EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO
Careta, término
utilizado en Argentina, deviene del lunfardo y se aplica a una persona
hipócrita, falsa, insegura, mentirosa y sin identidad… Mas, ese no es el
significado completo, pues hay una aclaración relacionada al verbo caretear,
asimilado al acto de personas, de cualquier profesión y extracción, que
intentan atraer la atención hacia sí mismas mostrándose o apareciendo en
lugares que se consideran importantes: estúpidos programas de TV basura y
entrevistas sin destino, sólo elevar el narciso del Don Nadie caretón
entrevistado, para gloria y desventura de la verdad y el talento en franca
decadencia… Si algún fotógrafo de pasquín farandulero les toman una foto, se
convierten en íconos del caretaje elevado a símbolo del fraude, marcarán
tendencia de un día, en medios mercenarios, que para la gilada, implican toda
una épica de pertenencia, en un país, como Argentina, donde “pertenecer”
implica ‘todo’ y ‘nada’. Hijos, nietos, bisnietos tataranietos de inmigrantes
que llegaron sin un peso a estas tierras, donde la avaricia y la mezquindad
fueron y son modo de relación en el Caretaje ‘argento’.
Un claro ejemplo
del careta lo podemos apreciar en Macri, reúne en si todo el perfil del
‘perfecto careta’, quien en New York luego de recibir un premio “chatarra”, denuncia
en ONU a Venezuela, imitando a otro careta, un tal Almagro titular de la OEA,
ex-canciller de Mujica, pide a los argentinos que amen a la referente del FMI y
el caretaje vernáculo aplaude este espectáculo insano… caretas son los
políticos de cualquier ideología de manual, siempre arrastrados para mantenerse
en funciones, a neo y paleo-burguesía argenta, tan mezquina en sus horizontes
pintados a mano, actorcitos híper promocionados, a representantes del
denominado Rock Nacional y siguen los ejemplos hasta abarcar todo el paisaje de
la fauna argenta… las penosas existencias de los caretas, se asimilan al tener,
al parecer y jamás al ser… Arturo Jauretche ha escrito de manera contundente
acerca del ‘tilingo’, pariente cercano del careta, un snob consumado, trepador,
constructor de un lenguaje ‘guarango’, un tonto bajo presión…
Desde el momento de
despertarnos por la mañana, hasta el momento de acostarnos, no ignoramos que
todo es una farsa, una estafa, una vergüenza. Lo intuimos, lo sabemos, lo
experimentamos, sin embargo, los caretas de Argentina, colaboran con la
perpetuación del fraude, lo sé, ¡vaya si lo sabré!, caretaje asimilado a los
modos de esclavitud y explotación de un sistema genocida…
La Argentina
careta, no propone nada que pueda durar más que unas horas. Estamos viviendo
una cantidad de vidas en el espacio de apenas una, a través de ciertos signos
asistimos al fin de un tiempo…el anestesiamiento, el embotamiento, la
lobotomización, como también la aceleración, la inflación, la masturbación , no
ignoren que se masturban espiritualmente si se sienten satisfechos con las
promesas de ridículos gobernantes caretas- descuidando la cristalización de
dichas promesas, luego la masturbación convertida en método se ha extendido a
todos los espacios de la existencia en esta tierra.
Aquí se revela la
impostura general del caretaje: es evidente, ante los hechos que no cesan de
sucederse, en eterno retorno, cual rueda de la fortuna, que no existen
conflictos reales entre clanes rivales, en la política careta, la cultura
careta, solo existen alianzas de cómplices de la estafa y la mentira, en la que
se nutren estos ‘chantas’, siempre apuntalados por los medios basura, que
publicitan todo este teatro insano, donde los mejores son exiliados de la vida
de la comunidad argentina careta, que no da espacio al talento y a los ideales,
sólo a las tilinguerías de los guarangos, obscenos que lo han tomado todo.
Anestesiar para
mejor convencer al pueblo, con olas de propaganda permanente desenfrenada, son
métodos propios adquiridos de regímenes totalitarios, en sus prácticas
seculares del caretaje argento fascista, que jamás han alcanzado la envergadura
y generalización actuales, bajo una pátina de democracia fingida, penetrada por
el ultra-neoliberalismo genocida.
Estar sano es ser
feliz, señalé hace unos años ante representantes de la OMS en un congreso en la
ciudad de Sydney. La salud, ha quedado bien demostrado, no se mide por la
ausencia de las enfermedades y necesariamente debemos hablar del perfecto
equilibrio que se da en un ecosistema, absolutamente ignorado por el caretaje,
en función de destruirlo.
Al ciudadano
argentino, sojuzgado, hambreado y con la libertad de expresión acotada, sólo
puedo decirle, que se levante encima de la media y haga valer todos sus
derechos de los que debe gozar, no sufrir, y los ponga en acto, marcando el trayecto
de una historia, la de nuestro tiempo, que se debate entre utopías y derrotas,
entre voces, silencio y bronca… finalizo este editorial, parafraseando al amigo
Manu Chao: “Y ahora qué vamos hacer, y ahora qué… Soñé otro mundo…
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