GUÍA BÁSICA SOBRE LA TORTURA EN ESPAÑA
Por Alberto Senante
Resumen
Latinoamericano/ Por Alberto Senante periodista en Amnistía Internacional
España/ 18/02/2015.-El pasado enero, seis organizaciones denunciaron la
práctica “frecuente” de la tortura en España. Tras décadas de silencio
generalizado, este delito está, poco a poco, dejando de ser un tabú en los
medios de comunicación españoles.
¿De
qué hablamos cuando hablamos de tortura?
El
principal Tratado internacional sobre el tema entiende como tortura cualquier
acto que “inflinja intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos
graves, ya sean físicos o mentales”. La finalidad debe ser la de obtener
información, arrancar una confesión, o castigarla por algo que la víctima haya
podido cometer, o intimidar a esa persona o a otras. El último requisito para hablar
de tortura es que el autor debe ser un funcionario público, o alguien bajo sus
órdenes.
España
firmó este Tratado, la Convención contra la Tortura y otros tratos o penas
crueles, inhumanos o degradantes, en 1985,
y es de obligado cumplimiento en el país. Pero ya sabe, las normas
internacionales de poco sirven si no hay voluntad para cumplirlas en cada
país.
¿En
España se tortura?
Sí, en
España se tortura. Es una afirmación tan segura como “el cielo es azul” o “el
sol sale por el este”. Sin embargo, provocará la incredulidad de la mayoría de
personas que la escuchen. En España se tortura, hay que repetirlo hasta el
aburrimiento, porque es de las frases que menos queremos escuchar. Y menos
quieren que escuchemos.
Olvídese
de las primeras imágenes que nos vienen a la mente cuando se pronuncia esta
palabra: descargas eléctricas, la bañera (simulacros de ahogamiento), alicates
o latigazos. La tortura en España “juega con el horror, con el miedo, es sobre
todo una tortura psicológica”, sostiene Pau Pérez, asesor del Mecanismo
Nacional de Prevención de la Tortura. A veces, tan sutil como dar comida salada
sin agua. Pero no solo: también se tiene constancia de agresiones
injustificadas, palizas colectivas,
violaciones…
¿Cuántos
casos de tortura se producen en España?
La
única respuesta posible ante esta pregunta es “no lo sé”. Es más, es imposible
saberlo. Seis organizaciones de derechos humanos defendieron el pasado enero en
la jornada “Contra la Tortura” que su
práctica en España no es “sistemática”, pero sí “frecuente y generalizada”.
La Coordinadora para la Prevención de la Tortura
ha recopilado más de 6.700 denuncias por malos tratos o torturas policiales en
los últimos diez años. Y entre 2001 y 2012 se han registrado 752 condenas por
algún tipo de violencia por parte de agentes de seguridad. Pero éste tampoco
parece un dato definitivo, porque las denuncias por tortura y malos tratos
apenas se investigan. Los testimonios de presuntas víctimas e incluso las
pruebas médicas no suelen bastar ni siquiera para iniciar un juicio. “Parece
que los juristas en España tienen alergia a admitir casos de tortura”, afirmó
durante la jornada Manuel Ollé, uno de los principales expertos españoles en el
tema
¿Quién
tortura?
Rodrigo
Lanza, una de las víctimas de tortura y malos tratos que aparece en el
documental Ciutat Morta. © AI
Rodrigo
Lanza, una de las víctimas de tortura y malos tratos que aparece en el
documental Ciutat Morta. © AI
En
España hay tortura, ¿pero quién la práctica? Los casos de tortura se producen
casi exclusivamente cuando las víctimas se encuentran bajo custodia del Estado.
La
tortura se practica principalmente en los lugares donde la indefensión por
parte de la víctima es mayor, por no decir total: espacios de detención tras
manifestaciones, Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE), o durante el
régimen de incomunicación. Las sucesivas reformas penales siguen sin eliminar
la posibilidad de que un detenido pase 13 días sin poder comunicar su situación
a sus familiares, ni recibir visitas de médicos o abogados de su elección.
Muchas veces sin cámaras y sin controles, estos escenarios son el mejor campo
de juego para que un agente pueda tomarse la justicia por su mano. A veces de
forma literal…
¿Para
qué se tortura?
Los
expertos apuntan a que cualquier tipo de tortura tiene el objetivo de que la
víctima se sienta vulnerable. Esa debilidad puede perseguir una confesión, la
venganza por hechos anteriores (aunque se confunda a los autores, como en los
casos del documental Ciutat Morta), evitar denuncias sobre anteriores actos
ilegales de los propios agentes. Pero en otros casos, parece que sencillamente
no había más motivación para una agresión, una amenaza, un insulto, o una
violación, que la voluntad de llevarla a cabo.
Y las
autoridades, ¿persiguen la tortura?
Además
de investigar con rigor los casos de tortura y malos tratos, la primera medida
para prevenir este delito sería la instalación de cámaras de seguridad en los
centros de detención. Esto permitiría además contradecir con facilidad las
posibles denuncias falsas que puedan realizarse. Por tanto, la pregunta lógica
es: ¿para qué les sirve no grabar lo que pasa en estos lugares?
Inocentemente,
se podría pensar que un Estado que se considera democrático se avergüenza tanto
de los casos de tortura que no puede aceptar su existencia, y de ahí la
ocultación. Sin embargo, autoridades y jueces también impiden que se juzgue a
posibles torturadores que actuaron durante el franquismo. El pasado septiembre
un tribunal argentino solicitó la extradición de cuatro españoles, entre ellos
el conocido como Billy el niño, acusados de crímenes de derecho internacional,
entre ellos el de tortura. La respuesta por parte de la justicia española fue
que los delitos habían prescrito, una motivación que podría desmontar un
estudiante de primero de derecho.
Pero
ninguna señal más clara de la falta voluntad de los diferentes gobiernos de
luchar contra la tortura que los frecuentes indultos a los que afrontan una
condena (y ya es difícil) por este delito. Cuatro mossos d’esquadra recibieron
un doble indulto del Gobierno en 2012. El juicio probó que habían propinado una paliza, amenazaron e
introdujeron una pistola en la boca a Lucian Paduraru, durante su detención y
en el posterior traslado a comisaría. Fue ahí cuando se dieron cuenta que
habían detenido, y agredido brutalmente, a la persona equivocada.
¿Quién
tiene más riesgos de sufrir tortura?
Algunos
piensan que solo puedes ser torturado si estás acusado de terrorismo. Mohamed
Mrabet Farsi fue detenido por este cargo en enero de 2006, cerca de Barcelona.
Durante su detención en régimen de incomunicación no pudo llamar a su abogado.
Denunció torturas y malos tratos, pero tanto el médico que lo examino como el
juez de instrucción no hicieron ningún caso a estas quejas. Ante una denuncia
similar de los miembros de ETA
Gallastegi, Portu y Sarasola, el entonces ministro del Interior, Alfredo
Pérez Rubalcaba, subrayó la inocencia de los agentes antes de realizarse
ninguna investigación. El Tribunal Supremo les absolvió después de una
condena, utilizando como uno de los
argumentos que los miembros de la banda recibían instrucciones de presentar
denuncias falsas. No importó que otro tribunal hubiera concluido que en este
caso no lo eran.
Puede
parecer que tienen más posibilidades los extranjeros sin papeles. Sobre todo si
pasan por los CIE. Y sobre todo si son mujeres. En Málaga, siete funcionarios
fueron detenidos tras una denuncia por abusos sexuales contra las internas del
“Capuchinos”. El juicio se ha retomado
en enero 2015. Dos años antes se había
suspendido para buscar a varias de las posibles víctimas: habían sido
expulsadas a sus países de origen.
O si
participas en protestas. Sobre todo si te juegas el tipo intentando parar un desahucio,
o te quedas hasta el final de las manifestaciones. Como Marta (nombre ficticio,
pasar por cosas así es lo que tiene), quien tras acudir a la “Marea Ciudadana”
se encontró con un grupo que huía de la policía. “Uno de los antidisturbios me
acorraló contra la puerta de un restaurante y me presionó el cuello con su
brazo mientras me gritaba: ‘asquerosa, que te he visto tirar piedras’, a pocos
centímetros de mi cara. Luego me agarró del cuello y me arrastró hasta la
carretera”, relata María. El informe médico detalla contusión en la mejilla y
abrasión de las rodillas.
Una
vez en comisaría, Marta cuanta que le hicieron pasar mucho tiempo de cara a la
pared. Cuando ya no pudo más, se dio la vuelta y le dijo al policía que sentía
que se iba a caer. “¿Qué quieres, ¿agua o sexo?”, fue la respuesta del agente.
Pero
también te puede pasar como a Lucian, que te confundan con otro mientras
vuelves a tu casa y acabes en una comisaría golpeado por todas partes y con una
pistola en la boca. Porque nadie está a salvo de sufrir tortura cuando los que
pueden cometerla se saben impunes.
Foto:
Imagen del vídeo de las agresiones sufridas por Lucian Paduraru. Fuente
archivo.
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