LA MUJER DE ARENA(CONTINUACIÓN,
NARRATIVA) 16
DUNIA SÁNCHEZ
En el
horizonte donde la plateada juega con sus luces acostada con las estrellas ahí
, en el desierto, gentes sin rumbo o con algún destino incierto. Buscando la
costa, lejos, para partir a una nueva civilización. Una civilización donde los hijos de la
pobreza, de la sed, del hambre, de las guerras puedan restaurar sus vidas. Un
éxodo en el estómago del desierto, duro, cruel, nefasto. Un éxodo en las garras
del océano, agresivo, violento, egoísta. Llegarán o no tras sufrir el más
deshonesto, el más aborrecible, el más despiadado, la más asesina de las
alambradas de agujas candentes en el rechazo y la humillación. Todos, si llegan
a ese lugar ansiado, serán presos de una atmósfera que respira racismo en la
totalidad de la palabra. Serán hacinados en la cárcel del terror ante sus
sueños zanjados, rejas miraran cuando el despertar los alumbre en ese continuar
prohibido. Otros, sin embargo, dejaran sus huesos en este desierto, en esas
mareas donde serán náufragos de su cólera. Sepulturas esparcidas por todo este
mundo, sepulturas de donde brotarán sus almas olvidadas y vagarán en el
desencanto, en el desconsuelo de que tal vez …tal vez si hubieran aguantado un
poco más podrían haber guarecidos a sus
amigos, a sus familias en un halito de alegría, de vida. La mujer de arena los
ve pasar, triste, distraída en su mente que la aconseja ser muralla de ellos.
Solo, dejarlos o si acaso aproximarse como enseñanza de lo que verán, de lo que
les ocurrirán. Todo tiene que cambiar, un cambio que no deje agonizar a estas
almas en el abandono. Ya no pueden dar media vuelta, no tienen techo donde
calmar sus dolencias, sus desconsuelos, sus miserias. Sopla y sopla airada,
enfadada con la fatalidad sus finales. Sopla y sopla y la mujer de arena va a
por ellos, velando sus pasos lentos, sus pasos gastados, sus pasos oxidados.
Desaloja esa caravana de sufrimiento, de un aura plomiza y los lleva donde la
noche habla con la mar. Ahí, como albatros de las aventuras del vivir, los deja
para que al menos sean simiente de otras tierras, de otros mundos. Ella se
aleja y canta y canta la canción que escuchó aquel nómada del desierto.
Soñar en
el eterno columpiar de las jornadas,
Soñar en
la belleza de vuestras manos
Rebozadas
de un despertar placentero
Donde el
sol brillará en vuestro horizonte.
Y tenéis
que soñar,
Soñar en
la alegría del vivir,
Soñar en
el tierno vaivén de la brisa,
Soñar
como pajarillos entusiasmados, emocionados
Donde la
luna remará en vuestro sino.
Y tenéis
que soñar y soñar…
CONTINUARÁ
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