Y AHORA, A POR RAMÓN
ESPINAR
JUAN TORTOSA
La
alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena participa en el despliegue de la bandera
arcoíris en la fachada del Ayuntamiento con motivo del comienzo de la semana
del orgullo gay. EFE/Javier LizónEl Ayuntamiento de Madrid estima que al final
de 2017 habrá reducido la deuda que dejó el PP en un 40% La presidenta del
Parlament, Carmen Forcadell, junto a los vicepresidentes Lluis Corominas (i) y José Maria Espejo-Saavedra
(d). /EFEEl Constitucional avala la reforma que le permite suspender a altos
cargos por desobediencia El portavoz del PDECat en el Congreso, Francesc Homs,
a su llegada a la Comisión del Estatuto del Diputado de la Cámara Baja.
EFE/Chema MoyaEl Congreso rechaza que Homs presente testigos antes de decidir
sobre su suplicatorio Una tienda de ZaraInditex pierde la protección de la
marca 'Zara' para el transporte de ropa y calzado Banco lleno de despedicios
tras un botellón.Muere una niña de 12 años tras un coma etílico durante un
botellón
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NOVIEMBRE, 2016
espinarEl
ataque a Ramón Espinar es solo un apunte más en un ya largo y cansino suma y
sigue. Fusilan mal pero disparar, disparan. Fusilaron mal a Juan Carlos
Monedero quien, a medida que va pasando el tiempo, incrementa su autoridad moral
hasta el punto que lo que dice y escribe es tomado siempre, tanto por amigos
como por enemigos, con interés y respeto. Un referente. A Errejón no llegaron a
fusilarlo, pero lo de la presunta irregularidad de la beca en la universidad de
Málaga puso cachondos a los socialistas andaluces con Susana Díaz a la cabeza
durante meses. Luego todo quedó en agua de borrajas pero enredar, enredaron.
Mucho. Ahora le ha tocado a Espinar. Suma y sigue.
Intentaron
también, con un fantasmal y vergonzoso informe policial llamado PISA, acabar
con Pablo Iglesias, y como los promotores de la iniciativa fueron
desautorizados hasta siete veces por los tribunales la nueva estrategia parece
que es, si concedemos credibilidad a las palabras del veterano conspirador Luis
María Anson, poner el CNI a currar a ver cómo pillan en un renuncio al incómodo
líder de Podemos, control de su vida privada incluido. La Stasi resucitada.
Han
ido también a a por Rita Maestre por aquella célebre protesta universitaria en
la capilla de la Complutense, y a por Guillermo Zapata por controvertidos tuits
escritos en la red cuatro años antes de ser concejal. Y a por Echenique, y a
por la jueza Rosell… El asunto es enredar, crear confusión, obligarles a
explicarse y que sus comparecencias en las ruedas de prensa y en los juzgados
sea lo que finalmente permanezca en la memoria de la gente. Que quede la foto,
aunque luego todo acabe en agua de borrajas. Da igual que sea mentira, pero que
se expliquen. A Carmena llegaron a cuestionarle hasta su modesta manera de
veranear. Busquemos, busquemos, que algo encontraremos. Y ahí están a piñón
para ver cómo desprestigian, cómo desactivan o cómo paran a las caras visibles
de un movimiento imparable.
Con
ataques como el de este miércoles a Ramón Espinar se equivocan. Se equivocan
porque aquellos a quienes quieren hundir son tan solo representantes de lo que
significa un poderoso movimiento de indignación y protesta incubado durante
años, que explotó el 15M, y que cada día que pasa va a más, en la medida en que
mayores son los abusos, las injusticias y la pérdida de calidad de vida que
sufre el ciudadano medio. Por mucho que se intente hundir a todo aquel que ose
asomar la cabeza.
Ahora
le ha tocado a por Ramón Espinar, cuyo presunto “pecado” es haber aceptado
ahorros familiares para meterse en un piso de una habitación en un barrio de
Alcobendas, a veinte kilómetros de Madrid; esperar a que lo construyeran y
comprobar cuando se lo dieron, hace cinco años, que no ganaba lo suficiente
para pagar la cuota mensual de la hipoteca. Así que se lo quitó de encima,
devolvió a su familia lo que le habían prestado y al menos no perdió dinero,
que también podía haberle ocurrido. Los diecinueve mil euros euros a su favor
parecen ser ahora el quid de la cuestión. Pongámosles nerviosos. Obliguémosles
a comparecer y a ver si con un poco de suerte meten la pata y dicen
inconveniencias a las que sacar punta. Así, si no los pillamos por aquello de
lo que les acusamos, les pillaremos en algún renuncio cuando les nervios acaben
jugándoles una mala pasada. Presionémosles hasta que exploten.
Llevan
dos años largos buscando hasta debajo de las piedras y continuarán haciéndolo
con quien despunte lo más mínimo. Como lo único que parecen sacar en claro
hasta ahora es que se trata de gente normal, ni más santos ni más malvados que
el común de los mortales, quizá sea de ahí de donde procedan las ganas que les
tienen quienes están de corrupción hasta arriba. Como saben que ni en broma
superarían la prueba del algodón, le pasan la bayeta a sus adversarios y,
cuando creen haber encontrado una miserable mota de polvo, ponen el altavoz y
el ventilador a máxima velocidad a ver si acaba cayendo la breva. Así, mientras
desvían el foco y obligan a los atacados a dar explicaciones, ellos pueden
continuar con lo suyo.
Este
maiércoles le ha tocado a Ramón Espinar. ¿Quién será el siguiente?
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