martes, 29 de mayo de 2018

NOVELA Y EMIGRACIÓN


NOVELA Y EMIGRACIÓN
 ROBERTO CABRERA
Desde las lujuriosas aguas de la Marina Hemingway, el narrador de esta aventura novelística nos introduce entre acción y suspense en los entrebastidores de un episodio de evasión, característico de la asfixia existencial y económica de aquellos que emprendieron la difícil travesía hasta Florida y que tuvo especial relevancia en la conocida crisis de los balseros en Cuba.
El volumen de 180 páginas editado por El Vigía en Santa Cruz de Tenerife se concentra a través de veinte y tres capítulos en los pormenores de una trama que mantendrá muy atento al lector y que reúne pasajes entrañables de la Habana y sus habitantes, de sus hogares, edificios que real o imaginativamente reconocen los pasajeros del Benvenuto entre sus páginas.



Desde las lujuriosas aguas de la Marina Hemingway, el narrador de esta aventura novelística nos introduce entre acción y suspense en los entrebastidores de un episodio de evasión, característico de la asfixia existencial y económica de aquellos que emprendieron la difícil travesía hasta Florida y que tuvo especial relevancia en la conocida crisis de los balseros en Cuba.
El volumen de 180 páginas editado por El Vigía en Santa Cruz de Tenerife se concentra a través de veinte y tres capítulos en los pormenores de una trama que mantendrá muy atento al lector y que reúne pasajes entrañables de la Habana y sus habitantes, de sus hogares, edificios que real o imaginativamente reconocen los pasajeros del Benvenuto entre sus páginas.

Según Naciones Unidas en la primera década del siglo XXI hay unos doscientos diez millones de personas que viven fuera de su país de origen.
Anastasio Cabrera Santos es doctor en Fisiología y especialista en cardiología. Ha recibido innumerables premios de investigación desde que se licenciara en la universidad de Caracas y durante su docencia en la de La Habana, por sus trabajos en Inglaterra o la DDR. Su paso por hospitales de prestigio en New Jersey, La Habana, Barcelona o Bradenton donde reside en la actualidad, lo consagran como un investigador excepcional y un incomparable y conocido docente de varias generaciones. Su amor por las letras y su seguimiento de la obra, en especial de Ernest Hemingway o Guillermo Cabrera Infante, le han procurado una continua dedicación al género narrativo y epistolar que desemboca en esta novela, pasión ésta que de forma invariante ha acompañado por cierto a muchos doctores en medicina.
Anastasio Cabrera Santos es hijo del decimista ya fallecido del mismo nombre, Anastasio Cabrera Delgado, quien fuera homenajeado como emigrante canario y laureado por uno de los primeros ejecutivos del gobierno de Canarias. Era natural de Puntallana, isla de La Palma, y como tantos otros isleños emigró a Cuba a principios del pasado siglo estableciéndose primero en Cabaiguán y más tarde en La Habana como comerciante. Los avatares de esta familia de grandes emprendedores han quedado recogidos en numerosos relatos epistolares como hemos significado, siendo uno de los más característicos el que dedica a la actividad de La Comercial, negocio emprendido por sus antepasados y origen del desarrollo y evolución de toda la familia Cabrera. Imbuido quizá por esta fácil narratividad con que contaban nuestros antepasados se embarcó a principios del año dos mil aproximadamente en la construcción novelada de este drama de la emigración clandestina, tema recurrente por cierto en la oralidad canaria y que refleja los heroicos avatares de la travesía atlántica hasta el Caribe, y que adquiere insólita coincidencia o sincronismo con la tradición nuestra.


LA      COMERCIAL
© Anastasio Cabrera Santos
“LA COMERCIAL” asentada en el Registro Comercial como propiedad de J. Cabrera y Hermano (José y Anastasio Cabrera) fue un establecimiento en Cabaiguán, destinado a la venta de víveres, licores finos y ferretería ligera, incluyendo aperos de labranza, situad en la intersección de las entonces calles Tercera del Oeste y Hernández Leal. Fundada en los años 20 del pasado siglo, La Comercial pronto se hizo de una numerosa clientela urbana y rural. José Cabrera, era el mayor de cuatro hermanos quien al llegar a Cuba había trabajado como dependiente de comercio. El otro fundador, Anastasio, llegó a Cuba con posterioridad y comenzó a trabajar inicialmente como vendedor mayorista de firmas comerciales, entre ellas J. Noval.
Cabaiguán, es un pueblo fundado en 1896, a finales de la Guerra de Independencia; pertenecía a una de las seis provincias originales, Las Villas cuya capital era Santa Clara. Cabaiguán está situado casi en el centro geográfico de Cuba; su configuración es ligeramente montañosa por su cercanía a la Cordillera del Escambray y Trinidad en dirección Sur. Por el lado Norte limita con Jara hueca, Remedios y a Caibarién, esta última la población costera más cercana, rica por su industria pesquera. Hacia el este Cabaiguán limita con Guayos y hacia el oeste con Placetas. Está atravesado por una línea del ferrocarril nacional, creada en 1924 que conecta La Habana con Santiago de Cuba y desde 1931, lo cruza la Carretera Central, importante obra vial. Más recientemente cruza Cabaiguán la Autopista Nacional. Su población actual sobrepasa los 70.000 habitantes y sus principales actividades económicas son el cultivo del tabaco, instalaciones de escogida de hoja y torcido de tabaco y una refinería de petróleo.
En Cabaiguán, el inmueble de La Comercial estaba dotado de tres grandes puertas que daban a Hernández Leal y otras cinco puertas por el lado de Tercera del Oeste, esta ultima una importante calle, entonces de adoquines, que permitía la comunicación rápida hacia las salidas del pueblo en dirección a las comunidades agrícolas de Santa Lucía por el lado Sur y Neiva por el Norte, localidades ambas pertenecientes al Municipio de Cabaiguán. La calle Hernández Leal, un terraplén fangoso en la prolongada época de lluvia estaba atravesada por la línea del ferrocarril y era el acceso a la estación de trenes existente entonces. La Comercial estaba rodeada de un ancho portal en forma de L; en el frente de Hernández Leal, el portal de la tienda contaba con largos travesaños de madera que unían los horcones y permitían el amarre de las bestias de la clientela que venía del campo. La Comercial tenía un mostrador también en forma de L. En la línea posterior al mostrador se exhibían contenedores de víveres o los sacos originales de granos, sal o azúcar, abiertos convenientemente. Se disponía de un molino de café, un refrigerador Electrolux que funcionaba con petróleo y una trastienda de almacenamiento de sacos de frijoles, arroz y azúcar que daba a un amplio patio limitado por una carpintería. El patio, colindaba con una escuela primaria y en el había un pozo con una bomba manual. El bombeo y su colección en un tanque era el único medio de suministro de agua para todos los fines. Detrás de la carpintería había otro gran patio con naranjos, cocoteros, caimito y un colmenar. Ese patio separaba esta propiedad de otra tienda de víveres “La Económica”, cuyo inmueble también pertenecía a J.Cabrera y Hermano. La vivienda de la familia estaba ubicada a unos 50 metros de la tienda por Hernández Leal, al lado de una escogida de tabaco, propiedad del leonés Félix Martin. Los ámbitos de esta escogida de tabaco eran frecuentes escenarios de nuestros juegos de la infancia.
En Cabaiguán, el inmueble de La Comercial estaba dotado de tres grandes puertas que daban a Hernández Leal y otras cinco puertas por el lado de Tercera del Oeste, esta ultima una importante calle, entonces de adoquines, que permitía la comunicación rápida hacia las salidas del pueblo en dirección a las comunidades agrícolas de Santa Lucía por el lado Sur y Neiva por el Norte, localidades ambas pertenecientes al Municipio de Cabaiguán. La calle Hernández Leal, un terraplén fangoso en la prolongada época de lluvia estaba atravesada por la línea del ferrocarril y era el acceso a la estación de trenes existente entonces. La Comercial estaba rodeada de un ancho portal en forma de L; en el frente de Hernández Leal, el portal de la tienda contaba con largos travesaños de madera que unían los horcones y permitían el amarre de las bestias de la clientela que venía del campo. La Comercial tenía un mostrador también en forma de L. En la línea posterior al mostrador se exhibían contenedores de víveres o los sacos originales de granos, sal o azúcar, abiertos convenientemente. Se disponía de un molino de café, un refrigerador Electrolux que funcionaba con petróleo y una trastienda de almacenamiento de sacos de frijoles, arroz y azúcar que daba a un amplio patio limitado por una carpintería. El patio, colindaba con una escuela primaria y en el había un pozo con una bomba manual. El bombeo y su colección en un tanque era el único medio de suministro de agua para todos los fines. Detrás de la carpintería había otro gran patio con naranjos, cocoteros, caimito y un colmenar. Ese patio separaba esta propiedad de otra tienda de víveres “La Económica”, cuyo inmueble también pertenecía a J.Cabrera y Hermano. La vivienda de la familia estaba ubicada a unos 50 metros de la tienda por Hernández Leal, al lado de una escogida de tabaco, propiedad del leonés Félix Martin. Los ámbitos de esta escogida de tabaco eran frecuentes escenarios de nuestros juegos de la infancia.
La Comercial y pocas otras tiendan daban soporte a la marchantería del área urbana de Cabaiguán y la procedente de la rica comunidad rural dedicada fundamentalmente al cultivo del tabaco, la caňa de azúcar, todo tipo de vegetales y la crianza de aves, ganado vacuno y porcino. Los canarios además de ser una parte fundamental entre los fundadores de la comunidad cabaiguanense fueron los iniciadores del arte del cultivo del tabaco. La actividad veguera del canario de Cabaiguán estableció los parámetros de selección de la mejor semilla, la época y método de sembrar los semilleros, el trasplante de las pequeñas matas, el cuidado de las vegas incluyendo el tratamiento de las plagas, la progresiva cortadura de las hojas y su almacenamiento en las “casas de tabaco”. La meticulosidad de este proceso, rutina establecida por los primeros isleños, permite que la hoja procedente del tabaco del Cabaiguán rural y áreas aledañas, como Hoyo de Manicaragua sean el contenido interno (la "tripa") obligada del habano, siendo la envoltura externa ("capa") de hojas de “Vuelta Abajo (San Juan y Martínez, Pinar del Rio). Esta combinación brinda una especial calidad en textura y aroma que hace que el “puro” cubano sea único para los fumadores más destacados del mundo, entre ellos Winston Churchill. El tabaco torcido de Cabaiguán y de otras áreas nacionales que usan la tripa cabaiguanense es un rubro que representa un significativo ingreso por exportaciones tabacaleras en Cuba y en toda esta historia hay que citar al héroe no anónimo: el isleño canario.
Por las décadas de los años veinte y treinta las ventas de La Comercial subían vertiginosamente en un pueblo que se desarrollaba rápidamente en los años posteriores a la independencia de Cuba, fines del siglo XIX y principios del siglo XX. La independencia de Cuba había eliminado muchos de los antiguos métodos de la organización económica típica de España y las impedimentas de exportaciones existentes durante la época colonial. El precio del azúcar de caña, primer rubro de la economía cubana, seguida por el Tabaco subía casi constantemente. Y el éxito de La Comercial seguía un rumbo paralelo al precio internacional del azúcar y al valor nacional de las vegas de tabaco. Una jolgorio particular en La Comercial alcanzaba su clímax en la época del año en que los vegueros vendían el tabaco. Cuando alguien vendía su cosecha y finiquitaba el adeudo con la Comercial, se abrían botellas de cerveza Hatuey, Cristal o Polar, ron y brandy Domecq y en medio de la alharaca hasta a los jovenes Cabreritas, se nos permitía participar en la fiesta con una cervecita a la mano.
Después de la tercera década del siglo XX conflagraciones mundiales como la Guerra Civil en Espaňa y la Segunda Guerra Mundial tuvieron un impacto negativo en la economía mundial de la cual Cuba no quedo exenta a pesar de que el precio mundial del azúcar casi siempre estuvo elevado. Surgieron escaseces de todo tipo y con ello el surgimiento del mercado negro. Por otra parte, el desarrollo económico del país sufrió un estancamiento adicional, fruto de la corrupción, criminalidad, abuso de poder y la falta de empleo. Estas condiciones afectaron notablemente no solo a La Comercial sino a infinidad de pequeñas y medianas empresas de Cuba.
La Comercial comenzó a declinar en la década de los años 50, unos treinta años después de fundada, hasta que a finales de esa década desapareció. José había regresando a Canarias quedando Anastasio como el único dueño hasta la desaparición de la entidad comercial. La Comercial se vió agobiada por los adeudos de una parte significativa de su clientela y el estancamiento de la economía de Cabaiguán resultante de la empobrecida situación económica y política nacional bajo el gobierno de Fulgencio Batista y el surgimiento de la actividad rebelde en las montañas dirigida por Fidel Castro. Este panorama motivó a Anastasio a emigrar hacia la capital donde compró una tienda de víveres bien situada en la barriada del Cerro, en Cruz del Padre y Universidad a unos 200 metros del Estadio del Cerro. Sin embargo esta nueva empresa tuvo una vida efímera ya que poco tiempo después de la caída del gobierno de Fulgencio Batista y la toma del poder por Fidel Castro, fue nacionalizada.
Juan y Braulio habian tomado un camino propio; Juan, muy a tiempo, marchó a Canarias y puso un establecimiento de víveres en Tenerife. Braulio comenzó a trabajar como carpintero en Cabaiguán y luego adquirió un vehículo de transporte de mercancía; posteriormente combinó el trabajo rutinario con actividades agrícolas ya que obtuvo una parcela para la siembra y crianza de animales en la finca de sus suegros en tanto que su esposa, mi tía Fidencia González (“Coca”), mujer muy emprendedora, montó una academia de corte y costura en Cabaiguán. José y Juan Cabrera fundaron sus familias en Canarias y allí nacieron sus descendientes. Los hijos de Braulio: José Genaro (“Pepe”) y Oneida Cabrera González, permanecieron en Cabaiguán y en épocas posteriores al giro comunista de la revolución cubana se trasladaron a Estados Unidos uniéndose a ellos posteriormente Braulio y Coca. Anastasio y su esposa Julia Santos, conjuntamente con sus hijos María Isabel, Anastasio Antonio, Gerardo José y María del Carmen Cabrera Santos permanecieron en Cuba. Anastasio y Julia, padres y María Isabel la hija mayor permanecieron en la Habana donde murieron. María Isabel había ingresado en un convento de monjas, Anastasio Antonio marchó a Venezuela terminando allí la Carrera de Medicina, Gerardo José, a Hungría donde terminó Ingeniería mientras María del Carmen se hizo ingeniera en La Habana. Anastasio padre, Julia Santos y María Isabel permanecieron en Cuba hasta sus fallecimientos. Anastasio Antonio, Gerardo José y María del Carmen marcharon a Estados Unidos con sus descendientes respectivos lugar donde María del Carmen falleció. Toda la descendencia de los hermanos Cabrera Santos viven en Estados Unidos, incluyendo a Frank Ernesto, hijo de María del Carmen quien falleció en Estados Unidos. La hija de María del Carmen, Vivian, permaneció en Cuba hasta su precoz fallecimiento dejando a su hijo Daniel, quien aun permanece en La Habana, bajo la protección de su abuelo Edison Guerrero, ex- esposo de María del Carmen.
En el actual año 2017, de los 15 nietos de José Cabrera y María Delgado, tres han fallecido, ninguno vive en Cuba, tres viven en Estados Unidos, dos en Hungría y los restantes en Canarias.
Feliciano J. Cabrera Delgado

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario