DELGADO SALE DEL ARMARIO
DAVID TORRES
Con Villarejo en
Público nos está ocurriendo un poco lo mismo que al Atlético de Madrid con Hugo
Sánchez. Años de promoción, años de mimarlo, de cuidarlo, de exhibir sus
regates y sus goles inverosímiles, y de repente el chaval va y deserta al Real
Madrid, empieza a ganar Ligas una detrás de otra, y mete más de cien goles en
una temporada mientras que le bastaron diecinueve para ser Pichichi con la
camiseta rojablanca.
Patricia López,
probablemente la mayor experta en Villarejología del país (aparte de Villarejo),
diría, con mucha razón, que en realidad el centenar largo de goles los anotó
ella en un laborioso trabajo de investigación que en cualquier otro país le
hubiera valido varios premios periodísticos. Años y años de limpiar cloacas
para que al final el mérito se lo lleve una sola palabra (“maricón”) en boca de
una mujer imprudente. Sí, es verdad: antes habíamos oído al ecuménico Fernández
Díaz conspirando contra políticos catalanes y solicitando la colaboración de la
Fiscalía para eliminar adversarios políticos y no se despeinó nadie. Cualquiera
con dos dedos de frente diría que es mucho más grave decirle al director de la
Oficina Antifraude de Cataluña: “Esto te lo afina la Fiscalía, hacemos una
gestión”, que llamar “maricón” a un juez en una reunión entre amigos.
El periodismo, sin
embargo, viene a decir que la noticia no está en que un político muerda a otros
políticos, aunque sea a traición y con instrumentos estatales, ni siquiera en
que una fiscal le pegue un mordisco a un juez, aunque sea cariñoso. La noticia
está en que Dolores Delgado, Baltasar Garzón y Villarejo eran amiguetes de
parranda, lo cual equivale a un gol de chilena entre cuatro defensas con el
viento en contra. Las confidencias, las bromas, las “mariscaditas” y los tragos
de orujo revelan una confianza íntima y una cachaza fraternal entre varios
servidores públicos y el Darth Vader con gorra de las alcantarillas patrias. En
la misma conversación, un momento antes, el inefable comisario se refiere a
Garzón con el mismo adjetivo sustantivado que ha desatado la cólera popular:
“Te lo podrá decir este maricón que tienes al lado”.
Entre las muchas
tonterías que soltó Dolores Delgado aquel día destaca, para su desgracia, la
absurda generalización de que prefiere a los tíos antes que a las tías porque
los hombres somos “transparentes”, según ella. Y lo decía delante del tipo más
opaco y siniestro de España, un Terminator repleto de micrófonos que va por la
vida recopilando secretos y miserias. Transparente hasta la médula, Delgado
reaccionó como todo un hombre en cuanto aquella bazofia salió a la luz: primero
negó que conociera a Villarejo, luego matizó que no tenía ninguna relación
profesional con él, después dijo que lo de “maricón” no iba por Grande-Marlaska
y al final reconoció que sí, pero que iba sin mala intención. Al fin y al cabo,
la orientación sexual de Marlaska es de dominio público: son Delgado y Garzón
quienes han salido del armario en esa grabación de hace nueve años. Gol por
toda la escuadra.
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