ENTREVISTA DE ANGHEL MORALES A JOSÉ MARRERO Y CASTRO
ANGHEL MORALES
Llevabas cerca de treinta
años sin dar señales de vida en lo que a tu creación literaria se refiere y
ahora, en apenas cuatro años, has publicado una trilogía, ¿Cuál ha sido el
motivo?
Si, es cierto que durante mucho tiempo me mantuve en silencio.
Bueno, realmente publiqué alguna que otra cosa en páginas literarias de prensa,
pero supongo que venía de haber tenido una enorme actividad en torno a
actividades tanto en la poesía como en la edición y mi desaparición se hizo más
evidente, pero he seguido trabajando todos estos años y madurando ideas que
ahora están viendo la luz.
¿Cómo es que ahora te has
decidido a publicar?
En primer lugar, no tenía quien me publicase. Aunque
generalmente se le publica a muchos autores, no es tan fácil encontrar un
editor que quiera comprometerse a publicar no un libro, sino tres. Una
trilogía. Entonces, un día paseando por Santa Cruz me tropecé contigo y me
preguntaste si seguía escribiendo porque no tenías noticias de mí desde hacía
años. Ya sabes el resto de la historia, decidiste editarme y aquí están estos
tres poemarios.
¿Echas de menos tu
actividad como editor de jóvenes poetas en los 80?
Realmente yo era otro joven entonces y claro que echo de menos
aquel tumulto poético de entonces, pero era un tiempo diferente al actual. La
edición ha pegado un vuelco tecnológico enorme y ya es posible hacer lo que
antes era impensable. Hay medios de difusión como Internet que antes no
existían; hay muchas más posibilidades de leer que antes y muchas más
posibilidades de ser leído. Pienso que si entonces, con aquel empuje que
teníamos, hubiéramos tenido los medios de ahora, habría cambiado muchas cosas,
pero es posible que se hubiera perdido la oportunidad de reflexionar sobre lo
que se estaba escribiendo. Es importante dejar reposar lo escrito antes de
hacerlo público para conseguir una buena obra.
¿Qué puedes decirnos sobre
estos tres libros que has publicado en estos últimos cuatro años?
En síntesis, se trata de una trilogía constituida por tres libros de poemas cuyo hilo conductor es
una “calenda”. Una calenda llamada “Anuario” (2011), otra calenda llamada “Las
edades” (2013) y por último, una calenda denominada “Las lunas” (2014). Puede
decirse que en la primera entrega de la trilogía (Anuario) inicio un viaje en
mi particular ictíneo para emerger en “Las edades” que dieron lugar a “Las
lunas”.
Pero cada uno de los libros,
realmente en una obra por sí mismo…
Tienes razón. Pero creo que son obras entrelazadas. “Anuario” es
un largísimo poema que se presenta subdividido en meses, pero constituye en su
totalidad una sola entrega poética con coherencia intrínseca. Se trata de una
obra muy narrativa que debe leerse sin prejuicios estéticos, ideológicos o
localistas y que en síntesis plantea, incluso con algunas dosis de cinismo, temas
ya tratados anteriormente.
“Las Edades” es un recorrido por el transcurso de la vida desde
donde se habla de recuerdos y vivencias. Paso por las distintas fases del
crecimiento personal y me alojo, finalmente, en la ciencia rebelión, como
aprendizaje adquirido en el amasijo de los años.
Por último “Las lunas” establece como hilo conductor a la luna,
que es objeto de apreciaciones diferentes; en situaciones, lugares,
pensamientos, compromisos, circunstancias y sucesos esparcidos en recuerdos.
¿Te consideras un poeta
social?
Realmente creo que nos seguimos preocupando por simplezas tan
estériles como el conocimiento del principio del huevo o de la gallina y nos
olvidamos de la importancia que tiene el gallinero; ese límite donde se produce
el prodigio de la cadena trófica que da origen a la utilidad del huevo y de la
gallina. Tal vez sea cuestión de utilidad y por lo tanto, cuestión de abandonar
las dudas y disfrutar de la búsqueda empírica de la cuadratura del círculo, que
define mucho más acertadamente, a mi entender, el oficio poético que practico.
Supongo que todo acto realizado en el seno de una sociedad, es social por
naturaleza. Abundar más o menos en esa definición es trabajo de los lectores,
en todo caso, dada la total ausencia de crítica literaria de la poesía que
existe actualmente.
Siguiendo con los tópicos, ¿te sientes
un poeta insular?
Personalmente, pienso que es la frontera en su acepción de orilla
antes de llegar a la isla o después de abandonarla, lo que está presente en mi
obra poética. Sobre todo por la lectura de la misma más que por sus formas;
quien lee no necesariamente es un ser insular. Es más, para un verdadero
insular, realmente sólo existe su ombligo; no siente necesidad de definirse por
lo que es, porque es lo que es y punto. Por el contrario, quien tiene que
lanzar el escandallo paso a paso para evitar la varada, está necesariamente
fuera de la isla; está llegando a ella o marchándose de ella, pero no en ella.
¿Qué piensas de la poesía
canaria?
No es fácil responder a esa pregunta. No cabe duda de que el pensamiento local impone
necesariamente ideas acerca del escenario de la obra poética. El poeta puede
saber la geografía, el territorio donde sitúa su obra o ignorar tal hecho y
volcar su creatividad desde el modelo o hacia el modelo social que lo rodea y
que lo representa o al que aspira; del que viene o al que va. En todo caso
estaremos en algún lugar del mundo y nos dirigiremos a alguien, aunque sea a
nosotros mismos. ¿Es eso poesía canaria? ¿Es eso poesía universal? Pienso que
lo que existe es lo que conocemos y que a lo que conocemos, tendemos a ponerle
siempre un adjetivo. Si te refieres a ese adjetivo, es evidente que no estamos
definiendo nada que no sea cierto. Pero a mí me interesa la buena poesía, sea
de donde sea.
Por último, ¿cómo ha sido
la evolución de tu obra desde sus inicios hasta la actualidad?
Más que hablar de la evolución de mi obra poética, te puedo
indicar mis recuerdos sobre la misma. En 1980 publico mi primer libro de poemas
y lo titulo “Prefacio”, en la entonces denominada “Colección Benchomo”, después
“Editorial Benchomo”. Pongo por delante que entonces no conocía el famoso
“Preface” o introducción a las baladas líricas de Wordsworht
y Coleridge. En cualquier caso, si se quieren buscar referencias seguro
que se encontrarán, porque una de las cualidades de la poesía es que sirve para
ser interpretada, porque fundamentalmente, tanto la escritura como la lectura
de la poesía es interpretación.
Háblame de entonces de tu
primer libro publicado…
Bien, hablaremos de “Prefacio”. Este poemario trataba en su
primera parte del tema obsesivo del espacio/tiempo desde un continuo ir y venir
por un amasijo de planteamientos dialécticos, desamores y otras frutas de
juventud. Creo que intentaba establecer un vínculo interior que posibilitase la
huida hacia lo irregular del entorno; el imprevisible pábulo del suicidio de la
dependencia de la otra realidad de aquello que sirve para mantener la
existencia de algunas cosas o acciones que van más allá de lo cotidiano sin un
abandono absoluto, sino relativo, de la realidad. Tal vez haya sido un reflejo
de lo colonizado que estaba mi espacio poético en mis primeros pasos creativos.
Y del resto de tu obra,
¿Qué me puedes decir?
En 1980, de la mano de Ricardo García Luís, publiqué “Poemas
para lo descompuesto”. Años después, cuando comencé esta más reciente obra
poética titulada “Las edades”, la comencé con un poema llamado “antecedentes”
que era una necesidad latente de arrebatar algo de alegría a los años oscuros
que propuse como lectura en los “Poemas para lo descompuesto”. Pensé que era
necesario desposeer al arrebatador lo arrebatado; es decir: me negué a que un
poema cuasi-autobiográfico sobre la infancia no pudiera recoger además del
dogmatismo pedagógico imperante (la letra con sangre entra) otros rasgos
libertarios propios de la infancia de cualquiera, fuera ésta imaginaria o real.
Ese poemario (el primigenio) fue la antesala para la publicación
de una de las obras más marcadamente personales que he publicado hasta ahora:
“La transmisión del silencio”. La Transmisión del silencio supuso un salto en la
cuerda floja hacia la nitidez en mi lenguaje poético. Marcó un antes y un
después. El después, como ya sabes, duró casi treinta años de silencio. Tal vez
la transición natural hacia mi actual manera de obrar literariamente. El
poemario fue comentado y acontecido en su momento. Y como todo acontecer
efímero, se diluyó poco a poco con el paso de los años.
“La transmisión del silencio” fue publicado en la colección
“Cuadernos Insulares de Poesía”. Como vemos, la inexperiencia dio nombre a una
colección dirigida por mí y por Lorenzo Croissier, en la que publicó una buena
parte de los autores jóvenes de aquellos años.
¿Qué proyectos tienes
ahora entre manos?
Escribo simultáneamente varios poemarios, pero están en fase de elaboración
y no se si verán la luz. En principio, me preocupo de leer y de escribir, que
es lo menos que debe hacer un poeta. Ya se verá en qué acaba lo que estoy
haciendo ahora. Pienso que la poesía es un oficio que requiere mucha paciencia
y enormes dosis de autocrítica. La oportunidad de publicar es importante, pero
antes debes tener algo que decir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario