INTELECTUALES
DEL TERCER MILENIO
Intentamos
existir hoy en un sistema asesino, simulador, hostil, carente de sentimientos,
sin escrúpulos y sin compasión alguna por los millones de seres humanos
indigentes, despojados de todos sus derechos, con su salud destruida,
perpetrada en la exposición de sus cuerpos al hambre, al frío, a horas muertas
de vida; de una vida atroz.
Pero los
psicópatas incapaces que gobiernan en esta tierra son sordos al silencio de las
masas degradadas en su ser y estar en este planeta, en el que los
intelectuales, los científicos, los especialistas y los técnicos, estamos
llamados hoy a ocupar un rol trascendente para modificar el estado de las
cosas, dado que son al mismo tiempo dueños y usuarios del principal medio de
producción de esta sociedad, que es el “conocimiento en acto”. Exiliado del
sistema capitalista y su sitio de relevancia, hoy es ocupado por los esclavos
rentados del sistema asesino, con características claves para que la comunidad
siga viviendo en estado de “clandestinidad”, en ignorancia, prostitución,
simulación y bajos instintos en acto, cristalizados y personificados en los
actores de este espectáculo grotesco “solo para estúpidos” beneficiarios del
credo, con sus pastores/as predicando desde los denominados medios de
comunicación al servicio del sistema mafioso.
Es
difícil que la sociedad del conocimiento, hoy inexistente, alcance a producir
el “hombre instruido y educado”, un “hombre nuevo” similar al “hombre total”
que pensó Iván Efremov en su maravillosa novela de anticipación: “La Nebulosa
de Andrómeda”. No ignoro que estamos muy lejos de alcanzar ese horizonte, sobre
todo visualizando este mundo donde –insisto- droga, prostitución y armas
conforman las más relevantes actividades del imperialismo capitalista extendido
a todo el paisaje de este planeta. Donde los bancos nutren sus tesoros, con
moneda devenida del comercio de droga y demás basura que conforman la imagen de
la actualidad, comprada y consumida por todas las naciones del planeta, con
anuencia de sus autoridades y empresarios gerentes del Imperio, con nombre y
apellido.
Pareciera
que nadie, cumpliendo funciones en cualquier poder, tiene la audacia o coraje
de reconocer, visualizar, ni aún menos denunciar el peligro que deviene de esta
“fractura social”. Se trata de una omisión gravísima, porque nadie en puesto de
poder, hasta incluso la actriz-porno de moda, con intereses por y para el
sistema, en el que está más incluida que un profesor de cátedra en Universidad,
intenta enfrentar la amenaza demasiado visible.
Nadie
parece oponerse públicamente dando la cara, nadie intenta revertir la masacre y
menos aún señalar denunciando el credo, que ordena esas virtualidades
siniestras en plena vigencia.
Y esta
“imagen del presente” que doy está basada en otra que, en mi opinión, es
objetiva, histórica y revolucionaria. Y es la de que “todo poder es instrumento
de opresión, de coacción, de dominio ciego y arbitrario (y) es, por definición,
obtuso (enemigo de la inteligencia), inhumano (enemigo de la liberación del
hombre), y despótico (enemigo de la libertad)”; lo cual quiere significar,
palabras más palabras menos, que entre los intelectuales y el poder hay una
pelea desde siempre que solo dirimen el dinero, el exilio, la censura o la
muerte.
Los
intelectuales estamos llamados a resistir al poder de los tecnócratas gerentes
de la sociedad del espectáculo, nuestro papel se acrecienta blandiendo el arma
que los detentadores del poder censuran: el conocimiento, en absoluto
negociable, resistiendo, sin respetar las leyes misteriosas de este Casino en
que se ha convertido el mundo, donde el chantaje camina cómodo por la autopista
de la información, controlada por las Centrales de Inteligencia del mundo, que
censuran y asesinan la auténtica inteligencia, hoy al borde del camino de lo
que denominábamos vida.
Un
intelectual debe ser básicamente un hombre cuyo fin político esencial es:
condenar y combatir la guerra, y la violencia en general, fomentar la
tolerancia, defender la democracia y los derechos humanos, resistir el abuso
del poder, cuando éste deriva en monopolio de la verdad, divulgar las ideas
según las cuales la vida social debe estar en función de engrandecer al ser
humano y exaltar, en consecuencia, la solidaridad como fórmula de convivencia y
estrategia de supervivencia de la sociedad.
Si
procedemos de acuerdo con lo que manifesté, seremos consecuentes con la razón
de ser (de) nuestro oficio y fieles a nuestra posición de compromiso con la
inteligencia y el enfrentamiento natural con la opresión y el despotismo del
Poder en todas sus formas.
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