LA
BANDERA NACIONAL CANARIA HOY
FRANCISCO JAVIER GONZÁLEZ
Los canarios tuvimos banderas propias al enfrentarnos a la conquista española. En el Museo Militar de Tenerife se conservan los restos de tres "añepas" de palma tejida que, probablemente, los guanches de Taoro llevaban cuando derrotaron a las tropas invasoras españolas en la sangrienta batalla de Acentejo y, posteriormente, en la del lomo de San Roque donde los españoles decapitaron a Tinguaro. Estas añepas, que no fueron conquistadas en lucha y que se conservaban en el Museo Municipal de Santa Cruz de Tenerife hasta que alguna mano, con aviesa intención histórica o, aún peor, por simple estulticia, cedió a los militares españoles, no eran aún "nacionales" por la sencilla razón de que la Nación Canaria nace después de su uso glorioso por el guanche.
Desde luego es cierto que la violencia
es la partera de la historia…...y de las naciones, y fue la violencia máxima de
la guerra de conquista española de esta tierra nuestra, a lo largo de todo un
siglo, y su terrible secuela de esclavitud primero y dominio colonial después,
la que forjó el nacimiento de la Nación Canaria al unificar todas nuestras
islas bajo el yugo español. Recuerdo que, hace bastantes años, en un acto en el
Club Prensa Canaria de Las Palmas, un compañero, Antonio Quintero, expresó su
opinión de que la lucha por la independencia de Canarias comenzó cuando un
guanche tumbó de una pedrada los dientes a un español y le contesté que no, que
eso solo había sido un episodio de la lucha de nuestros antepasados contra la
invasión española pero que la lucha independentista comienza cuando ese pueblo
oprimido, invadido y esclavizado, toma conciencia de ello, de la diferencia
entre el colonizador y el colonizado y se rebela. La Rebelión de los Gomeros o
la de Ichasaguas son ya episodios que marcan el nacimiento de la nación y de su
lucha de liberación.
Por lo tanto, solo las banderas -y las
luchas- nacidas después de la colonización y en respuesta a la misma tienen
carácter nacional. Ese carácter de lucha por la independencia la tuvo la
bandera que en 1907 se izó por primera vez en el Ateneo de Aguere y luego en
los centros canarios en la Cuba ya libre del dominio español. Es la azul con
las siete estrellas blancas que a partir de 1924 adopta el PNC como enseña de
la lucha libertaria canaria que, aquí, en el interior de la patria, sería
masacrada por el franquismo español. También serían "banderas
nacionales" las que usó por los años 50 el Movimiento por la Independencia
de Canarias, el MIC, en Venezuela, izada en algunos petroleros de la Gran Colombiana
junto a la venezolana, o la que se diseñó para la RIA en los sesenta en una
pensión estudiantil de la calle Bencomo en Aguere, con sus estrellas rojas,
como nacional también fue la que confeccionaron recortando y pegando tiras
blancas, azules y amarillas en su domicilio de la Calle Peregrina Dª Mª del
Carmen Sarmiento y sus hijos Arturo y Jesús Cantero y rotularon con las letras
CL de "Canarias Libre" para las fiestas del Pino del 61. Todas ellas
eran banderas nacionales por simbolizar la lucha de nuestro pueblo por su
independencia, pero es con la fundación del MPAIAC en Argel, el 22 de octubre
de 1964, cuando nace, no UNA bandera nacional más, sino LA bandera nacional
que, desde entonces, los independentistas hemos enarbolado orgullosamente y que
nuestro pueblo, en general, ha ido asumiendo como única propia y usando en
todas las luchas populares.
Es a partir de las postrimerías del
franquismo y sobre todo en esos puntos de inflexión históricos que fueron los
años 75 y 76, en que la lucha nacional toma nuevo y vigoroso incremento, cuando
nuestra bandera, con toda su carga política, sale a la calle, al conocimiento
de todos los canarios. Se empieza a popularizar su conocimiento apenas diez
días después de la muerte del dictador español Francisco Franco, cuando el 2 de
diciembre de 1975 comienzan en Argel las emisiones de "La Voz de Canarias
Libre. De las ondas pasó a la calle. Recuerdo que las primeras se colocaron en
Tenerife en puentes de la autopista S/C-Laguna y que, para que duraran, se les
habían adosado falsos artefactos explosivos de velas de cera pintadas de
canelo. Ya enarboladas en manos de patriotas tomaron las calles en las
manifestaciones. La primera vez en esa salida a la calle fue el 9 de agosto de
1976, en la manifestación por las huelgas de CESEA y ETASA cuando los
participantes de la todavía ilegal Confederación Canaria de Trabajadores, CCT,
en la marcha organizada desde Taco a Santa Cruz portamos tres, la oficial de la
CCT con su símbolo en el centro, otra que había sido bordada por Emelina Jorge,
la madre de los Molina que la llevaba Carlos Fuentes y la tercera, la del poeta
gomero Tomás Chávez con las estrellas de un verde amarillento. Aún la gente que
la desconocía, la asumió de inmediato como la bandera nacional y pronto se
convirtió en el símbolo de todos los que luchábamos por una patria libre y
soberana.
Probablemente fue su presencia masiva en
los luctuosos días que siguieron al 21 de septiembre del 76 en que Bartolomé
García Lorenzo era acribillado a balazos por la policía colonial española la
que convierte en irreversible la asunción de la heptaestrellada como nuestra
bandera nacional, popularizándose con aquel estribillo de "me gusta la
bandera, me gusta la bandera, bandera tricolor, con siete estrellas
verdes.....” o con los poemas de Tarajano, muchos hechos canción. Ya la vimos
izada, con su carácter de bandera nacional, en el Ayuntamiento de Las Palmas
con la UPC en el 79 y en el Ayuntamiento de La Laguna con Pedro González como
alcalde, el Corpus de ese año, provocando que el Capitán General español,
entonces González del Yerro acuartelara las tropas del Regimiento de Artillería
de La Laguna
El españolismo no podía, desde luego,
aceptar nuestra bandera con toda su simbología política. Las dos provincias en
que el colonialismo dividió al Archipiélago tenían sus banderas aunque por su
propia naturaleza, meramente administrativa, carecían en su inicio de contenido
político. Desde Felipe III, en el siglo XVII, se habían creado las
"matrículas de la mar", dividiendo en "provincias
marítimas" a todo el litoral de España y sus colonias en todos los
continentes. Para Canarias se crea una única provincia marítima con cabecera en
el Puerto de Santa Cruz, de forma que, cuando en 1845 se crean las banderas
distintivas de las matrículas para las provincias marítimas, a la de Canarias
se le asigna una azul con un aspa blanca. Posteriormente, en 1869, se crea la
del Puerto de la Luz y la Isleta dotándola de la correspondiente bandera de
matriculación, azul y amarilla en división diagonal, banderas que con la
división provincial de 1927 pasan a representar a las provincias respectivas y,
con la ayuda inestimable del fútbol, sus colores se asumen popularmente en las
islas respectivas. Desde la resolución autonómica de 1989 pasan a ser las
banderas de las islas de Tenerife y Gran Canaria, aunque en el lenguaje
marinero de banderas, la aspada de Tenerife, la letra M, signifique,
premonitoriamente, "mi barco está parado y no se pone en marcha" y de
las dos azul y amarilla, de la letras K y D, esta última se iza para decir
"mi barco tiene problemas de gobierno" que reflejan curiosamente los
efectos de la división provincial de nuestro territorio nacional. Estas
banderas fueron desde su creación una herramienta importante para esa artimaña
del colonialismo que es la separación de nuestra patria en dos mitades
artificiales y en siete compartimentos estancos.
Los partidos españoles tampoco podían
aceptar el contenido nacional de nuestra bandera y tenían que crear una enseña
que representara su solución política para nuestra patria, esto es, autonomía
versus independencia. De ahí que todas las propuestas de proyectos
estatutarios, elaboradas y aprobadas de espaldas al pueblo, trataran de
imponernos una bandera que pudiera competir con la nacional. Todos parten de la
bandera que usó Canarias Libre, de tres franjas verticales, blanca, azul marino
y amarillo y solo el PCE en su anteproyecto de Estatuto (Octubre de 1979)
plantea poner las siete estrellas verdes en la franja azul marina. Cuando el
Proyecto de Estatuto de Autonomía para Canarias pasa para su discusión
(Diciembre 1980) la Asamblea Mixta (Diputados, Senadores y representantes de
las dos Mancomunidades Provinciales), la bandera se aprueba con la sola
oposición del único representante de la UPC (Pablo Ródenas del Cabildo de
Tenerife) y con una reserva de enmienda que presenta Alfredo Mederos del PSOE
que plantea la posibilidad de que "en aras a la concordia se puede
estudiar introducir siete estrellas blancas en el paño azul marino, porque no
hay que olvidar que era de paño azul y con esas siete estrellas la bandera
histórica de Canarias". Al final se aprueba por la Asamblea Mixta, junto
con el escudo de los perros encollarados. A su paso por el Congreso de España
solo el PCE mantiene su enmienda de ponerle estrellas a la franja azul y,
finalmente, en mayo de 1981 resulta aprobado el artículo del Estatuto
correspondiente a la bandera y el escudo con solo tres votos en contra y 11
abstenciones.
El españolismo es plenamente consciente
de que la bandera heptaestrellada es la que el pueblo ha asumido por mucho que
el Gobierno Canario enarbole la oficial del azul falangista y los perros
encollarados, mala copia de la nacional. Además, estaba inicialmente aceptada
por varios de los componentes de Coalición Canaria, de una historia anterior
con mayor carga nacionalista que la de ATI, como Asamblea Mahorera, ICAN, el
PNC o el PIL, que la mantuvo años izada en el Ayuntamiento de Teguise. De ahí
surge el hecho de que, posteriormente, por las juventudes de CC se plantease la
aceptación de la bandera de las siete estrellas y que personajes
pseudonacionalistas de esa Coalición regionalista como Paulino Rivero o el
fallecido Adán Martín hayan jugueteado con la idea de aceptarla como bandera
autonómica pero, eso sí, rechazando explícitamente su carácter de símbolo de
liberación e independencia lo que es lo mismo que amputarle su propia alma.
Hoy, por hoy todo el potaje de tendencias que congrega el regionalismo canario
desde CC a NC, se usa y abusa de nuestra bandera pero eso sí, negando su
verdadero significado de una Canarias Libre y Soberana en aras de su indisimulado
españolerismo
.
Hemos de entender que, hoy por hoy, el
aspecto cultural de nuestra lucha es una de los teniques angulares sobre los
que hay que edificar el futuro y que, nuestra bandera, forma ya parte del
patrimonio cultural de esta Nación Canaria colonizada. Por ello, incorporarla
por mero oportunismo político a la simbología -oficial o partidaria-
desprovista de su auténtico carácter de símbolo de la lucha secular de nuestro
pueblo por su propia entidad como Nación libre y soberana es traicionar los
esfuerzos militantes de muchos compañeros desaparecidos que han dejado jirones
de su alma por esta bandera. Por esta razón personalmente he publicitado y
apoyado, en la medida de mis posibilidades, TODAS las convocatorias que para
celebrar cualquier nuevo aniversario de su inicial ondear orgullosa que se han
realizado en estas islas, sean para el día 22 o para las manifestaciones en
Aguere, en La Puntilla o en la AA.VV San Gerardo del chicharrero Barrio de La
Salud, incluyendo las de su izado en instituciones oficiales como en Lanzarote
o en Telde. En todos los casos son una aceptación de ese carácter NACIONAL de
nuestra bandera, inseparable de su reivindicación de SOBERANÍA.
Desde CC, NC o Podemos, con cierta
sutileza, se defiende el uso de la tricolor heptaestrellada no solo en las
manifestaciones populares donde unas normas, amparadas por los tribunales
españoles, pero claramente colonialistas, antidemocráticas y caducas, quieran
impedirla y penalizarla, sino también en su propia organización política donde
sus juventudes empezaron a usarla y se ha presentado en Congresos y actos
organizativos, pero intentando suavizar y desnaturalizar su contenido y carga
ideológica. Es real que, hoy por hoy, al ser mayoritariamente aceptada por
nuestro pueblo, adquiere un significado diferente al meramente de combate que
tuvo desde su creación. Es más representativa que militante, pero no deja de
ser el símbolo creado para encabezar y representar los intentos del pueblo
canario de superación de la situación colonial, al menos de la parte de él que
ha logrado desneblinar su conciencia como tal pueblo.
Por ello, esa bandera de las estrellas
de esperanza, mantiene todo su sentido como símbolo de un sentimiento y de un
anhelo de liberación, de INDEPENDENCIA NACIONAL. De todas formas ha sido la
lucha y el tesón popular lo que ha impuesto esa bandera como la bandera
nacional canaria y debe ser la lucha y el tesón de nuestra gente la que logre
romper las burdas prohibiciones españoleras al respecto, pero también las
tristes maniobras de “amansarla” despojándola de su contenido de lucha y
agitación.
Hoy, para mí y para muchos canarios esa
bandera y sus siete estrellas verdes, sigue siendo un símbolo de esperanza y
guión de lucha por la INDEPENDENCIA para nuestra única patria, Canarias y, a
los veteranos de esta brega libertaria, nos causa enorme alegría ver como
largos años de lucha de muchos compañeros van recogiendo el fruto inestimable
de ver como nuevas generaciones se van sumando a esta esperanza de futuro que
precisamente esta presencia joven y diversa la hace irreversible.
Gomera a 15 de octubre de 2021, a una semana de su 57 aniversario
Francisco Javier González
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