R A P T O
Nueva lectura
José
Rivero Vivas
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Secundino Delgado
VACAGUARÉ
Edición del profesor Pablo Quintana
Diseño de portada: Jaime Vera
Editorial Benchomo – Cándido Hernández
S/C de Tenerife – Las Palmas de G. Canaria
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José Rivero Vivas
RAPTO
Nueva Lectura
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(Secundino Delgado – Vacaguaré:
Cap.XXX; pág. 126)
Canarias para mí es como la concha para el caracol, que es suya
propia, es inherente a su ser… Mátese en buen hora, pero es estúpido querer que
la concha del caracol existe sólo para que el niño la llame suya.
La contrariedad, arguye
Anselmo Gris, estriba en que no se ha podido demostrar la participación de
quienes pugnaron por la implantación de su ventaja endémica, lo cual ha influido
en el código de conducta esgrimido por los más duchos en arbitraria aplicación
de la impunidad asignada a unos pocos privilegiados en el orbe conocido.
(Secundino Delgado – Vacaguaré:
Cap. XXIX; pág. 121)
El organizador del mitin, Cabrera Díaz, fue días después procesado por un artículo publicado hacía tiempo.
Ahora, evaporado el recurso
interpuesto ante el Alto Tribunal de las Causas Laudables, se ignora la
penalización a sufrir por quienes cometieron el agravio de designar nuevas
plantas de cultivo, en el edificio diseñado para usura y mendicidad compulsiva,
como alivio al enorme pesar de la nación, en víspera del acontecimiento de general consumo,
suscitado en comandita por próceres de la impoluta ciudad.
(Secundino Delgado – Vacaguaré:
Cap. II; pág. 32)
Que una parte de los que escriben en Canarias oficien de lacayos, ¿me obliga a mí a callar la verdad?
No escribo más. Se acabó. Me
siento plenamente liberado. Tanta brega, ¿para qué? Procede ignorar este
barullo. No quiero volver a estar preso, ni de libros ni de comentarios. Fuera.
Termina la ingrata labor. No vale la pena el esfuerzo. Abur toda sujeción. Me
largo a descubrir distinta esfera.
(Secundino Delgado – Vacaguaré:
Cap. III; pág. 41)
Es el mismo cacique primitivo, aquel virrey que autorizaba la
estafa, la violación y el degüello, contra los primitivos y nunca bien llorados
guanches…
Enajenado en conciencia,
recurre a un paquete de folios escritos, aporte de su amigo Francis Day, como
lo llaman los ingleses que le proporcionan empleo en la empresa, donde trabaja
en heavy cleaning. Un día le tocó ir
al almacén “of a Literary Agent, in Central Area of London”, y halló el envoltorio.
-Como estás siempre con esas
escrituras, te traigo este avío, que permanece intacto.
(Secundino Delgado – Vacaguaré:
Cap. XXIX; pág. 121)
Algunos periódicos españoles reproducen artículos y sueltos del
¡Vacaguaré!..., comentándolos a su
antojo; otros instigan casi al gobierno a que nos decapite o poco menos.
Anselmo Gris desempolvó el hato
y se dispuso a inspeccionar su contenido. Abrió despacio y encontró
que la obra allí guardada estaba cubierta una y otra vez, cual si quien lo hizo
tratara de proteger su ser hasta lo indecible, confirmación de nunca haber sido
abierto, ni siquiera por curiosidad. Tenía razón Francis Day en su salvedad.
Por fin descubrió en la
solapa esta referencia:
“Existe un poder magnífico y
un poder taimado, que se entrecruzan, y van a la deriva, costeando el litoral
en distintas calas de soberana quietud.”
(Secundino Delgado – Vacaguaré:
Cap. XXVII; pág. 113)
¡Ay! ¡Quién supiera escribir, para explicar a los pobres y
desdichados las dulzuras que siente el alma ante una obra de arte…!
Intrigado en extremo,
continuó su búsqueda, hasta hallar lo que consideró su título, PRIMOR, y prosiguió:
Asombra el conocimiento
mostrado por esta gente, que habla de marco de avance, relativo al desarrollo
energético, en su entramado de posibilidades competitivas, apelando a la
experiencia, conforme su capacidad de adaptación al sistema de equipamiento,
aportado por la Administración Provincial a su escena política, donde el parque
eólico permite un futuro tecnológico, beneficioso para millones de seres, en
plena inhibición exclusiva, pendiente de sustitución en su función térmica,
propiciada por el aerogenerador pintado de verde, como Árbol de Marte, símbolo
elegido por Pascasio Trujillo -aquel soñador con la repoblación forestal, en
zonas desérticas del planeta-, nacido en el Valle de Hermigua, en La Gomera,
una isla de Canarias conocida -entre otras cosas de diverso cariz-, por su
lenguaje silbado, las varias estancias de Cristóbal Colón, antes de su primer
viaje a las Indias, así como las Endechas a Guillén Peraza, que acabó su
suerte, en el temerario intento de conquista a la isla Benahoare.
(Secundino Delgado – Vacaguaré
Cap. VII; Pág. 52)
El nombre que hirió, como inspiración divina, la memoria,
irradiando destellos de luz en mi alma, arrancando la desesperación y aventando
la tristeza, fue Tanausú. ¡Ese, el nombre de aquel guerrero que pronunció la
famosa palabra Vacaguaré, en los
últimos momentos de su existencia pura!
*
En sentido inverso de
esta responsabilidad inexcusable, es menester analizar el talante de cuanto
confidente auspicia el sinsabor progresivo, malestar que cunde en la población,
atormentada por la escasez de agua, y nutrientes vegetales, indispensable para
una armoniosa adaptación al medio natural, convertido en virtual parafernalia
de digital inconsecuencia.
(Secundino Delgado – Vacaguaré
Cap. XXIX; Pág. 120)
Conviene no olvidar la observación de Dicenta, que creyó al
fijar su planta en esta rica tierra que era un trozo de la poderosa Albión.
Consciente de su
confusa dubitación, Francis Day amistosamente le apostrofa:
-Anselmo Gris, ratifica
tu propósito y conserva raigambre sin paliativos.
Anselmo Gris no contesta, pero
se sume en honda abstracción, cual si hablara para sí, en voz alta, necesitado
de volcar su desánimo. Pero, a nadie preocupa su desaliento; todavía menos su
retirada de potencial producción, si realmente nutre próvido fruto su arcano,,,
(Secundino Delgado – Vacaguaré
Cap. X; Pág. 61)
-Bien –medité-, ahora sé lo que hay: el plan del gobierno no es
asesinarme bruscamente como a una res, no porque le falten agallas para ello,
ya que Weyler es ministro de la guerra, sino tratar de desacreditarme, hundirme
en el fango del deshonor, degradarme ante los hombres.
Anselmo Gris concluye que no abriga intención de
hacer crítica a los exégetas en su obsesión por circunscribir, en este ámbito
entre Islas y Continente Africano, a cuanta figura, hombre o mujer, toma relevancia
en la acción y gestión, acaecida en el devenir de Canarias. Tanto así que, en
casos extremos, si el término a utilizar supone en su estima concesión a lo
establecido, recurre a un lenguaje costumbrista, lo que podría ser subsanado
con la aplicación de otro idioma, siempre elevado y apto para verter la
propuesta, de modo que pueda ser entendida a largo trecho y sucesivos lustros.
(Secundino Delgado – Vacaguaré
Cap. XXXI; Pág. 127)
Eran las diez de una hermosa noche. Me paseaba esperando los
pitazos del tren que me llevaría a Cádiz, cuando entra en la estación
Estévanez. Viene a despedirme.
Siempre bueno y leal, me regala un ejemplar de sus Memorias.
Secundino Delgado nos lleva a admirar su vida y su dimensión
humana en su Novelada Memoria. Su grandeza es inconmensurable y ciertamente
trasciende este pequeño entorno donde permanece constreñida su gloria.
Especialmente en una época en que el mundo carece de estas personalidades
proverbiales, es preciso dar a conocer su existencia, que solamente se arrogan
unos pocos, merced a su significativo aliento en el acontecer de las Islas
Canarias.
(Secundino Delgado – Vacaguaré
Cap. V; Pág. 47)
-Darwin; delante de los guardias
no debe llorarse. Ve a consolar a tu madre y a tu hermanita, y dile a todo el
mundo que tu padre es un hombre honrado.
*
Transcurridos unos días, Anselmo
Gris ha vuelto a encender su ordenador, tratando de descubrir indicio por el
cual seguir la pista del suceso de esa noche, cuando la riada inundó la ciudad
y sus aledaños. Inquieto y triste, el hombre se siente desolado, por no
advertir rasgo humanitario entre la gente; al cabo del percance, entiende que
no hay forma de encontrar rastro que lo conduzca hasta aquellos pasos dados en
el marco de su mesura, emporio presuntamente vano para quienes se apoyan en la
amalgama de su actividad, con disimulo obliterada, como consecuencia de simple
apatía en el edil principal.
(Secundino Delgado – Vacaguaré
Cap. XXV; Pág. 108)
Seguía solo en mí y me consolaba diciendo: “Hay otros tal vez
más desgraciados que yo”… ¿La ruindad de esa bestia humana, que me prohíbe
tararear a mis paredes, merece que yo me indigne? Y me quedaba tranquilo,
riendo como Voltaire.
Claro es que esto no lleva a
parte alguna, y, puesto a examinar vientos pasados, observo que ninguno ha
henchido vela de bergantín, supuesto que hubiera embarcación disponible. Lo
propio, en este caso, es que el extraño anduviera por riscos y cañadas, en
adversa peregrinación, hasta el filo del precipicio a sus pies.
(Secundino Delgado – Vacaguaré
Cap. XXXII; Pág. 129)
Un ruido estridente, el ronco remorar de las cadenas del buque,
me despierta, y pienso: “el ancla”. Me visto apresuradamente y salgo del
camarote.
¡Cielos! ¡Este es el más bello país del mundo!
En este punto, Anselmo
Gris recuerda haber leído algo relativo al tema, que lleva a conciencia, y,
decidido, reproduce aquel pasaje.
José Rivero Vivas
CAUTIVO
(Fragmento Cap.
2; pág. 41)
Las Cuatro Torres, en Santa
Cruz de Tenerife, no era zona destinada a barrio de pobres, sino polígono
residencial para gente acomodada, que se oculta tras sencillez ficticia para
disimular su fortuna y disfrutar la utopía de vivir en monumentos inexistentes,
por falso simbolismo del paso de un tiempo diluido en atmósfera de austero
recuerdo y malicioso olvido.
Mister Rosenthal then
remarks:
“In Saint
Raphael cemetery lie some illustrious son of the Town, as the independence
leader Secundino Delgado.”
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*
Francis Day, seriamente preocupado por
cuanto pueda suceder a su amigo, va en su busca, y, al hallarlo, inquiere:
-¿Qué tal estás?
-Bien… -responde reticente.
-¿Cómo sigues con el mamotreto que te
pasé?
-Estupendo. Sabes que encontré un libro
excelente, al que he dado repetidas lecturas.
-Algo, a su respecto, me hubiste dicho.
-Me falta el cierre.
Tras firme determinación, Anselmo Gris sella su ponderación
personal acerca del libro, que inspiró sus inefables notas, y respira con
serenidad y sosiego.
(Secundino Delgado – Vacaguaré
Cap. XXXII; Pág. 130)
Al final me planté en la tierra de los guanches, con lágrimas y
abrazos fueron compensados mis dolores.
La casa de mi madre, triste y enlutada, me arranca nuevas
lágrimas. Y allá, en la cumbre, en mi cabaña vieja, me recibe en sus brazos una
mujer escuálida y sufrida…
Minutos después entran mis dos hijos, que vienen de la escuela.
Me ven y saltan a mi cuello, exclamando:
-¡¡Padre!!
Marzo 25, abril 21 de 1904
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R A P T O
Nueva Lectura
José
Rivero Vivas
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Secundino Delgado
VACAGUARÉ
Edición del profesor Pablo Quintana
Diseño de portada: Jaime Vera
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S/C de Tenerife – Las Palmas de G. Canaria
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