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miércoles, 15 de agosto de 2012

INTELECTUALES DEL TERCER MILENIO


INTELECTUALES DEL TERCER MILENIO


 Eduardo Sanguinetti

Intentamos existir hoy en un sistema asesino, simulador, hostil, carente de sentimientos, sin escrúpulos y sin compasión alguna por los millones de seres humanos indigentes, despojados de todos sus derechos, con su salud destruida, perpetrada en la exposición de sus cuerpos al hambre, al frío, a horas muertas de vida; de una vida atroz.

Pero los psicópatas incapaces que gobiernan en esta tierra son sordos al silencio de las masas degradadas en su ser y estar en este planeta, en el que los intelectuales, los científicos, los especialistas y los técnicos, estamos llamados hoy a ocupar un rol trascendente para modificar el estado de las cosas, dado que son al mismo tiempo dueños y usuarios del principal medio de producción de esta sociedad, que es el “conocimiento en acto”. Exiliado del sistema capitalista y su sitio de relevancia, hoy es ocupado por los esclavos rentados del sistema asesino, con características claves para que la comunidad siga viviendo en estado de “clandestinidad”, en ignorancia, prostitución, simulación y bajos instintos en acto, cristalizados y personificados en los actores de este espectáculo grotesco “solo para estúpidos” beneficiarios del credo, con sus pastores/as predicando desde los denominados medios de comunicación al servicio del sistema mafioso.

Es difícil que la sociedad del conocimiento, hoy inexistente, alcance a producir el “hombre instruido y educado”, un “hombre nuevo” similar al “hombre total” que pensó Iván Efremov en su maravillosa novela de anticipación: “La Nebulosa de Andrómeda”. No ignoro que estamos muy lejos de alcanzar ese horizonte, sobre todo visualizando este mundo donde –insisto- droga, prostitución y armas conforman las más relevantes actividades del imperialismo capitalista extendido a todo el paisaje de este planeta. Donde los bancos nutren sus tesoros, con moneda devenida del comercio de droga y demás basura que conforman la imagen de la actualidad, comprada y consumida por todas las naciones del planeta, con anuencia de sus autoridades y empresarios gerentes del Imperio, con nombre y apellido.

Pareciera que nadie, cumpliendo funciones en cualquier poder, tiene la audacia o coraje de reconocer, visualizar, ni aún menos denunciar el peligro que deviene de esta “fractura social”. Se trata de una omisión gravísima, porque nadie en puesto de poder, hasta incluso la actriz-porno de moda, con intereses por y para el sistema, en el que está más incluida que un profesor de cátedra en Universidad, intenta enfrentar la amenaza demasiado visible.

Nadie parece oponerse públicamente dando la cara, nadie intenta revertir la masacre y menos aún señalar denunciando el credo, que ordena esas virtualidades siniestras en plena vigencia.

Y esta “imagen del presente” que doy está basada en otra que, en mi opinión, es objetiva, histórica y revolucionaria. Y es la de que “todo poder es instrumento de opresión, de coacción, de dominio ciego y arbitrario (y) es, por definición, obtuso (enemigo de la inteligencia), inhumano (enemigo de la liberación del hombre), y despótico (enemigo de la libertad)”; lo cual quiere significar, palabras más palabras menos, que entre los intelectuales y el poder hay una pelea desde siempre que solo dirimen el dinero, el exilio, la censura o la muerte.
Los intelectuales estamos llamados a resistir al poder de los tecnócratas gerentes de la sociedad del espectáculo, nuestro papel se acrecienta blandiendo el arma que los detentadores del poder censuran: el conocimiento, en absoluto negociable, resistiendo, sin respetar las leyes misteriosas de este Casino en que se ha convertido el mundo, donde el chantaje camina cómodo por la autopista de la información, controlada por las Centrales de Inteligencia del mundo, que censuran y asesinan la auténtica inteligencia, hoy al borde del camino de lo que denominábamos vida.

Un intelectual debe ser básicamente un hombre cuyo fin político esencial es: condenar y combatir la guerra, y la violencia en general, fomentar la tolerancia, defender la democracia y los derechos humanos, resistir el abuso del poder, cuando éste deriva en monopolio de la verdad, divulgar las ideas según las cuales la vida social debe estar en función de engrandecer al ser humano y exaltar, en consecuencia, la solidaridad como fórmula de convivencia y estrategia de supervivencia de la sociedad.

Si procedemos de acuerdo con lo que manifesté, seremos consecuentes con la razón de ser (de) nuestro oficio y fieles a nuestra posición de compromiso con la inteligencia y el enfrentamiento natural con la opresión y el despotismo del Poder en todas sus formas.

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