LA QUERELLA A MAYER DE QUIEN NO DEBERIA NI EXISTIR
DAVID
BOLLERO
En febrero de 2016, la concejala de Cultura y Deportes, Celia Mayer (Ahora
Madrid), retiró el monolito al Alférez Provisional. La edil ordenó esta
retirada en aplicación de la Ley de Memoria Histórica. Este monumento homenajea
a un cuerpo del ejército que creó Franco para cubrir con voluntarios la
carencia de oficiales técnicos que tenían sus filas.
Sin embargo, este monolito se encontraba en una zona declarada Bien de
Interés Cultural (BIC) cerca del Casón del Buen Retiro y, hace tres años, fue
declarado vestigio franquista por el equipo de Gobierno del Partido Popular
(PP) liderado por Ana Botella.
Estos hechos abrieron la puerta para que, después de que el PP amenazara
con hacer lo mismo, fuera finalmente la Fundación Francisco Franco la que
presentara una querella por prevaricación administrativa, a pesar de que el
monolito fue respuesto desde el Consistorio tras una investigación de
Patrimonio, dependiente del Gobierno autonómico de Cristina Cifuentes (PP).
Cada vez que el PP tiene oportunidad de demostrar que no añora tiempos
franquistas hace precisamente lo contrario. Los populares, entre los que estoy
convencido de que hay personas que desprecian los años de la dictadura, no
están dispuestos a renunciar al poder y los votos que les da la extrema-derecha.
Por este motivo, resulta tan complicado aplicar la Ley de Memoria Histórica
cuyo simple enunciado les abre las carnes. Y por ello también es tan difícil
ilegalizar de una vez por todas una fundación que ensalza la figura de un
dictador asesino y torturador.
No deja de ser curioso cómo las filas conservadoras arremeten
sistemáticamente contra partidos políticos como EH Bildu, tan legales y
constitucionales como el PP, y en cambio no ven que cualquier homenaje a Franco
y lo que éste representa es absolutamente despreciable.
Ni la Fundación Francisco Franco debería existir, mucho menos ser legal,
del mismo modo que los homenajes al dictador que ayer tuvieron lugar en
diferentes puntos de España deberían ser eliminados en aplicación de la ley. No
sucede ni lo uno ni lo otro, pero muchos de los que ayer nos tomamos un buen
vino celebrando que Franco se fuera al hoyo un maravilloso 20 de noviembre,
esperamos verlo algún día.
Así que, desde estas líneas, toda mi solidaridad a Celia Mayer que, si bien
pudo equivocarse con el proceso administrativo para conseguir retirar ese
asqueroso monolito, sus argumentos para acabar con ese vestigio del franquismo
son incontestables. Mi solidaridad y mi gratitud cuando hoy le toque declarar
en el juzgado porque, además, con su actuación ha contribuido a que el PP se
retrate una vez más en lo que al dictador se refiere… un partido, no lo
olvidemos, cuyo presidente de honor, Manuel Fraga, fue un ministro franquista.
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