¿QUÉ HACEMOS CON FERRERAS,
PRESIDENTE?
DIARIO
RED
Si después de saber
que Ferreras trabajó con los mafiosos que rebuscaban en la basura material
difamatorio contra la mujer de Sánchez, su respuesta es el silencio, entonces
no tendremos más remedio que concluir que nos mintió a la cara con aquella
carta
Hoy, en Diario Red, publicamos una parte de los audios de Villarejo en la cual Antonio García Ferreras no solamente dice que le va a «soltar una hostia» a Pedro Sánchez «muy pronto, muy pronto«, no solamente avisa de que Sánchez «va a sufrir estas dos semanas» porque «va a tener 2 o 3 programitas» sino que además comenta con el comisario mafioso de las cloacas el asunto de los negocios de su suegro. En un momento dado del audio, Villarejo se dirige directamente al presentador de Al Rojo Vivo y Director de La Sexta: «Antonio, ¿cómo se le ocurre a este hombre decir un día, 15 días antes de las elecciones, vamos a sacar una ley contra la prostitución no sé qué, y su suegro con un puticlub?» A lo que ‘Antonio’ contesta, displicente, «un cachondeo«.
Teniendo en cuenta
el ambiente de camaradería rancia y el tono chabacano de coñac y puro, así como
el hecho de que, en esa misma comida, de la que formaron parte no solamente
Ferreras y Villarejo, sino también el directivo de Atresmedia y presidente de
La Razón, Mauricio Casals, el jefe de la unidad anticorrupción, José Luis
Olivera, y el empresario corrupto relacionado con Ignacio González, Adrián de
la Joya, además de hablar de «soltar hostias» a Pedro Sánchez también
despacharon numerosos otros asuntos —como la operativa mediante la cual Ana
Pastor «mató» a Monedero, según palabras del propio Ferreras, o el episodio en
el que ‘Antonio’ le dijo a su ‘hermano’ Inda «Eduardo, yo voy con ello, pero es
demasiado burdo», refiriéndose a la publicación del bulo sobre la cuenta de
Pablo Iglesias en Granadinas—, poniendo todos estos hechos juntos y atando
cabos, es evidente que estamos hablando de una colaboración estable y, por lo
tanto, de que Antonio García Ferreras se situaba —¿se sitúa?— en el centro de
una trama corrupta que utilizaba mercancía averiada de las cloacas para
intentar destruir la reputación y la viabilidad electoral de determinados
líderes y partidos políticos.
En otras palabras,
lo que prueba el audio que publicamos hoy es que Ferreras participó de una
asociación criminal que, entre otras muchas operaciones, se dedicó a hozar en
los negocios de Begoña Gómez. Si damos por buena la terminología empleada por
el propio Pedro Sánchez en la carta que envió a la ciudadanía amenazando con
dimitir precisamente debido a este tipo de campañas, Ferreras sería uno de los
principales distribuidores del fango de ‘la máquina del fango’.
Así las cosas, es
legítimo preguntarse si tanto el presidente del Gobierno como las diferentes
fuerzas políticas que han descrito lo que le están haciendo a la mujer de Pedro
Sánchez como una amenaza a la democracia se van a pronunciar en algún momento
respecto de la participación de Ferreras en la trama mafiosa o, por el
contrario, van a continuar no solamente callando respecto del director de La
Sexta sino incluso participando de su programa.
Lo que prueba el
audio que publicamos hoy es que Ferreras participó de una asociación criminal
que, entre otras muchas operaciones, se dedicó a hozar en los negocios de
Begoña Gómez
De momento, el
único líder político que se ha atrevido a decirle a Ferreras en directo que
protegía a un sicario como Eduardo Inda fue Pablo Iglesias en 2019 en dúplex
desde Zaragoza. A partir de ese preciso instante, por supuesto, nunca más el
programa de Ferreras volvió a dar voz a Iglesias y tampoco a ninguno de los
portavoces principales de Podemos. La ‘máquina del fango’ opera con unas reglas
que podemos criticar por su carácter mafioso pero que no dejan de ser muy claras:
si te atreves a denunciar la operativa de difusión de bulos y difamación,
entonces la ventana mediática para que puedas propagar tu mensaje político y
aumentar la viabilidad electoral de tu partido se cierra a cal y canto. Y
viceversa: si guardas silencio respecto del hecho de que Ferreras es un
periodista corrupto que trabaja con las cloacas para destruir reputaciones y
amañar las elecciones, entonces te invita a participar en su programa y te
ayuda a que te vaya bien en la política. Que se lo digan, si no, a Yolanda
Díaz, a Joan Baldoví, a Íñigo Errejón o al resto de portavoces de Sumar.
En todo caso y más
allá de la inconfesable táctica de algunos de los sectores de la supuesta
‘izquierda’, es completamente cierto que, como señaló Pedro Sánchez en su
carta, estamos posiblemente ante la más grave amenaza existencial al sistema
democrático. Si elevamos la vista —algo que estamos obligados a hacer dada la
magnitud del desafío—, no es exagerado afirmar que estamos ante un problema de
Estado. Es por ello que la respuesta a la pregunta que titula este editorial es
completamente determinante. ¿Qué hacemos con Ferreras, presidente?
Porque, si después
de saber que un operador mediático de esta magnitud trabajó con los mafiosos
que rebuscaban en la basura para ver si encontraban material difamatorio
relacionado con el supuesto ‘puticlub’ del padre de la mujer del propio
Sánchez, la respuesta del jefe del ejecutivo es el silencio, entonces no
tendremos más remedio que concluir el conjunto de la ciudadanía que nos mintió
a la cara con aquella carta y que no solamente se aprovechó de aquella
operativa corrupta para hacer daño a su competidor político sino que, además,
piensa seguir estableciendo alianzas tácticas con los diferentes operadores de
‘la máquina del fango’, señalándolos cuando vayan a por él pero protegiéndolos
cuando ataquen a sus adversarios.
Pedro Sánchez ha
decidido, después de sus cinco días de reflexión, que va a situar el combate
contra estas operaciones de mentira y de odio como el principal elemento
movilizador en las campañas electorales catalana y europea. El problema es que,
para hacer eso, hay que tener credibilidad. Y, si sigue protegiendo a Ferreras
después de lo que toda España ha podido escuchar, estará dejando completamente
claro que su palabra no vale nada.
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