“EL ROSTRO
DEL MIEDO”
POR
EDUARDO SANGUINETTI
Más
allá de los ismos y lo que nos deparan, determinando políticas, ideologías,
economía, religión, espiritualidad etc., me levanto y digo: “Mi felicidad,
libertad, dignidad… ¡Todo lo tengo aquí!, en mí… en esta frase, solo pretendo
operar en un discurso de la verdad, no la verdad, manifestada sin “miedo”.
No
puedo dejar de manifestar que el “miedo”, toma carácter de sujeto en acto,
además de paralizar, a los individuos que lo experimentan, que no son otros,
que hombres y mujeres, que componen las más diversas comunidades… se le asigna
al “miedo”, consciente o inconscientemente, un desmesurado espacio en el
acontecer de las existencia de las naciones, los grupos étnicos y las familias
inclusive.
La
construcción de la historia, escrita con “miedo”, desdibujará lo realmente
acontecido y lo por acontecer en el devenir de la humanidad… el “miedo” es la
proyección de todo, las miserias que se prolongan a lo largo de siglos… el
“miedo” en calidad de deidad suprema, aníma los actos de los pueblos… el
“miedo” hacia lo conocido, lo desconocido, fuera de espacio y tiempo: una
ficción… el “miedo”, que hace que los peores dicten en nuestras vidas: un
genocidio… el hombre debe ser superado, en su afán liberador, en vender, en el
día a día, su alma, espíritu o como se desee denominar, a lo que nos debe
elevar a carácter de héroes de nuestra propia existencia.
Los
poderes, políticos, empresariales, mediáticos, con la consigna de instalar
“miedo” en el espacio de nuestras naciones, por el estado de “inseguridad”, en
que vivimos: ¿Inseguridad? Que, como espectáculo ultramediático, fue instalado
por el poder, potencializa aún más el “miedo”, que convive con el ciudadano, en
una existencia humillante y degradante… las fuerzas políticas, utilizan el
“miedo” como recurso para las movilizaciones de los pueblos, generando un
apoyo, basado en el “miedo”, no en la certeza.
Al
ciudadano sólo puedo decirle, que se levante encima de la media y haga valer
todos sus derechos de los que debe gozar, no sufrir, y los ponga en acto, pues
estamos en Estado de Derecho, ¿o no es así?… ¿Qué esperamos para instalar el
debate en nuestra comunidad? Y lo hago extensivo a todas las naciones de
nuestra Suramérica, donde los derechos humanos tan proclamados y tan poco
aplicados, se lucen por su ausencia.
La
vida en Latinoamérica tan limitada en sus fines e ideales, solo sigue fórmulas
ya perimidas, huyendo de la confrontación de ideas; pareciera condenada a
políticas neocoloniales, de sumisión y entrega… destruyendo vidas y rutinas, de
pueblos, con “miedo”.
No
ignoro las dificultades a las que debemos enfrentar, cuando intentamos
comunicar inquietudes, excitaciones, denuncias, desde un medio abierto a otro
cerrado, desde un ambiente “totalmente en movimiento”, a otro “enteramente
parado”… sabemos: basta mostrar un mínimo de entusiasmo o participación, frente
a un país “que simuladamente lo está poniendo todo en discusión”, para que nos
caigan encima, a los destructores de absolutos y evidencias, las reacciones de
la iracunda pereza, las ironías de la periferia que se toma por centro, los
escarnios del escepticismo… pero no nos engañemos, repensar, Argentina, o toda
Latinoamérica, y porque no, el mundo, significa establecer un diálogo con la
“falsa modestia”, en fin, los pueblos, con su “miedo” a cuestas, no aprenden a
juzgarse ni tan ruda, ni tan duramente, en su cobardía… es “miedo” al “miedo”,
los que llevan a las personas a entregar su libertad, por un cautiverio, en
¿seguridad?
No
nos convirtamos en víctimas, fracasados, cobardes, en la economía de nuestros
propios recursos en acción y discursos, marcando el trayecto de una historia,
la de nuestro tiempo, que se debate entre utopías y derrotas, entre voces,
silencio y “miedo”.
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