El triste placer del conforme
LIZ MARTÍNEZ VIVERO
Tú conoces mis
defensas y a propósito derrumbas mis barricadas
Te enseñé a hacerlo,
de las muchísimas formas en que ya podías
Me quedo con tu
sonrisa y con el halo sudoroso de tu sexo
Halo de estrella que
eterniza todo, catapultándonos al cielo
Mi boca no era más mía
en mis realidades diarias
Resbalo por tus
caderas y te beso los sueños,
Me muerdes los labios
con ningún permiso
Me atas y envuelves,
sucumbo a todo, me rindo a todo
Entrego el cuerpo,
perdida y ciega
Sin vernos, viendo
nada, sigo tu luz.
Ofreces poco y mi
hábito conformista se acostumbra.
II
Nadie habló de
anhelos, nadie prometió
Luego vino el fin,
acompañado de lágrimas
A sorbos primero, a
cucharadas
Sin previo aviso y
como pandemonium
Quedaste detrás de mi
puerta
Empecé a odiar tus
manos, causantes de mi delirio
Me odié a mí misma,
maldiciendo fechas
Adivinaste caídas;
dijiste: “luego”… y dolió.
III
Ahora todo se ha ido,
espero
Al lugar lejos donde
quedan los sueños que no fueron
Pregunto todo el
tiempo: ¿Dónde es eso?
El aire se enrarece
por tu adiós definitivo
Interrogo al viento,
sobre posibles paraderos
Y me concentro en
detalles, posibles pistas
Sobre enterradores de
recuerdos.
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