SALACOT
SANTIAGO GIL
Salacot
es la primera novela de Jonás Meneses. Conozco al autor hace tiempo y sé de su
insistencia literaria, de su formación y de su disciplina a la hora de escribir
y de rebuscar más allá de las palabras. La publicación de una primera novela
suscita ilusiones y miedos a partes iguales. Uno sabe que ha cumplido un sueño;
pero al mismo tiempo teme que ese sueño se vuelva efímero o no cumpla con las
expectativas deseadas. También es el momento de enfrentarte al lector y de que
sea otro el que se crea tus historias y le ponga cara, voz y alma a tus
personajes. Son muchos los que se quedan en ese primer libro. No será el caso
de este autor que ahora se estrena en las librerías. Su primera novela
sorprende desde la primera página y te mantiene en vilo hasta que cierras el
libro y comienzas a formularte toda clase de preguntas. Los libros que terminan
interrogándote son los que nunca pasan de largo.
Jonás
Meneses es físico, y eso se nota en la estructura de Salacot. Juega con la
relatividad del espacio y del tiempo y nos lleva desde Gáldar hasta Tanzania
sabiendo que las palabras no son más que asideros que nos permiten viajar más
allá de los mapas o construir un mundo en medio de la nada. Alguien se adentra
en una alcantarilla de Las Palmas de Gran Canaria y se extravía en otras
dimensiones que no somos capaces de vislumbrar si no buscamos un poco más allá
de lo que tenemos delante. También hay quien baja por unas escaleras de un
misterioso hallazgo en San Isidro de Gáldar y se encuentra en medio de la
selva, en otra época, con otras gentes, pero siendo finalmente el mismo
personaje. Todos somos siempre el mismo personaje aunque no recordemos los
muchos papeles que hemos ido interpretando. Los físicos hablan de agujeros de
gusano, pero cuando te lo explican con fórmulas te pierdes en la segunda
ecuación o ya no sabes qué significan todos esos símbolos que llenaban aquellas
pizarras de los años escolares. Creo que la abstracción de las letras es al
final la que mejor explica la física, la química o las matemáticas. Cuando
Alicia atraviesa el espejo o cuando Orlando se convierte en hombre o mujer, o
en el momento en el que Gregorio Samsa se vuelve insecto, estamos entendiendo
todas las posibilidades que nos brinda el espacio, y también las infinitas
combinaciones matemáticas del universo. Salacot es una magnífica obra literaria
que a través de una serie de personajes nos da pistas sobre la condición humana
y sobre todas esas posibilidades que tenemos para cambiar nuestros propios
argumentos. Uno se alegra cuando un amigo escribe una buena novela, y lo menos
que debo hacer es compartir esa alegría e invitarles a que la busquen y la lean
para que también participen en ese juego del tiempo, siempre tan relativo, y a
la vez tan emocionante y tan sorprendente.
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