domingo, 24 de noviembre de 2024

LO DE MAZÓN

 

LO DE MAZÓN

De Alemania vienen cosas, que será preciso observar, mientras la espuma de los mazones, de cualquiera de ellos, nos cubre semanalmente

GUILLEM MARTÍNEZ

El presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos

Mazón. / RRSS Carlós Mazón

1- La cultura del evento consiste en paralizar la emisión de información, para centrarse en la retransmisión constante de, lo dicho, un evento, que una semana es Errejón y a la otra una riada. El evento no aporta datos, sino percepciones: ideología, tácticas para la polarización. Por aquí abajo, ese modo de hacer es algo común desde los 90, y adquiere su mayoría de edad como género con el atentado de Atocha/2004. La cultura del evento es una característica de los sistemas informativos –y políticos; son lo mismo– chungos. El presente artículo consiste en un intento de desplazar la espuma de la última espuma –me temo que la última espuma es Mazón–, y apuntar lo que hay debajo de ella. Se trata de diversos objetos, algunos de ellos, en verdad sorprendentes –no se pierdan el punto 11; es la pera– y con capacidad de determinar, de alguna manera, los colores de la época.

2- La gestión de la riada, del rescate y de la reconstrucción –toda esa espuma de los días– ha sido hasta ahora un desastre por parte del Govern Mazón. Bien descrita y sin paliativos. Pero eso no es la noticia, aquello que esconde la espuma. La noticia, lo sólido bajo la espuma, es otra cosa. La noticia es que lo que ha pasado es, simplemente, una consecuencia fatal e inevitable del acceso de personajes como Mazón a las instituciones. Lo que nos lleva a la pregunta: ¿quién o qué es Mazón? 


3- Mazón es una autoridad electa que desaparece cinco horas mientras se produce una alarma. Es decir, su oficio no consiste en gestionar esa alarma, sino en gestionar lo que sea que gestionara durante esas horas. Por lo mismo, su oficio no consiste en gestionar lo público, para un territorio y unas competencias, sino en gestionar lo que sea que gestionó durante cinco horas de desaparición. Mazón, en fin, no es una novedad en la sala. Es un paradigma. Un tipo de político que nace de una idea –dilatada– en la política, que consiste en la reducción de funciones y responsabilidades del Estado, pero no en su aparatosidad. Es el político de la desregulación. La desregulación ha requerido un esfuerzo mayor y más constante y sostenido que la regulación. Es decir, ha requerido más Estado. Ha creado un Estado tan fuerte que no solo no precisa de la sociedad, sino que defiende su inexistencia –“la sociedad no existe”, es una, otra, gran frase de Thatcher–. Por todo ello, se trata de un político que no contempla ninguna función social en su cargo. ¿Por qué Mazón no estuvo durante horas donde debería haber estado? Pues porque no solo no debía estar ahí, sino que se le votó para ello. 

4- Por eso mismo, en la Gene Cat de 2020, el Presi Torra i Mazón, y la Consellera Vergès i Mazón escribieron protocolos, en plena pandemia, excluyendo ciudadanos de la sanidad. Lo hicieron porque su trabajo no era incluirlos. Por esos mismo Ayuso Mazón, además de esos mismos protocolos, negó el socorro a 7291 ancianos. Lo negó porque su trabajo consistía en no imaginar otra posibilidad. Por eso la Junta de Moreno Mazón está siendo investigada –injustamente, snif, pues esa era su función– por regalar 400 millones a empresas sanitarias privadas, para lo que precisaría de cinco horas diarias. Por eso las CC.AA. PP, como informaba esta semana Francisco H. Valls en La Vanguardia, han rebajado el IRPF por valor de 2.240 millones de euros. Es un dinero que la sociedad, que no existe, no necesita. Y por todo ello Trump está montando el circo que está montando para presentar a los miembros de su nuevo no-Gobierno. No se lo pierdan.  

5- El nuevo Gobierno de Trump, si apartan la espuma, está repleto de mazones. Más apabullantes, incluso. No se trata de cantantes melódicos, sino, por ejemplo, de un señor antivacunas gestionando Sanidad, o de una señora que ha pasado a la fama por matar a tiros a su perro gestionando la Seguridad Nacional. Se trata de serios y meditados intentos de demostrar que el Gobierno prescinde de sus funciones y responsabilidades. Es decir, que tiene otras funciones y responsabilidades, para las que necesitará cinco horas diarias, como poco. Que estás solo. Si bien en la nación más chachi del mundo, que volverá a ser grande otra vez, etcétera.  

5- Si vamos retirando espuma, veremos que esa defensa de la inexistencia de la sociedad, y la defensa de un Estado que nada debe hacer, por lo que no existe, se plasma en un hecho inusitado: el nombramiento de un mando del Ejército para las labores de reconstrucción tras las dos catástrofes –la natural y la política– valencianas. Se trata de un militar que ha colaborado en misiones humanitarias en las que también se han reconstruido estructuras. Es decir, y esto es lo importante, se trata de alguien con experiencia en Estados sin funciones, Estados inexistentes, fallidos, que es como se llaman fuera de Europa o de EE.UU. El militar –leo una entrevista suya en ABC, de 2022: “El igualitarismo es perverso, necesitamos élites”–, ha explicado la poética de su labor como urbanista. Se declara “técnico”, alejado, por tanto, de lo político. No como Ildefons Cerdà, el primer formulador del urbanismo, disciplina que aquel cavetista federal consideraba como eminentemente política. Pero claro, en aquellos tiempos la sociedad existía.

6- El nombramiento del militar también es un guiño a la época. Es decir, a Vox. Una forma de tenerlo callado, o no excesivamente beligerante. Lo que habla de más estratificaciones sólidas bajo la espuma: Vox, tras las elecciones EE.UU., tiene una agenda telefónica más sexy que la del PP. Por eso los líderes del PP lamentaban la victoria de Trump, poco más. La agenda son, a su vez, dos agendas. Agenda a) la que comunica con toda la pujante nueva extrema derecha latinoamericana. Es una agenda que rejuvenece a Vox y envejece a PP. Y la agenda b), o la agenda de la época. De esa agenda hablaba el último CIS. El titular, la espuma del CIS de Tezanos Mazón, habla de un poco probable subidón del PSOE respecto al PP. Pero debidamente estudiado por Oriol Bartomeus y Jaime Miquel, ese CIS habla también de a) la dificultad para establecer mayorías parlamentarias. Y de b) una subida de Vox, que sería el beneficiario del efecto riada. Vox, tras este noviembre, es el partido más conectado con la época. Como otros partidos de derechas o, incluso, algunas regiones de la socialdemocracia, Vox sabe que sus funciones gubernamentales serían opacas por cinco horas diarias. Pero también sabe –y esta es su originalidad, la época– que ya no es preciso mentir al respecto. Lo que libera varias toneladas métricas de mentira, que van a la creación de nacionalismo –y de sus enemigos, y de la felicidad absoluta truncada por ellos– y de espumas, que vienen a asentar una nueva idea de sentido común muy antigua, reaccionaria, vieja. 

Feijóo Mazón es un líder con la valoración de un líder anecdótico, que ha cedido a Vox la atención del votante conservador

7- Si vamos apartando aquí espuma, veremos algo divertido. Mazón –es decir, también Feijóo Mazón, esa lumbrera que aprobó, en su día, el pacto PP-Vox– no solo le costó la presidencia del Gobierno a Feijóo Mazón en las pasadas elecciones, sino que puede costarle lo mismo en las siguientes. Tras la crisis valenciana, al menos, Feijóo Mazón es un líder con la valoración de un líder anecdótico, que ha cedido a Vox la atención del votante conservador. Los mazones, los líderes de la última fase neoliberal, unos absolutos incompetentes en lo público, esa disciplina que desconocen de tan poco usarla, están apurando sus posibilidades. Después de ellos viene la época. La nueva extrema derecha. 

8- Y descendiendo en la espuma, nos encontramos un poco eso. La inoperancia del PP ante la época. Esta semana, el PP ha visto confirmada cierta decadencia en Europa. Sus herramientas, fundamentadas también en la mentira, son menos modernas y chachis que las de Vox. A saber: para entorpecer, confundir la interpretación de lo acaecido en Valencia, el PP promovió en Europa la culpabilización –demasiado inverosímil; una pirueta de riesgo– de Teresa Ribera. El PPE dio inicialmente la batalla al respecto –ojo: el PPE hizo una batalla europea a partir de un producto de consumo cutre español, algo un tanto novedoso, que puede tener cierto recorrido en el caso de una mayor degradación institucional europea–. Al mando de la gestión de ese fake estaban dos grandes gestores de la mentira clásica –de repente, viejuna–: González Pons Manzón, y Dolors Montserrat Mazón. Dos profesionales nada despreciables. No solo pueden crispar a un muerto, sino que Dolors Montserrat Mazón es la autora en la sombra de una visita de europarlamentarios a Catalunya, que realizó un informe sobre el modelo lingüístico de la escuela catalana que, algún día, será determinante en una sentencia judicial que se pele ese modelo. El Govern Aragonès i Mazón, en fin, no estuvo muy atento a aquella comisión del europarlamento. Pues bien, en el último momento, el PPE negoció con socialistas y liberales que se asumiera como comisarios a dos miembros de la nueva extrema derecha –un italiano y un húngaro–. El PP se quedó con cara de tonto, mientras se gesticularon varias caras de listo en el hemiciclo. Como la de Weber, que consiguió con su maniobra un triunfo para lo que Weber/diversos líderes de la derecha convencional europea y la nueva extrema derecha europea denominan “unidad nacionalconservadora”, y que es el horizonte de la nueva extrema derecha, la herramienta, la unión con la que han accedido a varios Gobiernos europeos –en este momento, seis, glups–, y su horizonte para copar, algún día, la Comisión.

9- ¿Lo que está defendiendo –y ganando– Weber en Europa es el futuro? No está claro. No se pierdan, lo dicho, el punto 11, debajo del todo de la espuma.

10- En todo caso, bajo la espuma de toda esa derecha y nueva extrema derecha, en comunión tradicionalista paneuropea, hay opciones como la española: gobiernos de minorías parlamentarias. Esta semana, a esa forma de gobierno le ha ido a) mal y b) bien. Mal el lunes, cuando la comisión de Hacienda del Congreso se peló la posibilidad de la reforma fiscal, y bien varios días después cuando, tras una salvaje tunda de pactos, fue aprobada. En muchos casos, me temo, utilizando el gran descubrimiento del Gobierno para esta legislatura: aprobar pactos que luego no se implementan, algo que parece no importar demasiado a los partidos de la Guerra Cultural, más preocupados por la espuma que crean que por sus resultados. La reforma obedece a una directriz –una orden, vamos– europea –la subida de la tributación mínima a las multinacionales, que pasa a ser del 15%; la monda–, a la que se le sumaron otros casos y cosas. Tal vez es excesivo llamarla Reforma, así, con mayúsculas. En todo caso, además de lo de las multinacionales, se prolonga el impuesto a la banca y a las energéticas –siguen siendo limitados en el tiempo; en el caso de las energéticas, con muchas contrapartidas y coladeros–, se retoca el impuesto de sociedades, se aumenta el IRPF para grandes rentas, se cruje a impuestos los vapeadores, y se crean dificultades para el fraude con el IVA de los pequeños importadores de petróleo. Como es el caso de Víctor de Aldama Mazón, el empresario detrás del caso Koldo, que esta semana ha quedado en libertad –por, lo dicho, una posible estafa king-size en el IVA del petróleo–, tras declarar en contra del Gobierno por lo de las mascarillas. Por ahora el caso afecta a José Luis Ábalos Mazón y a Koldo García Mazón. La declaración del empresario cambia el ritmo del caso, que puede afectar hasta al gato, con cargos de rebelión, si es preciso. La justicia mazonista es, en fin, insondable.  

La crisis económica alemana es ya c) un hecho. Y esta posible nueva Gran Coalición puede ser la primera respuesta articulada frente a los cambios del trumpismo.

11- Bueno. Debajo de la espuma no dejan de pasar cosas. En algunas ocasiones, más espuma, en otras, el signo de los tiempos. Y, en otras, verdaderos noticiones. Que ya nadie ve entre la espuma. Esta semana, al menos, ha sucedido algo histórico, extraño, inusual. Una noticia y una conversación que me facilitó Francesc Miralles, y que tiene que ver con las elecciones anticipadas en Alemania, ese fenómeno que puede ser determinante en Europa. O no. Friedrich Merz, el líder de la CDU, ha anunciado una propuesta para negociar el límite de deuda, ese tabú alemán –al punto que ha supuesto la reciente ruptura del tripartito de Scholz– llevado a dogma europeo y sangriento en la pasada década. Veamos las implicaciones de esto: a) la CDU está trabajando para una gran coalición, sí, pero también –y al contrario que Weber– para b) distanciarse de AfD, la nueva extrema derecha alemana, que le está echando el aliento en la nuca con dos temas: el pacifismo en Ucrania, y el dogma inamovible de la austeridad en Alemania. La CDU, como el SPD, parece compartir ese pacifismo, pero no el dogma austero. La crisis económica alemana es ya c) un hecho. Y esta posible nueva Gran Coalición puede ser la primera respuesta articulada frente a los cambios del trumpismo, que contemplaría, por lo mismo, tres hechos: d) la política de aranceles de Trump, el d) pago de la defensa europea, que exige Trump, y e) el fin de la guerra de Ucrania –para el que Alemania está muy activa; esta semana, Scholz, desobedeciendo la tendencia europea, ha hablado telefónicamente con Putin–. Tanto la CDU como el SPD ven inasumible el pago de la defensa. Y menos en un momento de crisis. Por lo que evitarán la guerra y pugnarán por su fin y por la estabilidad –a cualquier precio; es decir, sumamente inestable– en el Este. A su vez, Alemania parece dar por muerta su competitividad. África, América Latina, compran ya productos chinos –la metáfora: esta semana, por cierto, China ha inaugurado un puerto en Perú, que hará más baratas aún sus exportaciones. China, a su vez, ya no compra coches alemanes. Es curioso, incluso irónico, pero esa pérdida de competitividad, que tiene su origen oficial en la voladura del Nord Stream, es anterior. Se fundó y creció con la austeridad, con el salario como único margen y valor de competitividad. Lo que confirma la austeridad como la supresión también de la inteligencia en lo público, que aún hoy sufrimos. Y sí, otras genialidades más recientes han colaborado en el hundimiento. Como el bloqueo a Rusia, que ha provocado otro circuito económico del comercio internacional, comercio internacional con nuevas divisas y bancos, lo que es la génesis de lo que será, con el tiempo, una nueva moneda. El proyecto alemán se apoya en el consumo interno, europeo. Por renunciar al mundo. Lo que conlleva industrialización –¿recuerdan el informe Draghi?–, y no sé si bienestar, pero sí un Estado con cierta cuota de corrección. Lo que eliminaría a los mazones en 3, 2, 1. 

12- Europa, que se perdió a sí misma en 1914, parece haber perdido definitivamente su inteligencia con la austeridad. De ahí la espuma, los mazones, la ausencia de recorrido. El abismo. De Alemania vienen cosas, que será preciso observar, mientras la espuma de Mazón, de cualquiera de ellos, nos cubre semanalmente. 

 

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