XENOFOBIA EN LA IZQUIERDA REFORMISTA EUROPEA
POR TOMÁS MARTÍNEZ PEÑA
La gestión de la
crisis de refugiad@s en 2015 pareció insuficiente a un sector de la izquierda
reformista alemana. Dirigentes de Die Linke encabezan la plataforma Aufstehen
(En pie). Su discurso xenófobo sostiene que la inmigración masiva es es la
causa de peores condiciones de trabajo
En el año 2015, los
gobiernos europeos tuvieron que hacer frente a un movimiento migratorio masivo
de refugiad@s que huían de las guerras imperialistas en Oriente Medio y el
Norte de África. La gestión de esta crisis por parte de los líderes de la
derecha y el centro-izquierda (Merkel, Hollande), sus socios de la extrema
derecha (Viktor Orban, primer ministro húngaro, o el turco Erdogan) y la domesticada
izquierda reformista (Tsipras y su gobierno en Grecia), que implicó una
escalada de la represión en las fronteras contra los migrantes y campos de
refugiados en condiciones infrahumanas, pareció insuficiente, sin embargo, a la
ultraderecha y ciertos sectores conservadores xenófobos y racistas… y también,
aunque resulte paradójico, a un sector de la izquierda alemana. Sahra
Wagenknecht y Oskar Lafontaine, militantes y dirigentes de la coalición de
izquierda reformista Die Linke, encabezaron entonces críticas a Merkel por
“haber abierto las fronteras de par en par”.
Wagenknecht, que
lidera el grupo parlamentario de Die Linke en el Bundestag, sostiene que las
políticas migratorias de “puertas abiertas” forman parte de un programa
político neoliberal según el cual l@s trabajador@s nativ@s alemanes ven
perjudicadas sus condiciones laborales y salariales por la competición de la
mano de obra extranjera, que es más barata. Este argumento, que no hace más que
alimentar la competitividad y la fragmentación a la que se ve expuesta la clase
trabajadora mundial, invisibiliza la verdadera raíz de la desigualdad social:
que los capitalistas y la patronal utilizan esa falsa división en
nacionalidades para pagar distintos salarios, dividir a los trabajadores en la
cadena de producción y enfrentarnos unos a otros.
El discurso
abiertamente xenófobo de Wagenknecht y Lafontaine no se sostiene más que en el
viejo argumento reformista de que la inmigración masiva es la causa de salarios
más bajos y peores condiciones de trabajo, en lugar de cuestionar la naturaleza
de la explotación capitalista. Además, experiencias como las que llevan
nuestros camaradas franceses de Anticapitalisme et Révolution – NPA en las
luchas de sus centros de trabajo, donde trabajadores nativos y migrantes pelean
codo con codo contra la patronal por sus derechos, demuestran que solo una
clase trabajadora unida y organizada puede conquistar mejores salarios y
condiciones de trabajo para todo su conjunto, y en última instancia luchar por
una sociedad realmente justa.
Este es también el
caso de las jornaleras marroquíes de Huelva, cuya denuncia de las pésimas
condiciones laborales, el racismo y el sexismo que sufren por parte de la
patronal en los campos ha servido para poner de manifiesto una situación que
afecta también a las trabajadoras autóctonas e iniciar una lucha por derechos
para todo el conjunto de jornaleras, ya sean nativas o extranjeras.
Wagenknecht ha
recibido, no obstante, numerosas críticas desde el seno de su propia
organización, pero pretende de esta manera disputar votos de la clase
trabajadora al partido neonazi Alternativa por Alemania, y ahora amenaza con
escindirse y montar su propio partido. Su proyecto ya ha recibido el apoyo
explícito del líder reformista francés Mélenchon, quien en ocasiones ha
propuesto medidas similares para la República Francesa. De hecho, el discurso
de Wagenknecht tiene cada vez más eco entre la izquierda reformista europea y
empiezan a oírse voces similares en Italia, Grecia y Francia.
Que las organizaciones
reformistas europeas, tras los últimos 5 años, comiencen a plegarse ante
programas nacionalistas, chovinistas e incluso abiertamente xenófobos es el
resultado natural de las últimas derrotas sufridas por el movimiento obrero,
con las burocracias sindicales totalmente impasibles ante los ataques de los
capitalistas, y del fracaso de proyectos reformistas como el de Syriza en
Grecia. Que un discurso ultraconservador se propague entre la izquierda no es
una muestra de fortalecimiento y acercamiento a las masas, sino una muestra del
debilitamiento de la izquierda y el movimiento obrero.
Los revolucionarios
lo tenemos claro: no hay algo que los capitalistas teman más que un movimiento
obrero organizado y unido. Nuestra tarea es desmontar los bulos y las calumnias
de los fascistas y la derecha, y extirpar de raíz la xenofobia y el racismo de
nuestras organizaciones y movimientos. Nuestra tarea en los centros de trabajo
y las calles es forjar esa unidad de la clase trabajadora, nativa o extranjera,
para defender sus derechos frente a la amenaza de la barbarie fascista, la
patronal, las guerras imperialistas y las capitulaciones de la nueva izquierda
socialchovinista.
Artículo de Alberto
Lozano, militante de Izquierda Anticapitalista Revolucionaria IZAR
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