¿SÍNDROME DE ESTOCOLMO ELECTORAL?
FERNANDO BUEN ABAD
Preguntas
retóricas para iniciar una reflexión. ¿Puede una víctima votar por su
victimario? Alguien que roba, tortura, reprime, saquea y humilla
sistemáticamente a un pueblo, ¿puede salir victorioso en unas elecciones limpias?
Aquel que exhibe con impudicia –impune- en los hechos, su obscenidad
ideológica, sus derroches, sus corruptelas, su servilismo, su entreguismo… su
estulticia, ¿puede ganar el voto de una mayoría y representarla? Esos que se
muestran circenses y faranduleros, insensibles al dolor popular, embriagados
con su “vida empresaria” o “funcionaria”, henchidos de glorias fraudulentas,
desfigurado el rostro por su mentalidad corrupta, deformados por su ignorancia
y señalados como delincuentes, criminales y traidores… todo junto y por partes
¿pueden ser líderes populares de varias generaciones?
Uno
no puede descargar responsabilidades sobre las víctimas hasta no “separar la
paja del trigo” y se esclarezcan los factores, objetivos y subjetivos, que
permiten a la democracia burguesa convertirse en dictadura de la estulticia con
votos. Tenemos a la vista casos estruendosos. Todo análisis simplista prueba
ser fallido. Unos argumentan que la “ignorancia” del votante es la bendición de
la oligarquía; que el “atraso político” de los pueblos es el ariete de todos
los engaños; que todo es obra de la manipulación mediática al estilo Berlusconi
y que la escuela de Goebbels está más actualizada que nunca. Pero el debate
teórico y práctico es crucial.
¿En
qué piensa cuando piensa el votante? Si, hipotéticamente, ser pobre contiene,
entre mil factores, el de la vergüenza que se convierte en auto-negación; si la
“cultura del despojo” impide la existencia de un imaginario y un ideario que
derrota a la “propiedad privada”; si la política se reduce a “figuritas” de
temporada; si reina la indiferencia y la irresponsabilidad salvo cuando hay que
acarrear votos; si se cree que todo lo resuelve una “buena foto” y un “buen
slogan” repetidos hasta la nausea… si todas las formas del maltrato operan
ideológicamente como fatalidad para el pueblo y golpe de suerte para el
“político”… en suma si los trabajadores nos son protagonistas ni conductores de
la acción política, incluso electoralmente ¿En qué piensa el que vota, cuando
vota?
Como
está de moda que los “candidatos” de las oligarquías no expliquen, no respondan
no postulen… convicciones, programas o planes. (moda en España, México,
Argentina, Colombia…) porque es “tendencia” en el mercado de las “ingenierías
de imagen”. Como se estila la pose más que la idea, quizá en la lógica
“moderna” de la burocracia burguesa prospera el silogismo infeliz de que: el
elector que no piensa es el elector anhelado. O mejor aún, el elector que sólo
piensa lo que le decimos que piense, es decir nada, será el elector más
codiciado por los estrategas de la vaciedad electoral.
Otro
capítulo es el delito de lesa humanidad que consiste en prometer el
cumplimiento de tareas que jamás se cumplen o que se cumplen al contrario de lo
prometido. “Fortaleceremos la economía”, “defenderemos el empleo”,
“garantizaremos la salud”, “mejoraremos la educación”, “garantizaremos la
vivienda” y bla, bla, bla, bla. Jamás un tribunal especializado en delitos de
falacias electorales, fraudes o traiciones a mansalva. Jamás una herramienta de
justicia para los pueblos que miran desfilar ante sus ojos y sus oídos la
retahíla nauseabunda de palabrería electorera diseñada corruptamente para el
engaño serial. Delincuencia con premeditación, alevosía y ventaja. Sin
atenuantes.
Y
todo eso a precios demenciales con episodios de obscenidad inenarrable a la
hora en que no hay cuenta que salga si hacemos balance de costos en materia de
“campañas” electorales. Los grandes triunfadores como siempre son los
monopolios y consorcios televisivos, radiofónicos y editoriales que con formato
de “propaganda oficial” o camuflados con entrevistas, referencias o noticias
facturan a destajo en el reino del mercenarismo mediático esta vez disfrazado
de “democracia”. El costo por voto es una bofetada (otra más) a la clase
trabajadora que paga por estos circos el precio de ser humillada, despreciada y
robada por el modelo de fraudes políticos consuetudinarios. Y dicen, algunos
“politólogos” que eso es lo “moderno”.
Dicen
muy despatarrados los señorones y los señoritos que medran con los procesos
electorales (funcionarios, publicistas, asesores, encuestadores,
periodistas….ufff) que al pueblo le gusta ver a los “políticos” en contacto con
la realidad (pero sin decir qué harán con ella, qué mandato obedecen ni cuánto
cobran por eso) Dicen los “eruditos” del voto que a la gente le gusta que el
“político” debata (pero al estilo televisivo, con tiempos recortados, sin mucho
enredo y calculando los anuncios publicitarios sin los cuales en negocio de la
imagen no se sostiene… dicen) Dicen los “jefes de campaña”, de los candidatos
oligarcas, que la gente vota por la “gestión” y no por el discurso. Y le llaman
gestión a salir en la foto, en la tele, en los cines en carteles públicos… con
su sonrisa de vencedor y su slogan de coyuntura. Dicen que eso es hacer
“política”. Confunden a los pueblos con los “públicos”.
En
el fondo de la historia la cosa es muy distinta. Los pueblos votan acosados por
una sistema de presión primero económico-política, con ello ideológica y mediática,
en el que reina la incertidumbre y el chantaje omnipresentes, bajo miles de
trastadas cotidianas y en el pantano de la desinformación y la manipulación de
la realidad. Si hubiese información libre y suficiente, si la comunicación
sirviera para organizarnos críticamente y para confiar en la fuerza de los
trabajadores y no para el individualismo y el linchamiento mediático de las
luchas a nadie se le ocurriría votar por sus verdugos aunque se disfrazaran de
santos o de “buenos muchachos”. Nadie pondría un voto a cambio de babas
gerenciales salpicadas contra la historia de despojos y humillaciones
incontables. Nadie votaría ni por el “glamour” de campaña ni por el fetiche.
Nadie pondría su confianza en el torturador histórico que ha mentido, robado y
vuelto a mentir y robarnos sempiternamente. Nadie permitiría semejante farsa y
fraude, si pudiésemos votar libremente. Sin capitalismo. Votaríamos sólo por
quienes conocemos, con nosotros, en lucha hombro a hombro, diariamente y por el
bien de todos. ¿Exagero?
Dr.
Fernando Buen Abad Domínguez
Universidad
de la Filosofía
http://fbuenabad.blogspot.com/
http://filmimagen.blogspot.com/
http://universidaddelafilosofia.blogspot.com/
http://paper.li/FBuenAbad/1315843074
@FBuenAbad
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=201815
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