lunes, 13 de mayo de 2024

CAMBIOS Y PERMANENCIAS

CAMBIOS Y PERMANENCIAS

Las elecciones CAT crean coreografías nuevas, pero resulta imposible saber si el PSC gobernará en solitario, con Comuns, con el Tripartit, con Junts, o no será capaz de formar gobierno

GUILLEM MARTÍNEZ

Salvador Illa celebra la victoria del PSC en las elecciones

autonómicas del 12 de mayo.

1- Hola, esto es un análisis de urgencia, en el que se pretende mostrar, como su nombre indica, lo urgente. Es urgente, así, señalar situaciones que, hace tan solo unas horas, no existían, y que el recuento electoral ha creado. No es tan usual, por otra parte, que un recuento electoral cambie tantas cosas como se han visto cambiadas hoy. Veámoslas.

 

2- El PSC ha conseguido una victoria histórica. Nunca jamás el PSC había ganado, con tanta nitidez, tanto en votos como en escaños. Nunca jamás el PSC había ganado en la circunscripción de Tarragona. Todo ello es importante. Crea coreografías nuevas. Entre ellas, cierta necesidad de que, de alguna manera, el PSC gobierne. No hacerlo, tras la victoria alcanzada, dibujaría patologías democráticas. En el país donde, por cierto, nacieron algunas de esas patologías democráticas, que hoy campan a su aire en MAD, esa locura crispada y autosuficiente. Como la patología derechista consistente en calificar a un gobierno de izquierdas como ilegítimo, nacida, a principios del siglo XXI, en Cat y en el entonces entorno convergente, cuando el primer Tripartit. ¿Esa patología sigue vigente, o la amnistía –esa cosa nacida para que las élites pudieran pactar entre ellas, nuevamente– ha quitado rigor –mortis– a la política catalana?

 

3- Al PSC, visto lo visto, no le fue nada bien el momento the power of love de Pedro Sánchez. La campaña PSC, sustentada en una gran participación de Sánchez, se vio a) desprovista de su DJ resident durante cinco días, se vio b) desplazada por una situación personal de Sánchez, que él mismo se encargó de que no llegara a ser colectiva y estructural. Y, en fin, se vio, c) en peligro. Sánchez , visto lo visto, jugó con las cosas de comer de muchas personas –eso es, y no otra cosa, una victoria o una derrota electoral–. Y eso suele tener consecuencias. De una manera u otra, las veremos.

 

4- Hay mayoría –de hecho, hay mayoría absoluta– para un Tripartit. Se ignora si hay ganas. ¿ERC ha superado su sensibilidad ante el bullying de Junts? ¿Puede tomar decisiones propias, más allá de las burlas que nacerán en el bar de oficiales? Se ignora también, y esto es importante, si el PSC más conservador de su historia tiene ganas de un Tripartit. ¿Quiere gobernar en minoría y en solitario? ¿Quiere gobernar con Junts? ¿Es posible ya un Govern PSC-Junts, o aún el mundo post-convergente, debido a una serie de dogmas culturales que pudieran seguir vigentes, se niega a su propia continuidad biológica, algo por lo que luchan hasta los virus?

 

5- El PSC ha ganado –ha ganado, además, 180.000 votos respecto a 2021– y le ha salvado los muebles a Sánchez –a falta, claro, de una nueva convocatoria electoral en Catalunya por incapacidad de formar Govern–. Pero el PP también ha ganado –concretamente, 216.000 votos; al histórico; se dice rápido– y le ha salvado los muebles a Feijóo. La campaña del PP, además, ha sido raruna. Ha consistido en transmitir el talante pausado, tolerante, de su líder, Alejandro Fernández. Pero también todo lo contrario: la cultura de la Guerra Cultural del PP Feijóo, sustentada en el fake. El PP CAT, incluso, ha transmitido también la cultura de la Guerra Cultural del PP MAD, ese al que que Jaime Miquel llama el Ppén, convocada en la persona de Ayuso, que vino a BCN a practicar la Campaña Continua.

 

6- Son importantes –y pueden ser determinantes, no solo en Catalunya– las distintas gramáticas de la Guerra Cultural, todas victoriosas en estos comicios. De hecho, han ganado, han aumentado en sus votos, los partidos que apuestan por ese tipo de gramáticas, eléctricas y retroalimentadas, como el aludido caso del PP. Junts, pionera en el trumpismo local –se adelantó, incluso, a MAR/Ayuso en esa disciplina–, ha ganado, guau, unos 100.000 votos –¿hasta qué punto no son votos metropolitanos?; habrá que satisfacer, en los próximos días, esa pregunta–. Junts, en precampaña, jugó con la inmigración en modo Vox, si bien en campaña ha sentimentalizado/guerreado-culturalizado, el 1-O, y ha emitido ciertos signos de establecer algo que entiende como una suerte de compromiso histórico, y que en realidad puede ser, simplemente, la voluntad de volver a emitir acuerdos, pactos, política, curro, sueldos. ¿Cuál de sus dos caracteres y opciones se impondrá en los próximos días? Vox, o la Guerra Cultural más italiana, ha ganado 20.000 votos –será importante saber de dónde vienen; ¿son de las clases altas?, ¿son de las clases más precarizadas, esto es, son votos que han venido a quedarse?–. Aliança Catalana –Guerra Cultural más francesa– irrumpe en el Parlament. ¿Quién les ha votado? ¿Crecerá, o los otros accesos catalanes a la Guerra Cultural ya son suficientes?

 

7- Sobre la presencia de diferentes partidos de extrema derecha en un parlamento, diferenciados únicamente por su banderita: es algo llamativo, pero es la segunda ocasión que ocurre. Ya pasó, si se fijan, en el Congreso.

 

8- ERC es la gran derrotada. Pierde, en esta ocasión, cerca de 200.00 votos. Mucho, si pensamos en sus pérdidas acumuladas en anteriores comicios. Sería previsible un cambio en su dirección, algo que, en lo que es llamativo, no resulta previsible. La deriva de ERC explica que el procesismo no ha sentado bien a las izquierdas. Únicamente parece haberse beneficiado de este periodo el PSC, que se enfrentó al lenguaje del procesismo –y a su gramática; o punto 6–. Y no mucho. Le bastó ponerse de perfil, sin grandes aspavientos. O, como me dijo un dirigente del PSC hace diez años: “Si no tienes nada que decir ante un problema que durará 20 años, no digas nada”. CUP ha perdido 68.000 votos, y una parte de ellos –se apuntaba en el último CEO– podrían haber ido a nutrir a Aliança Catalana. Comuns, que fue en dos elecciones generales el partido catalán más votado, sigue en la espiral iniciada al no alejarse, en su día, del lenguaje procesista. Acaba de perder, en esta emisión, 22.000 votos. Poco, si bien esa pérdida apunta lo que puede pasar en toda la Península. Que el PS se coma con patatas a su izquierda. Veremos cómo va la cosa en las europeas.

 

9- Importante, me temo. Si ERC convocó las elecciones anticipadas, es porque creía que este era el mejor momento, el que condensaba sus mejores opciones. Pues bien, en lo que puede ser una metáfora de las izquierdas, ese era un mal análisis. Las derechas –hoy, todas, no son más que diferentes gramáticas de la Guerra Cultural en Catalunya y en España– se equivocan menos, pues no fabrican análisis, sino realidades, sensaciones de realidad, de vida. Es decir, fakes. No les va mal. Tal vez gracias a los pésimos análisis de las izquierdas. Y, ya puestos, al poco tramo para políticas diferenciadas de las derechas, precisamente.

 

10- Junts, un partido sustentado en el fake, y en la vivencia del sufrimiento, esa cosa que arrasa en Europa y USA, existe. Y ERC, un partido que intentó abandonar esa gramática, o al menos su intensidad, existe menos. Esa es la metáfora del día, me temo.

 

11- ¿Junts intentará un cambio de cromos, Moncloa por Sant Jaume? Es posible. Pero no sería un intento importante, ni determinante. Es posible que tan solo supusiera la pérdida de apoyo parlamentario al Gobierno en Madrid. Algo que ya sucede en cada votación. España se está catalanizando. Es decir, se está acostumbrando a la inestabilidad, a la precariedad laboral de los Gobiernos. No es para tanto. Es la época.

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