputados que confeccionó la Constitución
republicana donde peleó hasta conseguir el voto ¿femenino?, o ¿sufragio
universal? ¿Dónde quedaría el asentamiento científico como abogada y política
si no, dónde la lógica igualdad en derechos civiles, que discriminaba
encasillando a la esclavitud a la mujer, que tanto denunció?… Qué manera el
fascismo vivo y coleante, con sus medios democráticos hoy, y a estas alturas,
de interpretar, despolitizar, encubrir, tergiversar derechos, vulgarizar a la
mujer, a un talento como el de Clara Campoamor.
Fiel representante
de la República, creía en la libertad, abanderó la justicia del pueblo y para
el pueblo, y no aplazó por ninguna razón luchar contra la dictadura de Primo de
Rivera, contra la monarquía y los falsos socialistas -que por hipocresía de
intereses puntuales- la apoyaron. Era además de culta, muy inteligente, una de
las tres primeras diputadas de la historia junto a Victoria Kent y Margarita
Nelken, elegidas en las elecciones de 1931; en que el 14 de abril, vive una
jornada particular, la instauración de la II República. Se trata de la gran
batalla de la intelectualidad incondicional, de los apasionados discursos
viscerales sin tartamudear ni vacilar banalidades, en definitiva, de saber
encuadrar las ideas en época puntal de cambios, de asentar principios básicos
inquebrantables, pilares fundamentales como el derecho al trabajo, a la
educación, y también, de los negados derechos a la mujer enfrentados que
encuentra una fanática oposición antagónica en las fuerzas reaccionarias de la
España pedante de rufianes ancestrales, indignante e impresentable, en la que
la mujer podía y debía trabajar de sol a sol en el campo, en fábricas lúgubres
y peligrosas además de obligada a responder a las faenas extras designadas sólo
a la mujer, alimentar y cuidar a los hijxs, limpiar la casa, hacer comida para
toda la familia, cuidar de los padres de ambos cuando ellos no podían por si
mismos, y también al antojo, ella y sus hijas, del señorito si así lo decidía y
apetecía proliferando hijos no reconocidos. Pero… ¡No podían votar! (Eran
inútiles para eso como para exigir derechos laborales) ¡Solo eran mujeres… nada
más! Gracias a su cordura, a su férreo tesón y coherencia frente a la Cámara de
diputados donde abundaba ‘el señorito que solo quería verlas donde las iba a
buscar’. El 1 de octubre de 1931 (hace 90 años) las Cortes Constituyentes de la
II República aprueban el derecho al voto de la mujer. Curas y monjas trinaron
cantos, no al cielo, sino al infierno en tierra despotricando contra demonios y
diablas encabritadas. La lucha de clases andaba a flor de piel. Clara Campoamor
y Victoria Kent tuvieron sus encontronazos y contradicciones políticas. Por
primera vez en un hemiciclo llenito de hombres (y muy machos) que por muy
republicanos que se tildaran en muchos conceptos sociales eran conservadores,
con posiciones hasta reaccionarias, los había incluso fascistas.
Ahondemos en esta
jornada tan particular de historia en la que el diputado Hilario Ayuso, del
Partido Republicano, propone una enmienda por la que los varones podrían votar
a los 23 años, y la mujer, desde los ¡¡45!! O sea, que hasta los 45 años según
él, la mujer era una inútil empedernida sin luces para votar, pero no para
trabajar, parir y aguantar abusos de poder ¡Por eso no fue apartada del
‘paraíso como Eva’… había sido domada… y tenían que preservarlo!!! (Para eso y
más, era más que necesaria, una criada útil imprescindible, a utilizar a la
carta). Tras el “lumbreras” de Hilario Ayuso, intervino el refinado Rafael
Guerra del Partido Republicano Radical (uno de su mismo partido) `para advertir
antes de que fuera demasiado tarde sobre los peligros que entraña el voto de la
mujer´. Intervino igualmente Victoria Kent del Partido Republicano Radical
Socialista (primero: uno del Partido Republicano (a secas) Segundo: otro del
Partido Republicano (pero ya Radical) Tercera: Victoria Kent que ya además de
republicana y radical (era socialista) que acorde con ellos igualmente pidió
que se aplazara la concesión del voto, por eso de que la mujer, no estaba
preparada como para votar responsablemente por la influencia de la iglesia
católica, lo que perjudicaría a los partidos de izquierda (¡!) A la que
responde Clara Campoamor supongo a su vez contrariada de asombro ante la
actitud inesperada de su compañera pero siempre optimista, segura, brillante y
audaz:
<<Precisamente
porque la República me importa tanto, entiendo que sería un gravísimo error
político apartar a la mujer del derecho al voto. Yo soy diputada por la
provincia de Madrid; la he recorrido, no solo en cumplimiento de mi deber, sino
por cariño, y muchas veces, siempre, he visto que a los actos públicos acudía
una concurrencia muy superior a la del hombre, y he visto en los ojos de esas
mujeres la esperanza de redención, he visto el deseo de ayudar a la República,
he visto la pasión y la emoción que ponen en sus ideales. La mujer espera hoy
de la República la redención suya y la redención del hijo. No cometáis un error
histórico que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar al dejar al margen
de la República a la mujer, que representa una fuerza nueva, una fuerza joven…
Que está anhelante a si misma la frase de Humboldt, de que la única manera de
madurarse para el ejercicio de la libertad y de hacerla accesible a todos, es
caminar dentro de ella. Respecto a la serie de afirmaciones que se han hecho
esta tarde contra el voto de la mujer, he de decir, con toda la consideración
necesaria, que no están apoyadas en la realidad. Tomemos al azar algunas de
ellas ¿Que cuándo las mujeres se han levantado para protestar de la guerra de
Marruecos? Primero: ¿y por qué no los hombres? Segundo: ¿quién protestó y se
levantó en Zaragoza cuando la guerra de Cuba más que las mujeres? ¿Quién nutrió
la manifestación pro responsabilidades del Ateneo, con motivo del desastre de
Annual, más que las mujeres, que iban en mayor número que los hombres? ¡Las
mujeres! ¿Cómo puede decirse que cuando las mujeres den señales de vida por la
República se les concederá como premio el derecho a votar? ¿Es que no han
luchado las mujeres por la República? ¿Es que al hablar con elogio de las mujeres
obreras y de las mujeres universitarias no está cantando su capacidad? ¡Dejad
que la mujer se manifieste como es, para conocerla y para juzgarla; respetad su
derecho como ser humano! El hombre no tiene derecho natural para poner al
margen a la mujer ¡La libertad se aprende ejerciéndola! Señores diputados…
Lejos yo de censurar ni de atacar las manifestaciones de mi colega Victoria
Kent, comprendo, por el contrario, la tortura de su espíritu al haberse visto
hoy en trance de negar la capacidad inicial de la mujer: “Creo que por su
pensamiento ha debido de pasar, en alguna forma, la amarga frase de Anatole
France cuando nos habla de aquellos socialistas que, forzados por la necesidad,
iban al Parlamento a legislar contra los suyos”. No se trata aquí esta cuestión
desde el punto de vista del principio, que harto claro está, y en vuestras
conciencias repercute, que es un problema de ética, de pura ética reconocer a
la mujer, ser humano, todos sus derechos, porque ya desde Fitche, en 1796, se
ha aceptado, en principio también, el postulado de que sólo aquel que no
considere a la mujer un ser humano es capaz de afirmar que todos los derechos
del hombre y del ciudadano no deben ser los mismos para la mujer que para el
hombre>>.
Ya ven cómo y de
que manera la situación era tensa en aroma a iglesia e incienso militar, y
caciques donde el señorito de la pequeña e incluso media burguesía eran su
mascota. Las contradicciones afloraban y fluyen tirantes por doquier, y de como
la burguesía, sin pudor alguno, tomaba posiciones claras de derecha (y la
derecha, cada vez más fascista) sumándose al bloque antimujer incluidos muchos
de sus compañeros del partido, que empezaron a acusarla de ser demasiado
beligerante ¡Cuando solo a través de su firmeza y claridad intelectual obtuvo
como diputada sus más sustanciales logros con el respaldo, circunstancial, de
la mayoría de los socialistas y diputados de la derecha para obtener el
sufragio (‘femenino’), y con el de los socialistas para obtener la legalización
del divorcio!!! Ambos objetivos peleados como un… <<Deber indeclinable de
mujer que no puede traicionar a su sexo, si, como yo, se juzga capaz de
actuación, a virtud de un sentimiento sencillo y de una idea clara que rechazan
por igual: la hipótesis de constituir un ente excepcional, fenomenal;
merecedor, por excepción entre las otras, de inmiscuirse en funciones
privativas del varón, y el salvoconducto de la hetaira griega, a quien se
perdonara cultura e intervención a cambio de mezclar el comercio del sexo con
el espíritu>>. Su gran personalidad en perfil inquebrantable “demasiado
beligerante” frente al ogro de barba y pantalón, supo renacer como manantial
humano y fuente de inspiración lúcida sin parangón en la historia. Sigamos el
hilo de su discurso de cuando la propia Victoria Kent pidió que se aplazara la
concesión del voto a la mujer:
<<En el
Parlamento francés, en 1848, Victor Considerant se levantó para decir que una
Constitución que concede el voto al mendigo, al doméstico y al analfabeto -que
en España existe- no puede negárselo a la mujer. No es desde el punto de vista
del principio, es desde el temor que aquí se ha expuesto, fuera del ámbito del
principio -cosa dolorosa para una abogada-, como se puede venir a discutir el
derecho de la mujer a que sea reconocido en la Constitución el de sufragio. Y
desde el punto de vista práctico, utilitario, ¿de qué acusáis a la mujer? ¿Es
de ignorancia? Otra cosa, además, al varón que ha de votar. No olvidéis que no
sois hijos de varón tan sólo, sino que se reúne en vosotros el producto de los
dos sexos aunque no queráis y si por acaso admitís la incapacidad ‘femenina’
votáis con la mitad de vuestro ser incapaz. Yo y todas las mujeres a quienes
represento queremos votar con nuestra mitad ‘masculina’ porque no hay
degeneración de sexos, porque todos somos hijos de hombre y mujer y recibimos
por igual las dos partes de nuestro ser. Somos producto de dos seres; no hay
incapacidad posible de vosotros a mí, ni de mí a vosotros>>.
Partiendo de esta
amplia amalgama de intereses políticos existentes entre las diferentes clases y
sectores sociales del pueblo, es evidente que la tarea impostergable,
prioritaria, fue la estrategia utilizada por Clara Campoamor, la de forjar la
unidad popular por la República (en el terreno de la lucha política) entorno a
la libertad y justicia, que pasaba por los derechos específicos del momento
sobre la mujer, derechos sociales, a la sanidad, enseñanza y trabajo. En mi
opinión fueron declaraciones y argumentos que nada ayudaban al empoderamiento
de la mujer en unos momentos en que más se requería la unidad contra los hilos
ocultos que afirmaban “que el voto de la mujer podía ir a parar a los partidos
conservadores”; teóricamente, al parecer, se basaban en que un grupo de
católicas acababa de entregar un millón y medio de firmas al presidente de las
Cortes pidiendo «se respetaran los derechos de la Iglesia en la Constitución»
¡ABERRANTE ATREVIMIENTO! ¡BARBARO!! ¿“Un millón y medio de firmas” (poco
creíble) para dar entender que sólo los hombres estaban preparados para votar
«por el hecho de haber nacido hombres» ¿Preparados a votar a quién, acaso más
de la mitad de los representantes no votaba a las derechas? ¿A qué en realidad
se oponían y tenían miedo? ¡¡Noooo!! ¡No fue por dar el voto a la mujer que se
perdieron las elecciones! La culpa de que “la izquierda”, perdiera las
elecciones de 1933, no fue de Clara Campoamor por defender con todas las
consecuencias el sufragio universal ¡NO!!! ¡La culpa la tuvieron los partidos,
y los sindicatos, que dejaron las zonas rurales y obreras con más atraso, en
manos de quienes siempre ejercieron sobre ellxs su poder de explotación,
sumisión, de analfabetismo y opresión donde la mujer valía menos que el huevo
de la gallina del ‘Señorito’ y patrón! ¡¡Claro que puedes perder!! Pero también
ganar, bueno, ganar… si ganas, más tarde que temprano si la izquierda en verdad
es izquierda y no un engendro mediático darán sin lugar a duda un golpe de
estado y volver a empezar ¡Nooooo… la culpa no fue de Clara Campoamor!!! Por
una sencilla razón, la de 1931, no fue una República Popular, en el que un
movimiento auténticamente revolucionario toma el poder por las armas ni mucho
menos había instaurado la dictadura del proletariado, ni siquiera una auténtica
democracia si eso es posible sin revolución (pues para tal referencia ‘España
es la mejor’ como botón de muestra). La de 1931, fue una clara maniobra que
predecía el dicho <<Revolución o Muerte>> Masacraron la
insurrección de Asturies de 1934, cuyo objetivo, era la revolución de clase, el
relevar por la fuerza al gobierno republicano en manos de las derechas (por
igual ‘divididas’ en distintas tendencias como hoy bajo mismos intereses) y
establecer un régimen socialista que beneficiara a la alianza obrero-campesina
y demás capas populares (donde prácticamente en todas las ciudades y pueblos de
la comunidad asturiana se producen conatos y movimientos de protesta y
ocupación para iniciar el avance hacia Madrid). Desde el principio cogió las
riendas la decadente burguesía junto a amplios sectores fascistas, ante un PSOE
timorato con aspecto cobarde, un PCE, aún por ver, poco bregado entre el
proletariado y campesinado, un movimiento anarquista fuerte sindicalmente pero
poco coordinado en lo político hizo, que hasta las elecciones de febrero de
1936, y ya con un Frente Popular, consiguiera por fin ganar el poder político
en las urnas. Donde las mujeres en general -republicanas, comunistas, de las
juventudes socialistas, como muchas anarquistas- tuvieron el valor y el coraje
de combatir y participar en todos los frentes de lucha perdiendo la vida en
muchos de los casos. Recordemos de cuando las expresas evocaron las cárceles de
Franco en la presentación del libro de Juana Doña ‘Desde la noche y la niebla’:
“Las mujeres en la resistencia no fueron colaboradoras de los hombres
(dijeron), sino protagonistas, y en los muchos años de cárcel que hemos
padecido, por igual nos la jugábamos allí dentro”.
(En la foto, Azaña,
Clara Campoamor, Valle-Inclán…) El Congreso de la II República aprueba la nueva
Constitución y modifica el ordenamiento jurídico con la participación clave de
las dos eminentes diputadas ambas juristas (Clara Campoamor forma parte de la
comisión que redacta la Constitución). En los meses previos a la aprobación del
voto de la mujer las Cortes Constituyentes modifican la legislación ordinaria y
cambian normativas jurídicas, como la vinculada a los jurados populares, donde
no podía participar la mujer. Admitida en el Colegio de Abogados de Madrid,
despliega una intensa actividad política en el seno de la Academia de
Jurisprudencia. Tras la rebelión de Ángel García Hernández y Fermín Galán, en
Jaca, y proceso contra el Comité Revolucionario, es ella la que asume la
defensa de algunos de los implicados entre los que se encuentra su propio
hermano (Pero Acción Republicana no quiere que esa mujer que tanto prestigia
sus filas, encabece ninguna lista, por lo que acepta la propuesta del Partido
Radical de Lerroux). El 28 de junio de 1931 se celebran elecciones y es elegida
diputada por Madrid; de su parte tiene un sector importante de la prensa entre
varias emisoras de radio que la apoyan, grupos de intelectuales y sufragistas,
diputados de su partido, y sobre todo, a sus compañerxs del Cuerpo de
Telégrafos que la han elegido representante en el Sindicato de Telégrafos. Un
mes después las nuevas Cortes Constituyentes incluyen a Clara en la Comisión
Constitucional junto a 20 diputados más, donde apostó fuerte por la no
discriminación de la mujer por razón de sexo así como la igualdad legal de los
hijos habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y el sufragio
universal. El que se aprueba por 161 votos contra 121. Cuando en 1933 se
celebran nuevas elecciones legislativas, las primeras en las que la mujer vota,
pierde el escaño (En junio de 1936 publica “El voto femenino y yo. Mi pecado
mortal”). Cuando estalla el golpe militar Clara Campoamor vive en Madrid; parte
rumbo al exilio. En 1937 publicó, La Revolución española vista por una
republicana, y un año después, se traslada a Buenos Aires donde se gana la vida
traduciendo y escribiendo biografías como la de Concepción Arenal y Francisco
de Quevedo, entre otras. En 1955, tras unos importantes años de su vida allá se
produce el golpe de estado en Argentina, y vuelve a dar un vuelco de noventa
grados su vida que parecía estabilizarse. Regresa a Europa y se exilia en
Lausana donde empieza a trabajar y colaborar en un despacho como abogada
vinculada a varios foros internacionales.
(Y llegamos al hoy)
Donde meses atrás en el Estado español surgió una voz entre las organizaciones
no asistentes al degradante montaje gubernamental presidido por la reina -en
pretexto de homenajear a la sufragista- ¿Para mejor utilizar a la líder de la
victoria histórica carente el poder de sabiduría y cultura propia para seguir blanqueando
su España monarcofascista? Fue una voz claramente crítica, sin titubeos, la del
portavoz de ERC (Esquerra Republicana de Catalunya), Gabriel Rufián, el que
señaló refiriéndose a la reina no estar de acuerdo con: “La representante de
una institución tan corrupta, antidemocrática, reaccionaria, antifeminista, y a
la que no vota nadie, se atreva a querer representar el espíritu y la figura de
una persona, de una mujer, tan extraordinaria como Clara Campoamor que
consiguió y defendió cosas tan extraordinarias en tiempos tan
extraordinariamente difíciles”. Dicen que si el primer atrevimiento oficial a
‘homenajear a Clara Campoamor’, al que junto a Unidas Podemos asistió todo el
gran abanico centro-ultraderecha parlamentaria ¿Se reconoce con ello oficialmente
o se sigue sin reconocer el gran combate de Campoamor ganado a los cabestros
históricos de la opresión de la mujer? Pues decir pudiera tanto como no decir
nada en la España que sigue triunfando (encarnada en lo más arcaico de la
historia), el que haya placas, esculturas, homenajes para engaño de “inocentes”
o asociaciones en su nombre. El fascismo, de hoy, que nada tiene que envidiar
al de ayer, los y las utiliza porque nada tiene que ofrecer desde su guarida al
mundo exterior en perfil de la mínima decencia, por donde ensanchan y ceban a
los responsables directos e indirectos de las raíces cortadas ¿Cómo ocultar el
escándalo que en algunos escritores ha producido comprobar la realidad de los
hechos ocurridos a la chita callando, en cuanto a la maniobra jugada como un
fin en sí carente de escrúpulo, sobre el traslado de sus restos, si no tomando
conciencia del deforme secretismo llevado acabo sobre ‘La mujer olvidada’?
Hechos cuanto menos perplejos de una falta de sensibilidad deslumbrante, con
nocturnidad y alevosía, lo que ha producido en muchos sectores un amargo sabor
y malestar lo que más pareciera una conspiración, con más rollo que película,
el retazo del “rapto”, contado en los templos de los medios oficiales junto a
la ofrenda del Presidente del gobierno de la monarquía y su bandera, la que
provocó su exilio y derramamiento de sangre. Restos traídos no se de qué
manera, de Suiza, desviándolos a Donosti (Euskal Herria) al panteón de una
familia ‘catalana’ pudiente que al parecer se ofreció… ¿Para que no fueran
tirados a la fosa común de los desechos? ¡BARBARO!! ¿Ocurrirá lo mismo, estando
en la misma situación, con el elegido dos veces Ministro de Estado y Comisario
General del ejército de la República, Álvarez del Vayo (el que fuera años
después Presidente del FRAP) en su tiempo expulsado (por rojo) del PSOE, muerto
en 1975 en el exilio en la misma Suiza, o lo difuminarán por igual, entre
panteones de familias pudientes vascas o catalanas? ¡No vayan a tomar excesivo
protagonismo!!! Si les hacemos “el favor de donarles” de nuestros impuestos al
Estado a ambos (junto a los eminentes poetas y docentes de la República, a los
líderes revolucionarios de antes y después de muchos desaparecidos de la
historia y del derecho a su identidad propia) y ya libres de las garras de los
verdugos y poderes fácticos que alimentan los mismos intereses… (¡NO!) ¡Mejor
haremos parques muchos parques!!! La ruta de los poetas de la República, de los
líderes del pueblo campesino y obrero, de los docentes, científicos, escritores…
¡Pulmón ecológico parques de vida y de historia oculta!!! En que quepan los
encuentros con sus monumentales pregones y textos literarios, libros de vida y
desafío de cada uno, de cada una, como una espectacular coreografía merecida
por sus grandes obras ¿Acaso no serían más vitales nuestros encuentros y
tertulias literarias? Lecturas sobre sus textos e hileras de parques por todas
las ciudades y pueblos donde nacieron y donde no nacieron también donde poder
vibrar al roce de sus encantos. Parqués donde estar de pié y sentados unos y
otras entre flores y bancos, parques, y bajo nuestros pies la verde hierba
cubriendo entre aromáticas enredaderas abiertxs a los pueblos que no les
olvida. Parques idílicos fértiles de la historia que les apuntala como naturaleza
humana con su antifascismo portador de vientos de libertad.
Maité Campillo
(actriz y directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)
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