lunes, 3 de septiembre de 2018

CULTO A LA INDIFERENCIA


CULTO A LA INDIFERENCIA
EDUARDO SANGUINETTI,
 FILÓSOFO
Hoy se impone hablar francamente, sin dobleces, sentir, pensar y decir, es la consigna. Mantener la lucidez, no desesperar y soportar con dignidad este tiempo de transición. No dejarse llevar por la embestida del aparato represor del neoliberalismo, que adornado con ideologías de todo tipo y congeladas, en el umbral del delirio consumista de basura psicobiodegradable destruye el tejido social y mental de un pueblo, sometido a los caprichos de los de siempre.

¿Por qué sendero se arribó a tal estado de amnesia, a la ausencia de memoria, a olvidar lo acontecido en nuestra historia? Todos parecen participar de estas ceremonias fúnebres, considerar que el estado actual de las cosas es el único viable y posible, que el punto al que ha llegado la Historia es el que aparentemente la humanidad adormecida esperaba, deseaba y anhelaba, operando en un “Culto a la Indiferencia”.


El milenio nos ha enseñado que todo es fugaz, hasta el ‘nunca más’. El crimen contra el hombre siempre es un crimen perpetrado por el hombre. Todo es viable en el espacio de la aventura humana, en el orden de la bestialidad, que como nunca se desencadenó y sin miras de cambiar su rumbo. A menos que todos, en un preciso instante, resistiendo, actuemos en sintonía simultáneamente en todas partes contra el mundo del libre mercado y de sus operadores.

Operadores devenidos en pseudoperiodistas-empresarios de medios mercantilistas de publicidad de la mentira “elevada a símbolo”: cansan, deprimen, provocan hilaridad los relatos trasnochados de personajes ridículos, que desde las pantallas se entrevistan día a día ellos mismos, manifestándose con total desfachatez de instancias que jamás han ocurrido y avizorando el futuro, con total impunidad y blindaje del gobierno de turno… pseudoperiodistas pertenecientes a servicios de la ¿inteligencia vernácula argentina?, tan consecuente en sus fines de construir el discurso de lo que nunca ha sido… demasiado prudentes en sus balbuceos, lo que denota cobardía.

Tras la retórica de ‘chantas’, alcahuetes de medios lanzando relatos fabulados dejan paso al pliegue del espectáculo-porno, que se despliega en nombre del fraude: “La Gran Estafa”… el otro día uno de estos bocones, en programa televisivo, fantaseaba sobre el comandante Hugo Chávez y su llegada a Buenos Aires luego de ser liberado de prisión en 1996…

Nos reunimos con el Comandante Chávez, en aquellos días, Jorge Enea Spilimbergo (Fundador junto a Abelardo Ramos, del Partido Socialista de la Izquierda Nacional Argentina); mi amigo, el historiador Fermín Chávez y otros militantes de movimientos de la Izquierda Nacional. Tuve oportunidad de ver nuevamente a Chávez en Montevideo, con motivo de la asunción del Dr. Tabaré Vázquez a la primera magistratura del Uruguay, el 1º de marzo de 2005…razón por la que el relato de este “chanta” entrevistado por otro “chanta”, no tuvo límites en intentar construir una historiola de lo que jamás ha acontecido… sin dudas estos acontecimientos tienden a eliminar la historia y su legado, y así se suceden las instancias falaces que llevan al pueblo argentino, tan afín a seguir los dichos de estos mercenarios, a permanecer en un estado de orfandad de la verdad, que causa cierta pena ocasional.

Bastan unos años para individualizar las características del nuevo “sistema” que se ha venido soldando, esto es, demarcar la negligente autocomplacencia de los recién llegados de espacios farandulescos, haciendo uso de un calculado provecho mercantilista, de “maneras” y “manías” que resultan “simpáticas”, de una desmesurada avidez de alabanzas sistemáticas de los que conforman el espectáculo insano y mediocre de la degradada cultura Argentina, una empantanada réplica de las tendencias promocionadas desde otras regiones, tan ajenas a nuestras tradiciones y rutinas.

¿Con qué finalidad? Deviene lo anterior en una cobarde y oportunista intolerancia frente a cualquier manifestación original, en todas las expresiones que conforman la cultura o del disentimiento crítico sustentable, con apoyo teórico idóneo que representa el “peligro” de una discusión seria al volver a poner en juego algunos valores.

Si el deseo de libertad depende del amor al riesgo de vivir con la verdad, es necesario aceptar que la soledad es una sanción socio-polí­tica posible hoy en Argentina, deviniendo el temor al “síndrome del paria” socializa gregariamente: el miedo no es tonto, a pesar de los ismos de la diferencia y la discriminación puesta en acto; cada uno puede producir un delicado mapa de ruta y descubrir su receta de supervivencia en este estado de cosas donde el demonismo como metáfora de la realidad colapsa todas las representaciones.
 


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