CADENA PERPETUA
JOAN COSCUBIELA*
Puedo
comprender la humana desesperación y las ansias de “justicia”, incluso de
venganza, de los familiares de las víctimas de crímenes horrendos.
No puedo
entender y me resulta deleznable que, utilizando estas emociones humanas,
alguien quiera aprovecharse políticamente y sacar réditos. Y eso es lo que el
PP lleva haciendo desde el mismo momento en que Aznar llegó al Gobierno. Y
ahora se dispone a repetirlo Rajoy, con la Reforma del Código Penal.
Pero el PP no
es el único responsable de este grave retroceso democrático. Existen muchos
cómplices necesarios, comenzando por los responsables de los espectáculos
televisivos, que se aprovechan de la oportunidad que les ofrece la comisión de
aberrantes delitos para aumentar audiencia.
De aquellos
polvos –el aprovechamiento mediático de la indignación por delitos deleznables
y del ser vengativo que todos llevamos dentro–, surgen estos lodos: el retorno
a una política penal propia de la Ley del Talión, la del “ojo por ojo, diente
por diente”.
¿Dónde está la
responsabilidad social de los medios y los “profesionales” en estos casos? ¿O
por el hecho de ser, en muchos casos, medios privados, se considera que están
exentos de responsabilidad social, y la libre empresa les autoriza a
desentenderse de cualquier compromiso social? Esta es, desgraciadamente, la
opinión dominante que confirma hasta qué niveles se ha impuesto la hegemonía
ideológica ultraliberal. La sociedad de ciudadanos convertida en un mercado de
clientes, regidos solo por las reglas del mercado.
Además, este
viaje a la prehistoria del Derecho Penal se produce en una sociedad que tiene,
en términos comparativos, uno de losíndices de criminalidad más bajos y uno de
los niveles de seguridad más altos. Y nada demuestra que un agravamiento de las
penas comporte una reducción de determinados delitos, cuyos autores se
comportan con parámetros difíciles de entender para la lógica humana.
La cadena
perpetua para determinados delitos no es un hecho aislado; forma parte de una
política de endurecimiento de penas para todo tipo de quebrantamientos de la
ley, menos para los de cuello blanco.
Una política
que no está orientada a evitar determinados comportamientos antisociales, ni
mucho menos a la reinserción del culpable, que debe ser uno de los objetivos de
todo Derecho Penal.
Por el
contrario, la política de seguridad y penal del PP tiene dos grandes objetivos:
la disciplina social, como se ve con el endurecimiento de las sanciones y penas
para situaciones de movilización social, y también dar satisfacción a un sector
de la sociedad al que encanta la idea de la “mano dura”, para garantizar el
orden social, como ideología.
Lo que el PP,
con este modelo penal, ha conseguido, es llenar las cárceles de delincuentes
menores por razones de reincidencia y dificultar las tareas de reinserción que,
con muchas dificultades, intentan llevar a cabo los profesionales, siempre con
pocos medios.
Y ha obtenido algunos
réditos: garantizar los votos de los sectores sociales que en otros países
votan a la extrema derecha. El PP está dispuesto a demostrar que a su derecha,
no hay nada.
Por eso es muy
importante aislar social y políticamente al PP, y no permitirle que utilice la
lucha antiterrorista como coartada.
Por mucho que
se quiera vestirlo o disfrazarlo, en este contexto no es posible un pacto
antiterrorista que eluda la cadena perpetua, ya se la llame prisión permanente
revisable o la “máxima pena” prevista en el Código Penal. No hay eufemismo en
el mundo capaz de esconder que la propuesta penal del PP frente al terrorismo
comporta, inexorablemente, la cadena perpetua para estos delitos y de rebote,
su legitimación social. Al final, los contenidos del posible pacto se van a
insertar en un Código Penal que reinstaura, 90 años después, la cadena perpetua
en España.
Sinceramente,
no entiendo la posición del PSOE. Si en algún aspecto no deben sentirse
acomplejados, es en materia antiterrorista, donde cuentan con una importante
autoridad política tanto en el Gobierno como en la oposición. Por eso me
resulta difícil de entender que hayan aceptado este terreno de juego tan
peligroso.
Como las cosas,
aun las más incomprensibles, siempre tienen su lógica, lo único que se me
ocurre para justificar este paso del PSOE, que para un servidor es una torpeza,
es que haya primado un determinado concepto de la política.
¿Es posible que
alguien haya pensado que un pacto PP-PSOE en materia antiterrorista, más allá
de su contenido, comporta destacar que solo hay dos partidos en condiciones de
gobernar? Y esa es la razón de que, desde el principio, hayan impuesto el
terreno de las negociaciones bipartidistas, en un tema en que debería siempre
buscarse el máximo consenso social y político.
Deseo,
sinceramente, que no sea así. Para ganar
a la derecha no basta con tener más votos, diputados y senadores. Es
imprescindible ganarle en el terreno de la ideología y del modelo de sociedad.
Si no, la alternativa social se convierte en mera alternancia política. Y
entonces, siempre es en el terreno del que impone su ideología.
*
Diputado
Izquierda Plural en el Congreso de los Diputados
Fuente:nuevatribuna.es
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