LA MUJER DE ARENA (NARRATIVA,
CONTINUACIÓN) 14 y 15
DUNIA
SÁNCHEZ
Las
mareas te lleven donde el retozar de manos gastadas emerjan en la lucidez de
una nueva tierra. Olvido en rebozar de
las inclemencias de tormentas sobre tu cuerpo. La dejadez te abandonarán y no
oscilarán ojos mediocres, sucios, grotescos en tus pisadas. Las huellas se detienen y la embriaguez de
otra tonada te hará crecer, creer en una vida mejor, en una liberación
enaltecida de los castigos a navajazos del hombre ¡Culpable¡ ¡Culpable¡ Ellos
son los culpables . Buscan donde nadie los distinguen y penetran en tu belleza
con la bestialidad de sus martillos ¡Avanza¡ ¡Avanza¡ entre la tinieblas
hallará cierta claridad, cierta escalada a la cumbre más alta dónde todo lo de
atrás será rajado, desmemoriado. Y
después volverás…volverás con las ganas de seguir de otra manera en distintas
aceras. Todo cambia. Todo se mueve en el sentido a favor de tu respiración.
Inspirar y espirar, espirar e inspirar. Surcos
en el aire con tus alas doradas en el corazón. La mujer de arena la deja
ahí donde rompe las olas y se fue suspirando. La inestabilidad, el
desequilibrio hostigan, atosigan a esta simple y la vez complicado mundo ¿Por
qué? Por qué se pregunta ella. No hay necesidad de ser mejores, peores solo
pasar por esta vida con la condición de saber que algún día seremos alimento de
gusanos, que seremos polvo …solo polvo.
Puedo que nuestro espíritu quede atrapado en esta atmósfera y nuestro resonar sea
fuente de nuevas vivencias y quizás recordemos, tomemos la precaución
intuitivamente de lo malo, de lo nefasto.
Y viento retorno a su espacio en el infinito, la ciudad se despejó y los
astros hablaron con la mujer de arena. Y la mujer contestó en su silencio,
quisiera descansar. Si, lejos de esta rutina que me invade con una pena innegable. Si, allí en el desierto donde esta
mi hogar en la frondosidad de sus
piedras, de su arena. Aguardará en lo que dura la jornada en los brazos del
sol, escondida, cobijada de cualquiera esencia en el camino. Mis pensamientos girarán y girarán en torno a
inflados mutismos y después resurgiré, erupcionaré como alma de vientos
polvorientos donde cuando la luna en toda su maravilla me llevo a esos
rincones donde el malestar, el desagravio, la templanza derruida y las lágrimas
es pala que escava tumbas para ser enterrados vivos.
CAPITULO 15
Estática,
intocable, precisa, nostálgica. Ella en el desierto, bajo el techo de un
firmamento luminoso callado…muy callado. Ella erguida, continuando con sus
pensamientos a la sombra de una tierra baldía, de una tierra erosionada a lo
largo de los siglos. Ve pasar caravanas
de camellos cuya dirección desconoce solo el sentido de su errar como
habitantes del desierto. Se aleja de
ellos, no quiere ser vista. Ella, mujer desnuda, con tez de canela y cuerpo de
canela. Ojos deambulando los secretos de su yo. El ayer no vale, es falso. El
hoy, un paso hacia las fronteras inexistentes en ese lugar. Ahí han caído,
¿Cuándo caerán las otras alambradas del poder? Luchamos por una esfera más
justa, más armónico, donde los pianos sabores de las palabras nos haga sonreír
o sino calmarnos. Sentarnos bajo alguna vieja vivencia y ser recorrido eviterno
de la paz. Que una llovizna sutil nos emancipe de toda helada en nuestro
corazón. La caravana ya no es visible,
hasta en el más hostil de los lugares existe vida. Y a esta cuestión ella misma
se debate, anuncia la duda ¿Estamos
solos? No, nunca, es su respuesta. Minúsculas semillas andantes de un cosmos
infinito, eterno ¿Cómo serán los otros? Más nobles, más bestiales, más nada. La
incertidumbre la abate y cae en la cuenta que está en un planeta llamado
tierra…tierra de mediocridad, de sarna que va tocando a cada uno de los que no
pueden vivir en la libertad de sus derechos. No, no estamos solos. El universo
es de extensión inacabable para atendernos a nosotros únicamente. Otras tierras
similares o no, evolucionadas o no, pacíficas o no. Ella imagina un planeta inesperado, lejano
donde quizás se reúnan las almas que ha rescatado de la oscuridad. Donde las exuberantes arboledas rindan
homenaje a los ojos revividos de la muerte. Sí, la muerte. Ojos azocados por el
afecto profundo de la igualdad. Donde la falsedad no tiene cavidad. Donde el
diabólico mal humano no está, es inexistente.
Un sitio donde para todos hay cabida donde la fealdad de sus vidas
anteriores solo sean amagos ausentes del
nuevo nacimiento. Hijos de la tierra.
Hijos abiertos a condiciones paralelos
como otros muchos. y, ¿si todo esto acabará? Yo solo voy y vengo, doy vueltas y
vueltas remendando, tejiendo seres de brumas, seres empozados en lodazales impertinentes,
soberbios. Ella , la no vista, la no
sentida, aguardó hasta nueva noche,
noche de sirocos que la llevarían , que la traerían en la más amargas de las
vidas. La soledad y el silencio. El silencio y la soledad…
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