PRESENTACION EL 29 DE ABRIL
A LAS 7 DE LA TARDE
Crítica literaria, antecedentes y contexto
No existe entre estos escritores voluntad de grupo o generacional, apenas las coincidencias, como dijimos, de tiempo y espacio, es decir, son autores que escriben novela en Canarias a caballo entre los siglos XX y XXI. Acaso, además, podríamos proponer como característica o peculiaridad de esta novelística, en relación a los escritores anteriores, que sitúan sin complejos sus narraciones en ciudades y localidades canarias perfectamente reconocibles, con sus nombres y apellidos, y así es fácil ver desfilar por estas novelas entornos urbanos o rurales como Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria, Arona, Santa Cruz de La Palma e, incluso, localidades muy pequeñas, como La Restinga o El Pinar, por citar algunas de estas localizaciones de la geografía insular.
En un premonitorio ensayo firmado por Juan José Delgado y titulado Apuntes para una aproximación a la narrativa canaria última, publicado en 1996 en el número 25/26 de la revista La Página y donde el crítico analiza la producción narrativa canaria comprendida entre 1980 y 1996, Delgado trae a colación de la poca o nula voluntad generacional de los narradores canarios una reflexión del ensayista Jorge Rodríguez Padrón que por su interés reproducimos a continuación: “En Canarias la comunicación habitual entre los narradores no condiciona ni determina una premeditada intención de grupo”. Delgado añade a las palabras de Padrón que “unos se preocuparán por el lenguaje, otros por mostrar o transfigurar la realidad. En definitiva, pueden ser varias las tendencias, pero casi todas ellas giran en torno a un eje común: la isla”. Más adelante, Juan José Delgado, trayendo de nuevo las palabras de Rodríguez Padrón, aclara que se trata de “un universo-isla entendido no como entidad geográfica o como paradigma de determinadas costumbres, sino como actitud, incluso moral, en muchos casos hasta lingüística, y desde luego social e histórica”.
Cuando Juan José Delgado se pregunta por cuál podría ser la causa de la diversidad de tendencias que caracterizan a la narrativa de aquellos años 80 y 90, responde que el narrador percibe la realidad exterior “fragmentada”, de lo cual se deriva un “yo roto”. De ahí que en dicha narrativa se produzca una “territorialización del yo”, puesto que “el yo crea su espacio y lo crea para establecer en ese lugar su propio nacimiento”. El narrador creará un mundo “potenciado por el subjetivismo y por el poder de un lenguaje cuidadosamente elaborado”. Delgado puntualiza además que “este predominio del yo ha beneficiado la escritura de la narración corta”. A nuestro parecer, el juicio del profesor Juan José Delgado sigue siendo válido para definir la narrativa canaria de finales del siglo XX y de principios del XXI y, si bien algunos aspectos de tipo sociológico nos ayudarían también a explicar la extraordinaria proliferación del relato corto, esa territorialización del yo sigue muy presente en la mayoría de las producciones de los nuevos narradores, no en vano ya en ese temprano ensayo de Delgado se citan las obras de Víctor Álamo de la Rosa, David Galloway y Anelio Rodríguez Concepción, tres de los autores representados en esta selección.
Juan José Delgado es el crítico que más se ha caracterizado por estudiar la narrativa canaria de las últimas décadas y, en este sentido, son paradigmáticas también sus antologías de este género. A este respecto debemos citar El cuento literario del siglo XX en Canarias (estudio y antología), publicado en 1999 por el Ateneo de La Laguna, donde, de entre los autores más jóvenes, sólo incluye a Víctor Álamo de la Rosa. También es suya la antología Los mejores relatos canarios del siglo XX, editada por Alfaguara en 2004, donde incluye narraciones de Anelio Rodríguez Concepción y Víctor Álamo de la Rosa. Ese mismo año, en la excelente revista que él mismo impulsa y dirige, Cuadernos del Ateneo de La Laguna, Juan José Delgado publica un nuevo ensayo, titulado Siete notas para cien años de narrativa, donde sus juicios vuelven a ser esclarecedores. En el epígrafe titulado De los años 80 hacia el siglo XXI Delgado insiste en las claves que explican la última narrativa anterior al fin de siglo: “Los factores o circunstancias que favorecieron el llamado boom de la narrativa canaria en los 70 fueron debilitándose de manera que en la década siguiente se acusa un desinterés por las publicaciones narrativas de Canarias. No obstante, las dos tendencias fundamentales se mantienen. Por una parte, en la modalidad mítico-histórica concurren novelistas del boom (León Barreto, Armas Marcelo, Alfonso O’Shanahan). Agustín Díaz Pacheco, Sabas Martín, Emilio González Déniz son narradores que emergen en los ochenta con novelas que se sitúan entre estas coordenadas mítico-históricas. […] La variedad de tendencias caracteriza a los narradores de las dos últimas décadas del siglo XX. Se aprecia en ellos un fuerte cambio en la conciencia que percibe la realidad. Se mantiene el conflicto entre un protagonista y el mundo exterior o social. Se crea un universo moral conformado por un habitante en el reducto de una isla”.
Juan José Delgado agrega que “hay mundos relatados, como los de Víctor Álamo de la Rosa, que brotan de una raíz inmemorial, en donde el espacio rural se impone, e impone al narrador una escritura cálida. Es el mundo del ayer próximo y del campo, un mundo anciano y en fase de consumación, en donde no son válidos los códigos actuales”. El profesor añade que en la última narrativa canaria del siglo XX se cuenta además “con un relato de ámbito urbano” y cita a Roberto Cabrera. En el camino de la creación de “espacios fabulosos” refiere la obra de Antolín Dávila, mientras que su ensayo finaliza citando las obras de Daniel Duque, Dolores Campos-Herrero, Cecilia Domínguez, Nicolás Melini, David Galloway y Domingo Luis Hernández.
Por su parte, Sabas Martín, en su ensayo sobre la narrativa canaria actual publicado en su libro, ya citado, Ínsula de Babel, escribe que “los últimos narradores canarios se definen en una acendrada actitud individualista, sin intención de grupo. Sin embargo, sí podrían extrapolarse algunos rasgos genéricos. Como que se produce una intensificación del componente mítico, se utiliza la ironía como sistema crítico, se establecen espacios cerrados, se incorporan géneros –relato negro, erótico, la crueldad caníbal- que tienden a una homologación o normalización semejante a la de otras literaturas universales, todo ello sin dejar de establecer vínculos con corrientes netamente isleñas del pasado. Y, casi como aglutinador común, un uso singular del lenguaje, en mayor o menor intensidad según cada autor en particular, que hace que la narrativa canaria (al menos parte de ella) muestre rasgos de diferenciación peculiar con respecto al resto de la literatura española”. En este mismo ensayo, Sabas Martín reclama para algunos de estos autores un análisis más pormenorizado de sus respectivas obras.
Estos trabajos de Juan José Delgado, que llegan hasta finales del siglo XX, junto con los ensayos ya citados de Sabas Martín, son las principales referencias que hemos encontrado a esos años en los que empiezan a gestarse y proyectarse las principales figuras de nuestra narrativa actual. Sobra decir que es muy triste y significativa la ausencia de estudios, generales o particulares, sobre las obras de estos nuevos novelistas que con tanto desparpajo e intensidad han irrumpido felizmente en el panorama de nuestra última literatura canaria.
Premios de novela y editoriales
El principal premio de novela que existe en Canarias es el Benito Pérez Armas, galardón que convoca la entidad financiera CajaCanarias. En la década de los años 70 este premio sirvió para que se dieran a conocer los nuevos narradores que protagonizarían el tan cacareado boom de la narrativa canaria. Sin embargo, resulta interesante comprobar los grandes altibajos de este premio a lo largo de su historia, porque, curiosa y significativamente, sólo dos de los principales novelistas canarios de las últimas generaciones han sido distinguidos con este galardón (José Luis Correa y Cristo Hernández). Pensamos que este hecho (el hecho de que la historia de la novela actual en Canarias se esté construyendo sin la participación del único premio de novela existente en Canarias) debería servir para que sus responsables recondujeran la deriva de este galardón, que cumplió un papel fundamental en los años 70 y que debería cumplirlo en la actualidad, sobre todo porque es el único premio de novela que se convoca en Canarias, un premio que desde hace muchos años no está sirviendo al que debería ser su propósito principal: valer como acicate de la novela en Canarias. Esta realidad nos parece cuando menos curiosa, porque salvo la única convocatoria del ya extinto premio Alfonso García Ramos del Cabildo de Tenerife que se dedicó a la novela y que obtuvo Víctor Álamo de la Rosa, lo cierto es que el panorama literario regional no ofrece demasiados alicientes para el novelista insular. Sin embargo, entendemos que es fundamental la labor que están llevando a cabo algunas editoriales canarias en el desarrollo de esta narrativa, apostando por la edición de obras de estos novelistas. Son los casos de editoriales como Anroart, Benchomo, Baile del Sol, Ediciones Idea, Artemisa, Ediciones La Palma, la Caja Literaria y la propia Ediciones Aguere que, desde su modestia y como director de la misma, he de confesar que también se configura como plataforma de lanzamiento y publicación de nuevos autores. También es muy importante el hecho de que varios de estos autores, en especial José Luis Correa, Víctor Conde y Víctor Álamo de la Rosa, cuenten habitualmente con editoriales de carácter nacional que publican sus libros, como Alba, Planeta o Espasa, entre otras, por lo que eso supone a la hora de una mayor y mejor distribución y promoción de los autores y sus libros. Igualmente fundamental es el nivel de traducciones logrado por las novelas de Álamo de la Rosa, el más internacional de los novelistas canarios de esta última generación.
Por otra parte, y antes de concluir esta breve introducción, se nos hace necesario destacar algunos aspectos a nuestro juicio bastante negativos, como por ejemplo el escaso interés que demuestran los medios de comunicación insulares por este fenómeno narrativo y la ausencia de crítica literaria y la nula dedicación de estudios universitarios, académicos, a la literatura canaria de los últimos treinta años. Resulta asombroso, por no decir patético, la casi total ausencia de ensayos o reflexiones sobre la nueva narrativa de Canarias y sus protagonistas. Pensamos que, con algo más de atención crítica y de los medios de comunicación, este fenómeno narrativo pasaría menos inadvertido. La demostración más evidente de esta falta de interés por la última narrativa de Canarias es precisamente el hecho de que desde 1994, cuando el Ateneo de La Laguna acogió el II Encuentro de Narrativa Canaria: narradores canarios hacia el fin de siglo, ninguna institución haya propiciado la celebración de algunas jornadas, encuentros o congresos en torno a este importante auge de la narrativa canaria. Dieciséis años después, se hace urgente impulsar una tarea de revisión crítica y reformular algunas de las preguntas que ya se hacían los participantes en aquel lejano II Encuentro de Narrativa Canaria, cuyas actas, conclusiones y ponencias fueron publicadas en 1996 por el propio Ateneo lagunero. En el ensayo de Juan José Delgado recogido en dicha publicación, el crítico se quejaba de que la narrativa en Canarias de los años 80 y 90 “ha sido más episódica que continua; es la prueba, acaso, de una sociedad que no muestra de modo natural su cultura sino con golpes de un corazón taquicárdico”. Es hora ya de corroborar algunos cambios en ese escenario descrito a finales del siglo XX y llamar la atención sobre nuestros últimos novelistas. Es necesario que la novela piense Canarias y que los canarios nos pensemos y veamos nuestra verdadera cara tras reflejarnos en el indispensable espejo de la novela, ese género literario que ayuda a madurar nuestras sociedades.
Coda
La abundancia de novelas con que estos escritores de la Generación 21 sacuden el panorama narrativo canario no tiene parangón en la historia de nuestras letras, ni siquiera en la década de los años 70. Las facilidades para publicar y la continuada dedicación al género que vemos en la mayoría de estos autores, nos llevan a hacer una cuenta obvia y hasta fácil: sólo entre los autores representados en esta selección hablamos de una producción de alrededor de unas cincuenta novelas publicadas en apenas una década, un número realmente asombroso si pensamos en nuestra historia literaria (en la tan celebrada década de los 70, si hacemos la misma cuenta, apenas reunimos una docena de novelas). Y aunque ahora estamos hablando de cantidad, simplemente para dejar muy clara la importancia y potencia de este fenómeno narrativo, también queremos hablar de calidad, porque el lector curioso podrá encontrarla indudable y sobradamente en las narraciones de estos autores. Ojalá este libro contribuya precisamente a encaminar nuevos lectores hacia esta narrativa, porque ése es su propósito central y con ese deseo lo hemos puesto en sus manos.
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