NOVELA Y EMIGRACIÓN
ROBERTO CABRERA
Desde las lujuriosas aguas de la Marina Hemingway, el narrador
de esta aventura novelística nos introduce entre acción y suspense en los
entrebastidores de un episodio de evasión, característico de la asfixia
existencial y económica de aquellos que emprendieron la difícil travesía hasta
Florida y que tuvo especial relevancia en la conocida crisis de los balseros en
Cuba.
El volumen de 180 páginas editado por El Vigía en Santa Cruz de
Tenerife se concentra a través de veinte y tres capítulos en los pormenores de
una trama que mantendrá muy atento al lector y que reúne pasajes entrañables de
la Habana y sus habitantes, de sus hogares, edificios que real o imaginativamente
reconocen los pasajeros del Benvenuto entre sus páginas.
Desde las lujuriosas aguas de la Marina Hemingway, el narrador
de esta aventura novelística nos introduce entre acción y suspense en los
entrebastidores de un episodio de evasión, característico de la asfixia
existencial y económica de aquellos que emprendieron la difícil travesía hasta
Florida y que tuvo especial relevancia en la conocida crisis de los balseros en
Cuba.
El volumen de 180 páginas editado por El Vigía en Santa Cruz de
Tenerife se concentra a través de veinte y tres capítulos en los pormenores de
una trama que mantendrá muy atento al lector y que reúne pasajes entrañables de
la Habana y sus habitantes, de sus hogares, edificios que real o imaginativamente
reconocen los pasajeros del Benvenuto entre sus páginas.
Según Naciones Unidas en la primera década del siglo XXI hay
unos doscientos diez millones de personas que viven fuera de su país de origen.
Anastasio Cabrera Santos es doctor en Fisiología y especialista
en cardiología. Ha recibido innumerables premios de investigación desde que se
licenciara en la universidad de Caracas y durante su docencia en la de La
Habana, por sus trabajos en Inglaterra o la DDR. Su paso por hospitales de
prestigio en New Jersey, La Habana, Barcelona o Bradenton donde reside en la
actualidad, lo consagran como un investigador excepcional y un incomparable y
conocido docente de varias generaciones. Su amor por las letras y su
seguimiento de la obra, en especial de Ernest Hemingway o Guillermo Cabrera
Infante, le han procurado una continua dedicación al género narrativo y
epistolar que desemboca en esta novela, pasión ésta que de forma invariante ha
acompañado por cierto a muchos doctores en medicina.
Anastasio Cabrera Santos es hijo del decimista ya fallecido del
mismo nombre, Anastasio Cabrera Delgado, quien fuera homenajeado como emigrante
canario y laureado por uno de los primeros ejecutivos del gobierno de Canarias.
Era natural de Puntallana, isla de La Palma, y como tantos otros isleños emigró
a Cuba a principios del pasado siglo estableciéndose primero en Cabaiguán y más
tarde en La Habana como comerciante. Los avatares de esta familia de grandes
emprendedores han quedado recogidos en numerosos relatos epistolares como hemos
significado, siendo uno de los más característicos el que dedica a la actividad
de La Comercial, negocio emprendido por sus antepasados y origen del desarrollo
y evolución de toda la familia Cabrera. Imbuido quizá por esta fácil
narratividad con que contaban nuestros antepasados se embarcó a principios del
año dos mil aproximadamente en la construcción novelada de este drama de la
emigración clandestina, tema recurrente por cierto en la oralidad canaria y que
refleja los heroicos avatares de la travesía atlántica hasta el Caribe, y que
adquiere insólita coincidencia o sincronismo con la tradición nuestra.
LA COMERCIAL
© Anastasio Cabrera Santos
© Anastasio Cabrera Santos
“LA COMERCIAL” asentada en el Registro Comercial como propiedad
de J. Cabrera y Hermano (José y Anastasio Cabrera) fue un establecimiento en
Cabaiguán, destinado a la venta de víveres, licores finos y ferretería ligera,
incluyendo aperos de labranza, situad en la intersección de las entonces calles
Tercera del Oeste y Hernández Leal. Fundada en los años 20 del pasado siglo, La
Comercial pronto se hizo de una numerosa clientela urbana y rural. José
Cabrera, era el mayor de cuatro hermanos quien al llegar a Cuba había trabajado
como dependiente de comercio. El otro fundador, Anastasio, llegó a Cuba con
posterioridad y comenzó a trabajar inicialmente como vendedor mayorista de
firmas comerciales, entre ellas J. Noval.
Cabaiguán, es un pueblo fundado en 1896, a finales de la Guerra
de Independencia; pertenecía a una de las seis provincias originales, Las
Villas cuya capital era Santa Clara. Cabaiguán está situado casi en el centro
geográfico de Cuba; su configuración es ligeramente montañosa por su cercanía a
la Cordillera del Escambray y Trinidad en dirección Sur. Por el lado Norte
limita con Jara hueca, Remedios y a Caibarién, esta última la población costera
más cercana, rica por su industria pesquera. Hacia el este Cabaiguán limita con
Guayos y hacia el oeste con Placetas. Está atravesado por una línea del
ferrocarril nacional, creada en 1924 que conecta La Habana con Santiago de Cuba
y desde 1931, lo cruza la Carretera Central, importante obra vial. Más
recientemente cruza Cabaiguán la Autopista Nacional. Su población actual
sobrepasa los 70.000 habitantes y sus principales actividades económicas son el
cultivo del tabaco, instalaciones de escogida de hoja y torcido de tabaco y una
refinería de petróleo.
En Cabaiguán, el inmueble de La Comercial estaba dotado de tres
grandes puertas que daban a Hernández Leal y otras cinco puertas por el lado de
Tercera del Oeste, esta ultima una importante calle, entonces de adoquines, que
permitía la comunicación rápida hacia las salidas del pueblo en dirección a las
comunidades agrícolas de Santa Lucía por el lado Sur y Neiva por el Norte,
localidades ambas pertenecientes al Municipio de Cabaiguán. La calle Hernández
Leal, un terraplén fangoso en la prolongada época de lluvia estaba atravesada
por la línea del ferrocarril y era el acceso a la estación de trenes existente
entonces. La Comercial estaba rodeada de un ancho portal en forma de L; en el
frente de Hernández Leal, el portal de la tienda contaba con largos travesaños
de madera que unían los horcones y permitían el amarre de las bestias de la
clientela que venía del campo. La Comercial tenía un mostrador también en forma
de L. En la línea posterior al mostrador se exhibían contenedores de víveres o
los sacos originales de granos, sal o azúcar, abiertos convenientemente. Se
disponía de un molino de café, un refrigerador Electrolux que funcionaba con
petróleo y una trastienda de almacenamiento de sacos de frijoles, arroz y azúcar
que daba a un amplio patio limitado por una carpintería. El patio, colindaba
con una escuela primaria y en el había un pozo con una bomba manual. El bombeo
y su colección en un tanque era el único medio de suministro de agua para todos
los fines. Detrás de la carpintería había otro gran patio con naranjos,
cocoteros, caimito y un colmenar. Ese patio separaba esta propiedad de otra
tienda de víveres “La Económica”, cuyo inmueble también pertenecía a J.Cabrera
y Hermano. La vivienda de la familia estaba ubicada a unos 50 metros de la
tienda por Hernández Leal, al lado de una escogida de tabaco, propiedad del
leonés Félix Martin. Los ámbitos de esta escogida de tabaco eran frecuentes
escenarios de nuestros juegos de la infancia.
En Cabaiguán, el inmueble de La Comercial estaba dotado de tres
grandes puertas que daban a Hernández Leal y otras cinco puertas por el lado de
Tercera del Oeste, esta ultima una importante calle, entonces de adoquines, que
permitía la comunicación rápida hacia las salidas del pueblo en dirección a las
comunidades agrícolas de Santa Lucía por el lado Sur y Neiva por el Norte,
localidades ambas pertenecientes al Municipio de Cabaiguán. La calle Hernández
Leal, un terraplén fangoso en la prolongada época de lluvia estaba atravesada
por la línea del ferrocarril y era el acceso a la estación de trenes existente
entonces. La Comercial estaba rodeada de un ancho portal en forma de L; en el
frente de Hernández Leal, el portal de la tienda contaba con largos travesaños
de madera que unían los horcones y permitían el amarre de las bestias de la
clientela que venía del campo. La Comercial tenía un mostrador también en forma
de L. En la línea posterior al mostrador se exhibían contenedores de víveres o
los sacos originales de granos, sal o azúcar, abiertos convenientemente. Se
disponía de un molino de café, un refrigerador Electrolux que funcionaba con
petróleo y una trastienda de almacenamiento de sacos de frijoles, arroz y azúcar
que daba a un amplio patio limitado por una carpintería. El patio, colindaba
con una escuela primaria y en el había un pozo con una bomba manual. El bombeo
y su colección en un tanque era el único medio de suministro de agua para todos
los fines. Detrás de la carpintería había otro gran patio con naranjos,
cocoteros, caimito y un colmenar. Ese patio separaba esta propiedad de otra
tienda de víveres “La Económica”, cuyo inmueble también pertenecía a J.Cabrera
y Hermano. La vivienda de la familia estaba ubicada a unos 50 metros de la
tienda por Hernández Leal, al lado de una escogida de tabaco, propiedad del
leonés Félix Martin. Los ámbitos de esta escogida de tabaco eran frecuentes
escenarios de nuestros juegos de la infancia.
La Comercial y pocas otras tiendan daban soporte a la
marchantería del área urbana de Cabaiguán y la procedente de la rica comunidad
rural dedicada fundamentalmente al cultivo del tabaco, la caňa de azúcar, todo
tipo de vegetales y la crianza de aves, ganado vacuno y porcino. Los canarios
además de ser una parte fundamental entre los fundadores de la comunidad
cabaiguanense fueron los iniciadores del arte del cultivo del tabaco. La
actividad veguera del canario de Cabaiguán estableció los parámetros de
selección de la mejor semilla, la época y método de sembrar los semilleros, el
trasplante de las pequeñas matas, el cuidado de las vegas incluyendo el
tratamiento de las plagas, la progresiva cortadura de las hojas y su
almacenamiento en las “casas de tabaco”. La meticulosidad de este proceso,
rutina establecida por los primeros isleños, permite que la hoja procedente del
tabaco del Cabaiguán rural y áreas aledañas, como Hoyo de Manicaragua sean el
contenido interno (la "tripa") obligada del habano, siendo la envoltura
externa ("capa") de hojas de “Vuelta Abajo (San Juan y Martínez,
Pinar del Rio). Esta combinación brinda una especial calidad en textura y aroma
que hace que el “puro” cubano sea único para los fumadores más destacados del
mundo, entre ellos Winston Churchill. El tabaco torcido de Cabaiguán y de otras
áreas nacionales que usan la tripa cabaiguanense es un rubro que representa un
significativo ingreso por exportaciones tabacaleras en Cuba y en toda esta
historia hay que citar al héroe no anónimo: el isleño canario.
Por las décadas de los años veinte y treinta las ventas de La
Comercial subían vertiginosamente en un pueblo que se desarrollaba rápidamente
en los años posteriores a la independencia de Cuba, fines del siglo XIX y
principios del siglo XX. La independencia de Cuba había eliminado muchos de los
antiguos métodos de la organización económica típica de España y las
impedimentas de exportaciones existentes durante la época colonial. El precio
del azúcar de caña, primer rubro de la economía cubana, seguida por el Tabaco
subía casi constantemente. Y el éxito de La Comercial seguía un rumbo paralelo
al precio internacional del azúcar y al valor nacional de las vegas de tabaco.
Una jolgorio particular en La Comercial alcanzaba su clímax en la época del año
en que los vegueros vendían el tabaco. Cuando alguien vendía su cosecha y
finiquitaba el adeudo con la Comercial, se abrían botellas de cerveza Hatuey,
Cristal o Polar, ron y brandy Domecq y en medio de la alharaca hasta a los
jovenes Cabreritas, se nos permitía participar en la fiesta con una cervecita a
la mano.
Después de la tercera década del siglo XX conflagraciones
mundiales como la Guerra Civil en Espaňa y la Segunda Guerra Mundial tuvieron
un impacto negativo en la economía mundial de la cual Cuba no quedo exenta a
pesar de que el precio mundial del azúcar casi siempre estuvo elevado.
Surgieron escaseces de todo tipo y con ello el surgimiento del mercado negro.
Por otra parte, el desarrollo económico del país sufrió un estancamiento
adicional, fruto de la corrupción, criminalidad, abuso de poder y la falta de
empleo. Estas condiciones afectaron notablemente no solo a La Comercial sino a
infinidad de pequeñas y medianas empresas de Cuba.
La Comercial comenzó a declinar en la década de los años 50,
unos treinta años después de fundada, hasta que a finales de esa década
desapareció. José había regresando a Canarias quedando Anastasio como el único
dueño hasta la desaparición de la entidad comercial. La Comercial se vió
agobiada por los adeudos de una parte significativa de su clientela y el
estancamiento de la economía de Cabaiguán resultante de la empobrecida
situación económica y política nacional bajo el gobierno de Fulgencio Batista y
el surgimiento de la actividad rebelde en las montañas dirigida por Fidel
Castro. Este panorama motivó a Anastasio a emigrar hacia la capital donde
compró una tienda de víveres bien situada en la barriada del Cerro, en Cruz del
Padre y Universidad a unos 200 metros del Estadio del Cerro. Sin embargo esta
nueva empresa tuvo una vida efímera ya que poco tiempo después de la caída del
gobierno de Fulgencio Batista y la toma del poder por Fidel Castro, fue
nacionalizada.
Juan y Braulio habian tomado un camino propio; Juan, muy a
tiempo, marchó a Canarias y puso un establecimiento de víveres en Tenerife.
Braulio comenzó a trabajar como carpintero en Cabaiguán y luego adquirió un
vehículo de transporte de mercancía; posteriormente combinó el trabajo
rutinario con actividades agrícolas ya que obtuvo una parcela para la siembra y
crianza de animales en la finca de sus suegros en tanto que su esposa, mi tía
Fidencia González (“Coca”), mujer muy emprendedora, montó una academia de corte
y costura en Cabaiguán. José y Juan Cabrera fundaron sus familias en Canarias y
allí nacieron sus descendientes. Los hijos de Braulio: José Genaro (“Pepe”) y
Oneida Cabrera González, permanecieron en Cabaiguán y en épocas posteriores al
giro comunista de la revolución cubana se trasladaron a Estados Unidos
uniéndose a ellos posteriormente Braulio y Coca. Anastasio y su esposa Julia
Santos, conjuntamente con sus hijos María Isabel, Anastasio Antonio, Gerardo
José y María del Carmen Cabrera Santos permanecieron en Cuba. Anastasio y
Julia, padres y María Isabel la hija mayor permanecieron en la Habana donde
murieron. María Isabel había ingresado en un convento de monjas, Anastasio
Antonio marchó a Venezuela terminando allí la Carrera de Medicina, Gerardo
José, a Hungría donde terminó Ingeniería mientras María del Carmen se hizo
ingeniera en La Habana. Anastasio padre, Julia Santos y María Isabel
permanecieron en Cuba hasta sus fallecimientos. Anastasio Antonio, Gerardo José
y María del Carmen marcharon a Estados Unidos con sus descendientes respectivos
lugar donde María del Carmen falleció. Toda la descendencia de los hermanos
Cabrera Santos viven en Estados Unidos, incluyendo a Frank Ernesto, hijo de
María del Carmen quien falleció en Estados Unidos. La hija de María del Carmen,
Vivian, permaneció en Cuba hasta su precoz fallecimiento dejando a su hijo
Daniel, quien aun permanece en La Habana, bajo la protección de su abuelo
Edison Guerrero, ex- esposo de María del Carmen.
En el actual año 2017, de los 15 nietos de José Cabrera y María
Delgado, tres han fallecido, ninguno vive en Cuba, tres viven en Estados
Unidos, dos en Hungría y los restantes en Canarias.
Feliciano J. Cabrera Delgado
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