EL BENDITO RECUERDO FILIAL
Rafael ZAMORA MÉNDEZ
Cualquier
sensible mortal se siente feliz, dichoso y contento, si, de la noche a la
mañana, sin ni siquiera pensárselo, casi de improviso, de golpe y porrazo,
recibe alguna muy grata e inesperada gran sorpresa.
Por lo
menos, a un servidor así le ha ocurrido, con respecto a las páginas de este tan
leído BLOG, cuyo activo Asesor, ANGHEL
MORALES GARCÍA, dichosamente
conocido, ha tenido la plácida gentileza de asignarme un destinado ESPACIO en
el mismo, algo que mucho me ha sorprendido y sinceramente, le agradezco.
En la
presente crónica, intento ponerles de relieve determinados datos específicos
que muy bien podrían definir algunos biográficos rasgos personales, referentes
a los que posee quien ahora, tiene el sumo gusto de subrayarles.
Un 15 de
septiembre, pero del año 1.965, a la edad de los 69, en Santa Cruz de Tenerife,
dejaba de existir mi siempre tan recordada y queridísima madre, DOLORES MÉNDEZ
MACHÍN BENCOMO.
Contrajo
matrimonio con AURELIO ZAMORA MORENO, de cuyo enlace, nacieron, MARÍA LUZ,
FERNANDO Y RAFAEL, el único vástago que, hasta la fecha subsiste y el que tiene
el alto honor de redactarles el vigente comentario.
Fue como una
auténtica promisión, señalada por la inexorable e inhumana mano del caprichoso
Destino, puesto que ese mismo día, el santoral, contrastaba con la religiosa
celebración de los “Dolores de la Madre de Dios”
A la verdad
que, con tal nombre fue bautizada, y que, durante su corta estancia en este
orbe, el calificativo propio, le vino como adoptado y muy adecuado para que
hubiera podido sostener sobre sus quebradizos hombros, la pesada cruz de las
más grandes y penetrantes amarguras laborales.
Primogénita hija
de RAMÓN MÉNDEZ y DOLORES MACHÍN, buena parte de su tan sacrificada existencia,
la tuvo consagrada a los enteros culinarios servicios hosteleros, de cuyas
transferencias y, merced a sus inagotables sudores, alcanzara a coexistir toda
la familia.
Deambulando
de un sitio para otro, la generalidad de su abnegado trabajo, pegada como una
fija lapa ante los ardorosos fogones, y... frente a aquellas lentas encendidas
cocinillas de servicial petróleo, la mayoría de su existencia, transcurrió en
Las Palmas de Gran Canaria, en donde llegó a conquistar la divulgada
popularidad de haber sido toda una experta cocinera, así, como una muy
distinguida y dadivosa dama.
Con
cincelada frecuencia, a ella solían acudir determinados indigentes
menesterosos, en búsqueda de algún plato de hirviente sopa, humeante potaje o,
tal vez, un simple y escueto pedazo de pan que, muchas veces, llegara a
conseguir la embadurnada limosnera de sangre azul, “LOLITA PLUMAS”
¡Todavía me
parece estar contemplando una kilométrica fila de niñas y pequeños, circulando
de uno en uno, ante la puerta de casa, para ir recibiendo los gustosos y, ya
maduros duraznos, que mamá, con infinita ternura e incansable paciencia, les
iba pelando y que, junto a una enfilada pila de suculentos quesos herreños, en el
velero paternal, nos enviaba el servicial abuelo RAMÓN!
Aún tengo en
la memoria los muchos hechos acaecidos en una Pensión que, en la sonada calle
de “Ripoche”, llegó a denominarse “IBERIA”, y en la cual, de pequeño, tuve el
encanto de haber conocido a un sin fin de prestigiosos personajes, con los que
gocé la feliz oportunidad y pertinente coincidencia, de alternar con numerosos
de ellos.
Recibieron
albergue y serviciales atenciones, un buen grupo componente de los artistas que
integraban aquel inolvidable gran “CIRCO POLO”, en donde destacaba de un modo
particular el astro de la pantalla americana, TOM MIX, al cual mis ojos le
vieron, con un látigo en su mano y a una considerable distancia, arrebatarle el
cigarrillo y partírselo en dos, a una hermosa señorita que, humeante, minutos
antes, lo había tenido prendido entre sus gustativos labios.
Y, lo mejor
y más curioso de todo, fue la transitoria aparición de otro elogiado Circo, que
vino a sustituir al ya mencionado, de nombre ”SEGURA” y en el que, entre sus
muchas figuras a matizar, sobresalía las arriesgadas interpretaciones de la
gran trapecista de fama universal, PINITO DEL ORO.
Junto a sus
hermanos, ARTURO Y RAÚL, nos ponían los pelos de punta y los nervios a flote,
cada vez que ellos se subían a la ESCALERA DE LA MUERTE, igualados con negras
vestimentas de piratas, cada uno en un extremo y, con el peso de ambos,
haciendo girar aquel fabuloso artilugio, a una crecida celeridad de verídico
vértigo.
Papá “TOTI”,
en medio de la enorme pista, con la vista resplandeciente y el esclarecido
semblante complacido, atisbaba las osadas evoluciones de sus bravos vástagos,
sin ni siquiera llegar a sospechar, que alguna vez, iría a recibir los duros,
fieros zarpazos, de la obligada y decadente pobreza.
Mi también fallecido
hermano, FERNANDO, era el encargado de proporcionarnos las gratuitas entradas
que nos regalaban los tan dadivosos huéspedes y, todavía, por su hogar, en
algún perdido u olvidado álbum, todavía tiene que figurar una histórica
fotografía que, junto a nosotros, se hiciera la ya mundialmente consagrada,
MARÍA CRISTINA DEL PINO SEGURA GÓMEZ, gloria de ESPAÑA y del primordial
firmamento circense.
¡Inadmisible,
el dejarles de mencionar la curiosísima referencia ocurrida, precisamente en
Valverde, cuando nuestra rasa y humilde mansión, fuera seleccionada por las
Autoridades competente de la Isla, para atender en la misma, con un regio
almuerzo, al que por aquel entonces fuera Capitán General de Canarias,
celosamente escoltado por todo un nutrido y profuso séquito de apegados
acompañantes!
¡Como en una
relevante proyección cinematográfica, sin embargo, todavía, a estas alturas del
ocurrido hecho, me parece seguir vislumbrando la ilustre figura de aquel
insigne militar, brillante fajín rojo de seda adosado a la cintura, recorrer el
angosto pasillo que teníamos desde el comedor a la cocina, para extenderle, con
afectuosa gratitud la mano a mamá y, cordialmente, felicitarla por el estupenda
minuta que, con tanto mimo, se le había brindado!
¡De todas
estas filiales remembranzas, en la tan adversa fecha, tristemente recordatoria
para mí, conmemorando su tan sollozada expiración, solo me queda la inmensa y
desoladora pena de que se nos haya marchado para la enigmática Eternidad, sin
que hubiese tenido la gozosa felicidad de llegar a conocer a nuestros amados
hijos y a sus candorosos descendientes!
¡De
cualquier forma y talante, mientras coexistamos, deberíamos de tener
crónicamente presente, aquello de que...la muerte, no es una terminante
separación, sino, solamente,¡UN AUSENTARSE POR POCO TIEMPO!
Dormita en paz, madre querida,
en los Linderos del Remanso,
que a lo extendido de tu vida,
soportaste la dura herida,
de un sufrimiento sin descanso!
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Un abrazo al Cielo y para toda tu bonita familia, salud, salud y más salud.
ResponderEliminar¡UN MILLÓN DE SINCERAS GRACIAS MI MUY ESTIMNADO Y ATENTO AMIGO, JUAN!
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