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martes, 3 de febrero de 2015

ENTREVISTA DE ANGHEL MORALES A JOSÉ MARRERO Y CASTRO

ENTREVISTA DE ANGHEL MORALES A JOSÉ MARRERO Y CASTRO

ANGHEL MORALES
Llevabas cerca de treinta años sin dar señales de vida en lo que a tu creación literaria se refiere y ahora, en apenas cuatro años, has publicado una trilogía, ¿Cuál ha sido el motivo?

Si, es cierto que durante mucho tiempo me mantuve en silencio. Bueno, realmente publiqué alguna que otra cosa en páginas literarias de prensa, pero supongo que venía de haber tenido una enorme actividad en torno a actividades tanto en la poesía como en la edición y mi desaparición se hizo más evidente, pero he seguido trabajando todos estos años y madurando ideas que ahora están viendo la luz.

¿Cómo es que ahora te has decidido a publicar?

En primer lugar, no tenía quien me publicase. Aunque generalmente se le publica a muchos autores, no es tan fácil encontrar un editor que quiera comprometerse a publicar no un libro, sino tres. Una trilogía. Entonces, un día paseando por Santa Cruz me tropecé contigo y me preguntaste si seguía escribiendo porque no tenías noticias de mí desde hacía años. Ya sabes el resto de la historia, decidiste editarme y aquí están estos tres poemarios.

¿Echas de menos tu actividad como editor de jóvenes poetas en los 80?

Realmente yo era otro joven entonces y claro que echo de menos aquel tumulto poético de entonces, pero era un tiempo diferente al actual. La edición ha pegado un vuelco tecnológico enorme y ya es posible hacer lo que antes era impensable. Hay medios de difusión como Internet que antes no existían; hay muchas más posibilidades de leer que antes y muchas más posibilidades de ser leído. Pienso que si entonces, con aquel empuje que teníamos, hubiéramos tenido los medios de ahora, habría cambiado muchas cosas, pero es posible que se hubiera perdido la oportunidad de reflexionar sobre lo que se estaba escribiendo. Es importante dejar reposar lo escrito antes de hacerlo público para conseguir una buena obra.

¿Qué puedes decirnos sobre estos tres libros que has publicado en estos últimos cuatro años?

En síntesis, se trata de una trilogía constituida por  tres libros de poemas cuyo hilo conductor es una “calenda”. Una calenda llamada “Anuario” (2011), otra calenda llamada “Las edades” (2013) y por último, una calenda denominada “Las lunas” (2014). Puede decirse que en la primera entrega de la trilogía (Anuario) inicio un viaje en mi particular ictíneo para emerger en “Las edades” que dieron lugar a “Las lunas”.

 Pero cada uno de los libros, realmente en una obra por sí mismo…

Tienes razón. Pero creo que son obras entrelazadas. “Anuario” es un largísimo poema que se presenta subdividido en meses, pero constituye en su totalidad una sola entrega poética con coherencia intrínseca. Se trata de una obra muy narrativa que debe leerse sin prejuicios estéticos, ideológicos o localistas y que en síntesis plantea, incluso con algunas dosis de cinismo, temas ya tratados anteriormente.

“Las Edades” es un recorrido por el transcurso de la vida desde donde se habla de recuerdos y vivencias. Paso por las distintas fases del crecimiento personal y me alojo, finalmente, en la ciencia rebelión, como aprendizaje adquirido en el amasijo de los años.

Por último “Las lunas” establece como hilo conductor a la luna, que es objeto de apreciaciones diferentes; en situaciones, lugares, pensamientos, compromisos, circunstancias y sucesos esparcidos en recuerdos.

¿Te consideras un poeta social?

Realmente creo que nos seguimos preocupando por simplezas tan estériles como el conocimiento del principio del huevo o de la gallina y nos olvidamos de la importancia que tiene el gallinero; ese límite donde se produce el prodigio de la cadena trófica que da origen a la utilidad del huevo y de la gallina. Tal vez sea cuestión de utilidad y por lo tanto, cuestión de abandonar las dudas y disfrutar de la búsqueda empírica de la cuadratura del círculo, que define mucho más acertadamente, a mi entender, el oficio poético que practico. Supongo que todo acto realizado en el seno de una sociedad, es social por naturaleza. Abundar más o menos en esa definición es trabajo de los lectores, en todo caso, dada la total ausencia de crítica literaria de la poesía que existe actualmente.

Siguiendo con los tópicos, ¿te sientes un poeta insular?

Personalmente, pienso que es la frontera en su acepción de orilla antes de llegar a la isla o después de abandonarla, lo que está presente en mi obra poética. Sobre todo por la lectura de la misma más que por sus formas; quien lee no necesariamente es un ser insular. Es más, para un verdadero insular, realmente sólo existe su ombligo; no siente necesidad de definirse por lo que es, porque es lo que es y punto. Por el contrario, quien tiene que lanzar el escandallo paso a paso para evitar la varada, está necesariamente fuera de la isla; está llegando a ella o marchándose de ella, pero no en ella.

¿Qué piensas de la poesía canaria?

No es fácil responder a esa pregunta. No cabe duda de que el pensamiento local impone necesariamente ideas acerca del escenario de la obra poética. El poeta puede saber la geografía, el territorio donde sitúa su obra o ignorar tal hecho y volcar su creatividad desde el modelo o hacia el modelo social que lo rodea y que lo representa o al que aspira; del que viene o al que va. En todo caso estaremos en algún lugar del mundo y nos dirigiremos a alguien, aunque sea a nosotros mismos. ¿Es eso poesía canaria? ¿Es eso poesía universal? Pienso que lo que existe es lo que conocemos y que a lo que conocemos, tendemos a ponerle siempre un adjetivo. Si te refieres a ese adjetivo, es evidente que no estamos definiendo nada que no sea cierto. Pero a mí me interesa la buena poesía, sea de donde sea.

Por último, ¿cómo ha sido la evolución de tu obra desde sus inicios hasta la actualidad?

Más que hablar de la evolución de mi obra poética, te puedo indicar mis recuerdos sobre la misma. En 1980 publico mi primer libro de poemas y lo titulo “Prefacio”, en la entonces denominada “Colección Benchomo”, después “Editorial Benchomo”. Pongo por delante que entonces no conocía el famoso “Preface” o introducción a las baladas líricas de Wordsworht y Coleridge. En cualquier caso, si se quieren buscar referencias seguro que se encontrarán, porque una de las cualidades de la poesía es que sirve para ser interpretada, porque fundamentalmente, tanto la escritura como la lectura de la poesía es interpretación.

Háblame de entonces de tu primer libro publicado…

Bien, hablaremos de “Prefacio”. Este poemario trataba en su primera parte del tema obsesivo del espacio/tiempo desde un continuo ir y venir por un amasijo de planteamientos dialécticos, desamores y otras frutas de juventud. Creo que intentaba establecer un vínculo interior que posibilitase la huida hacia lo irregular del entorno; el imprevisible pábulo del suicidio de la dependencia de la otra realidad de aquello que sirve para mantener la existencia de algunas cosas o acciones que van más allá de lo cotidiano sin un abandono absoluto, sino relativo, de la realidad. Tal vez haya sido un reflejo de lo colonizado que estaba mi espacio poético en mis primeros pasos creativos.

Y del resto de tu obra, ¿Qué me puedes decir?

En 1980, de la mano de Ricardo García Luís, publiqué “Poemas para lo descompuesto”. Años después, cuando comencé esta más reciente obra poética titulada “Las edades”, la comencé con un poema llamado “antecedentes” que era una necesidad latente de arrebatar algo de alegría a los años oscuros que propuse como lectura en los “Poemas para lo descompuesto”. Pensé que era necesario desposeer al arrebatador lo arrebatado; es decir: me negué a que un poema cuasi-autobiográfico sobre la infancia no pudiera recoger además del dogmatismo pedagógico imperante (la letra con sangre entra) otros rasgos libertarios propios de la infancia de cualquiera, fuera ésta imaginaria o real.

Ese poemario (el primigenio) fue la antesala para la publicación de una de las obras más marcadamente personales que he publicado hasta ahora: “La transmisión del silencio”. La Transmisión del silencio supuso un salto en la cuerda floja hacia la nitidez en mi lenguaje poético. Marcó un antes y un después. El después, como ya sabes, duró casi treinta años de silencio. Tal vez la transición natural hacia mi actual manera de obrar literariamente. El poemario fue comentado y acontecido en su momento. Y como todo acontecer efímero, se diluyó poco a poco con el paso de los años.

“La transmisión del silencio” fue publicado en la colección “Cuadernos Insulares de Poesía”. Como vemos, la inexperiencia dio nombre a una colección dirigida por mí y por Lorenzo Croissier, en la que publicó una buena parte de los autores jóvenes de aquellos años.

¿Qué proyectos tienes ahora entre manos?

Escribo simultáneamente varios poemarios, pero están en fase de elaboración y no se si verán la luz. En principio, me preocupo de leer y de escribir, que es lo menos que debe hacer un poeta. Ya se verá en qué acaba lo que estoy haciendo ahora. Pienso que la poesía es un oficio que requiere mucha paciencia y enormes dosis de autocrítica. La oportunidad de publicar es importante, pero antes debes tener algo que decir.



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