ESTUDIOS SOBRE NARRATIVA CANARIA
Hace unos meses suscitó diversos comentarios en la prensa
canaria este libro del intelectual senegalés Amadou Ndoye.
Leyendo algunas reseñas se incide en lo insólito de este estudio
exhaustivo que ha llevado a cabo durante los últimos lustros de
forma constante el recientemente doctorado por su tesis "la novela
canaria de los 70", el profesor africano Amadou Ndoye.
Ha sido la paciente labor de este metódico y cartesiano analista
certero de nuestra realidad cultural la que ahora arroja este fruto
maduro cuya edición aparece ya agotada a los pocos meses de su
eclosión.
Construir unos universales a partir de experiencias y aportaciones
singulares y concretas como parecen ser las novelas de cuatro
narradores canarios, para la narrativa en particular y para la
literatura en general no es tarea fácil. Pero en la humildad
Amadou Ndoye ha encontrado la llave con la que abrir las
herrumbrosas galgas del viejo caserón de nuestra identidad. En el
amor, también, por una tierra que él ha hecho suya, y que siente y
conoce en la voz de nuestros poetas. Hablar a través del hombre
insular, del hombre sojuzgado, amordazado y extranjero de su
propia realidad, es este y no otro el mensaje identitario de la obra
de Amadou Ndoye.
En el trabajo periodístico de José Almeida "galería de
canariólogos", se vierten opiniones que alentaron o
desencadenaron el interés de nuestro autor por la narrativa canaria
" Canarias ha sido tradicionalmente una tierra de poetas, de muy
buenos poetas como Tomás Morales, Saulo Torón, Alonso
Quesada, Agustín Millares Sall, etc. aunque yo creo que también
ha habido narradores que no se han valorado lo suficiente..." y
cita a Ángel Guerra, Benito Pérez Armas o Francisco Pimentel.
Añade unas causas a esa prevalencia del discurso poético: " no se
valoraba bastante la narrativa incluso por motivos editoriales ya
que era más fácil editar una colección de poemas que editar una
novela..."
Cifra Amadou en los años 70 la fecha en la que comienza a
pensarse en una buena narrativa en las islas. Y añade que hay que
estar atentos porque pueden surgir textos bastante interesantes.
El presente libro cuando aún era proyecto editorial es analizado
por Ndoye así: "me he ceñido a un aspecto concreto de cuatro
novelas de cuatro escritores canarios. Por ejemplo, me he
interesado por la conducta del canario en la reveladora novela
"Nos dejaron el Muerto" de Víctor Ramírez.; me he interesado
también por los símbolos y la poesía que aparecen en "El
Camarote de la Memoria" de Agustín Díaz Pacheco; me he
interesado por el tema del Descubrimiento en la novela de J.J.
Armas Marcelo "Las Naves Quemadas" y por último me he
detenido en "Faycán", de Víctor Doreste, que a mi modo de ver
encierra lecciones que todavía son válidas para las Canarias en los
años 90, aunque este texto se haya escrito en 1944..."
En estas líneas muestra nuestro autor la futura estructura que
tomará el libro actual.
Amadou Ndoye investido con collares de guijarros de
interminables mareas del Oeste africano, intérprete de cábalas y
teorías del número, se propone empujarnos al exorcismo, de
nuestras engastadas limitaciones caracterológicas insulanas. Y así
cada obra de la narrativa canaria deberá ser vista como un punto
de ruptura para dejar atrás un pasado e inventar en él un futuro
imaginario, una configuración sustraída al tiempo.
El narrador canario y sus fantasmas
Canariedad y Negritud ha titulado Alfonso O´Shanahan la
introducción a estos estudios. Se pregunta que "por qué un
africano senegalés, por más señas, se interesa específicamente por
esos años, (los 70) yo creo que es porque en ese tiempo emerge la
conciencia africana de las islas de mano de dos procesos
descolonizadores (Guinea Ecuatorial y Sahara Occidental, cita), al
tiempo que sucede una explosión de libertad popular (El
"Manifiesto de El Hierro está datado en 1976)". Nosotros
añadiremos que fueron los años de una auténtica "insurrección
popular". Creo que se pedía "más amor y menos colonialismo" en
una acertada frase del pintor Maximiliano Benítez.
Amadou Ndoye, cita O´Shanahan, es "nueva estirpe de
hispanistas, surgido al calor del Departamento de Español de la
Universidad de Dakar, en el que un canario, Juan Manuel
González Martel, dejó su semilla, supongo que tras maravillarse
(...) que hacia el Sur, existe un universo fabuloso que ignoramos,
el mundo del África Negra"
Así erige a Ndoye y Martel en hitos de una relación que en el
pasado tuvo otro prodigioso encuentro, el que se produjo entre
nuestro poeta García Cabrera y Leopold Shengor. Termina
nuestro prologuista con un dibujo de la inconveniencia de la
ignorancia mutua entre dos pueblos que comparten común
espacio en la fachada atlántica. Destacando la audacia que supone
el paso dado por Amadou sentándose entre nosotros para ocupar
un sitio vacío.
FAYCÁN, EL CAMAROTE DE LA MEMORIA, NOS
DEJARON EL MUERTO, LAS NAVES QUEMADAS
Siguiendo esta vertebración que ha escogido Amadou para su
libro crítico, el autor ha hecho aparecer tras los encabezados
capitulares una serie de citas conductoras. Faulkner, Leandro
Perdomo anteceden a lo que Amadou titula "el viaje de retorno al
rompecabezas de la identidad canaria". Del amplio estudio
señalaré los fragmentos que más han llamado mi atención. Así
esta novela Faycán constituye un alegato a favor de valores y
viejas tradiciones, cuya lengua acogedora de topónimos hace de
faro para otear la noche del tiempo.
Los protagonistas de Faycán son perros que viven en cuevas
como lo hicieron los guanches hasta después de la conquista. El
retrato corresponde al canario sojuzgado y desposeído,
socializado e imbuido de una conciencia de esclavo. Y "cuyas
cicatrices manan más sangre que las mismas llagas". Víctor
Doreste se remonta al origen tapándose bajo el velo del cuento.
No es azar, cada máscara desempeña su papel dentro de su
estrategia.
Sobre las fuentes de oralidad en las que bebe Doreste, Amadou
reflexiona sobre las Canarias de posguerra, donde se perpetuaban
las relaciones de oralidad, en un esquema campesino, entre
miembros de los grupos sociales. Confirma con ello que algunas
de estas características de estilo tienen su origen en tradiciones
orales y se han perpetuado con los tiempos. La preocupación del
Víctor Doreste cuentista le parece muy africana, seguir una
cronología de aconteceres.
El que cuenta despliega varios papeles: dramaturgo, cuentista,
actor; dice: La verdad del arte adapta las situaciones a las metas
que se ha fijado. Los perros se humanizan casi como en aquella
copla: ¡ que calle el hombre, que ladre el perro !
Aprovecha así para disertar un poco sobre el cuento, y así afirma
que el cuento es un sociograma que permite la participación de la
Asamblea en su conjunto y no sólo el protagonismo de los
actores-autores. Sobre la duplicidad psicológica del canario entre
dos personalidades distintas y a veces opuestas.
La actualidad y vigencia del texto es evidenciada por Amadou
cuando nos habla de la autenticidad y valores de autores como
Víctor Doreste. Resalta la conciencia contestataria, su lucha
contra la fatalidad, denuedo por estar cerca de las fuentes orales
remotas, su conciencia de la época. Contra el desprecio cultural la
Nómina nos parece enormemente positiva en tiempos como estos
en que se piden cribas a troche moche para los nuevos narradores
isleños.
El Camarote de la Memoria de Agustín Díaz Pacheco aparece con
el subtítulo de "la historia simbólica y poética de varias
marginaciones" y allí nos son desvelados los más insospechados
secretos sobre esta novela borondina " el canario lucha contra
unos enemigos invisibles, peligrosos e inasibles cuanto que viven,
respiran, duermen con su dueño (...) como decía Galdós el
hombre lleva dentro de sí mismo su propio infierno.
Contradicciones e inestabilidades le sacuden y zarandean a
despecho suyo para mantenerlo fuera del ser. Así el capitán
Montelongo en la novela no dispondrá de hombres sino de " una
colección de incertidumbres, un nudo de desconfianzas". Así el
isleño como aquel protagonista, surgirá de la oscuridad y avanza
sigilosamente, sorprendiendo a sus interlocutores cuando sale a
escena. A lo largo del relato se expone que las sombras, tinieblas
surgen al compás de la lectura. Todo lleva la marca de la
nocturnidad. la noche encubre lo que uno se esconde hasta a sí
mismo. Hijos de la noche, cita Amadou, los protagonistas
caminan, se internan en los meandros y recovecos de su aventura,
aparentemente indolentes, sin importarles demasiado la utilidad
de sus fines; pero hay otra razón, el capitán pensará que: "lo
importante en esta travesía ha sido ir al encuentro del temporal y
capturar la luz. La altura y el abismo de la luz". Ha pensado en el
viaje del insular hacia el mundo de los "hombres libres". Los
procedimientos poéticos de que se vale Díaz Pacheco son
apreciados por Amadou como reminiscencias de la originalidad
surrealista canaria. La poesía hace que los personajes se
incorporen a una realidad cósmica donde fluye una corriente de
animismo que nos permitirá proyectarnos al tiempo mítico para
resucitar la unidad perdida entre historia, personajes, fuerzas
exteriores e impulsiones íntimas. Hombre e isla abrigan el mismo
sentimiento.
Ser de la penumbra que anuncia tensiones y contradicciones que
sacuden a la sociedad, el novelista, el intelectual, tiene un ingrato
e incómodo papel, entre otros destruir mitos tranquilizadores y
falsos. "Cuando el presente contempla ignorancia y enajenación,
no se puede pintar la realidad como lo hacen los vendedores de
sol, pisos y playas". Servilismos, miedos, cobardías. Enquistados
en el étnico inconsciente colectivo se hacen consecuencias en lo
cotidiano. Sumisión y Transgresión. "Entre el Miedo y la
Valentía" titula Amadou su análisis de Víctor Ramírez: es difícil
escapar del condicionamiento del miedo. Por ello el narrador
alerta de que en las llamadas islas afortunadas "no todo el monte
es orégano y que las apariencias engañan". Ndoye hace patente
que el narrador mantiene bajo su tónica de humor los deseos de
superación y justicia y por ello apoya toda iniciativa a "sacudir la
modorra" de sus conciudadanos. Luego destacará, superada la
catarsis de la intimidad, las conductas sorpresivas, el aflojamiento
de los lazos a la norma y la disciplina social. Añadiendo como
conclusión que en el getho de la marginalidad se descubre a unos
hombres atenazados por férreos correajes de una sociedad
opresiva. Son sombras de la platónica caverna que ante la luz
respirarán salud e inocencia al descubrirse a sí mismos.
La obra de Juan Jesús Armas Marcelo "Las Naves Quemadas"
mantiene el subtítulo "una aproximación singular al tema del
descubrimiento" ya que la obra es vista por nuestro autor como
una lectura parótida de la historia. Novela de trastrueques y
desajustes cronológicos, personajes entrecruzados. Así destaca
entre sus rasgos: la parodia, la irrisión y la distancia irónica.
Tratando de acercarse aun más a J.J. Armas Marcelo, Amadou
Ndoye menciona los orígenes acomodados de antiguos
terratenientes antepasados de Armas Marcelo. Su paso por el
colegio de los jesuitas y su visión del colegio como un lugar de
tortura, como "una prensa laminadora de cerebros de donde ha
brotado la anemia moral e intelectual del archipiélago". Así hace
notar que Armas Marcelo ve en su propio destino "lo que
sufrieron unos canarios célebres que tuvieron que aguantar antes
de él la hostilidad e incomprensión de envidiosos y paisanos". Así
lo expresa al recordar que según el escritor reina una mentalidad
cainista en la isla y el que destaca recibe dentelladas. Si tiene que
destacar en definitiva algo especial en la literatura de este escritor
será: su ludismo literario, el ingenio verbal y la vasta cultura
literaria.
El libro como hemos enunciado, responde a un objetivo didáctico.
Dar a conocer una visión de nuestra narrativa desde la perspectiva
más objetiva posible. Desde el vecino país de Senegal. Y aunque
el mundo de las ideas tiene menos fronteras que las físicas o
incluso las del idioma, nosotros nos quedaremos con el valor que
supone para las letras canarias esta aportación ensayística desde el
extranjero, que sin duda ayudará a que el fenómeno de la creación
y el estudio crítico de nuestros autores aparezca en el tono de
calidad y dignidad que Amadou Ndoye ha encontrado en la
literatura canaria a la que estos textos pertenecen.
ROBERTO CABRERA
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