EL CERVANTES, LA RATONERA DE LOS SUEÑOS ROTOS
POR MAITÉ CAMPILLO
Cultivamos la mente haciéndola cada vez más ingeniosa, cada vez más sutil, más astuta; menos sincera y más tortuosa e incapaz de afrontar los hechos. Lo que importa no es cultivar la memoria sino despertar el espíritu crítico y el análisis. La sabiduría no es una acumulación de recuerdos, sino una suprema vulnerabilidad a lo verdadero. El final es el comienzo de todas las cosas, suprimido y escondido. Esperando a ser lanzado a través del ritmo del dolor y el placer. No se comprende primero y luego se actúa. Cuando comprendemos, esa comprensión absoluta es la acción. El miedo corrompe la inteligencia y es una de las causas de la egolatría. No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma (Jiddu Krishnamurti escritor y filósofo hindú)
.‘Paz’ no es
conducta rastrera en economía capitalista e imperio de guerra
Es al parecer la
adaptabilidad hoy desencadenada al desenfreno sarcásticamente degradante y
corrosivo, sin aprecio alguno a los estragos, una de las características por
otra, humanas, que nos ha permitido llegar a ser una de las especies
predominante en el planeta, sobre la que tanto se ha insistido en su evolución,
mucho antes de que en Atapuerca se descubriera el paraíso de los huesos. Pero
es lo que hay, y así me presento; soy la que soy, y no hay modo; mis dudas, al
respecto, surgen de manera ya conocida a borbotones, como parte de un todo en
instinto de clase (por supuesto) no petrificada, sino en reniego del vasallaje
por bandera, ante cualquier tipo de superioridad humana que se presenta como
‘buena nueva’, casi siempre más allá de los hechos reales que en sí, nos
liberan, del mentado vasallaje. Ya que si ser ‘predominante’ significa lo mismo
en siglo diecinueve que en siglo veintiuno, en tener la capacidad absoluta del
dominio oscurantista, como del destruir del ser humano su pensamiento a la vez
que esclavizar su vida; del saber especular con todos y con todo, como arrasar
nuestro entorno natural y del mundo en pos de la economía privada, como algo
natural y ley de vida en antojo de derecho personal de privacidad; entonces sí,
en eso, las democracias a las órdenes del capitalismo, han demostrado ser la
mejor civilización, más incivilizada. Que ni Miguel de Cervantes podría
perdonar nunca, y menos manipulándole como institución, enclenques escuálidos
impresentables de la historia humana, en cuanto a leyes que dominan como
denigrantes humillaciones, que nos envilecen, y desaparecen siempre que les
interese. Pues ser son sus democracias, el vivo reflejo de la misma causa
sátrapa que los considera, crea y recrea superiores; o sea, dominantes. Ellos
son los que verdaderamente destruyen. Ellos son, los que, directa e
indirectamente hacen desaparecer el comportamiento y naturaleza real, que
brota, de nuestra existencia. Ellos son, y lo consiguen, con la incondicional
colaboración de la estela humana seguidora de hinchas forofos, del dominio por
el dominio y las guerras por las guerras. Ellos son, y representan, el salto al
vacío impuesto donde agonizan sus fueros, del peregrinaje colonizador en
alianza a la carnada mediática de los imprescindibles, amasada en la absoluta
ignorancia como frente de paz, del perfil despótico, en dominio de técnicas de
las mil formas de matar. Es lo que se ejerce como poder absoluto contra todo lo
que desprecia contrario a sus intereses. Es lo que se impone; y, considera,
cerrando todas las vías de paz reales (y no como ratonera mediática) en nombre
de los monstruos de siempre ser menos que nada en alusión a (nosotros). Sin
duda alguna adaptarnos encierra una evidente resistencia negativa, al avance,
en pos del sometimiento; una capacidad, peligrosa y detonante, que nos ha
permitido ir tirando “pa`lante” (a favor del tirano por supuesto) pues quién
podría negar el… ¡ay, del que no se adapte! -¿Qué hacer?- Lo cosemos a balazos,
lo desaparecemos, lo silenciamos, para que abandone de una vez por todas
persistir sobre el acorde mayor que ensalza Sol predominante entre las sombras?
De ahí que estemos -si por miedo, cobardía e intereses personales tratando de
amoldarnos- de alguna manera a su dominio de normas, leyes, reglas sociales,
entre prebendas y sentencias de ley mordaza, hasta ir vestidos como su
decadencia marca, y olvidar todo atractivo como movimiento de vanguardia en
lucha ¡Ah!, y, por supuesto, nunca robar a los ricos; y, por la misma regla de
tres, perdonar a los asesinos y ladrones mayores que roban a millones de
pobres; y, en ese mismo orden, imposible, de justicia alguna que ajusticie
curas ni banqueros aunque, por injusticia en dominio de ‘superioridad’ ejerzan
la pederastia, denuncien tanto en paz, como en guerra, y ayuden directa e
indirectamente, a que desaparezcas del mapa.
Y es por ese mismo
eterno ‘gran poder de Dios’ asediando sobre el itinerario del preciado,
momento, a que aludas <<al perdón ‘porque en el fondo’ todos somos lo
mismo, todos somos culpables y hacemos las mismas cosas>>. Y su
democrático tiro de gracia caerá resbaloso de escrúpulo (como la paz que están forjando
para Ucrania) convirtiéndote en masa, que comienza a extraviarse del camino
real perdidos unos de otras de toda identidad; y, ahí sí, sin mayor trámite,
formarás parte del desecho a la sombra indisoluble de la comunidad trazada por
decreto. Y sin darte tiempo, siquiera apreciarlo, te habrán convertido en un
robot, sin criterio propio; empezarás a creer, a los que manipulan la
información y dan las órdenes más escalofriantes, tal y como las reciben; hasta
a los que destacan como líderes puntuales del sistema alienante, en el que
quieren que creas (e inconsciente has votado), ellos y no menos ellas, te irán
convenciendo de que pese a todo, tú también cuentas; y, que en el fondo siempre
que se encuentren en las urnas como “alternativa”, el capitalismo, no es tan
malo (es lo menos malo) lo mejor para ti. O sea que el ‘voto’ (es la solución)
por lo que dicen te identifican, te protegen y consideran… ¡ay, del que no se
adapte! -¿Qué hacer?-. Es la sociedad del absurdo la que estamos viviendo, y
nuestra vida, es la vida del absurdo haciendo todo lo contrario que deberíamos
hacer. Pese a ello, metafóricamente hablando agacharás orejas, mirada,
rodillas, y refinarás tus formas de vivir y vestir, asumiendo tu impersonal ya
(personalidad), adaptada y sumisa con la época que te ha tocado vivir;
olvidarás, como tantos otros y muchas otras a los exiliados republicanos que en
tu caso, Cristina, conociste de pequeña y que tanto te marcaron; los miles de
asesinados aún desaparecidos y las cientos de fosas ocultas y las encontradas,
escarbadas y exhumadas, algunas de ellas como las más grandes de Europa
Occidental, en una de ellas saliendo a luz de los vivos los restos de
desaparecidos: 2.840 seres humanos de un solo golpe (de solo una fosa), que
representa el odio más encarnizado de la historia, los terrores y tragedias de
Andalucía que tanto fue utilizada en “paz” como potencia turística entre otras
cosas por la dictadura, por la dictablanda, por la plutocracia y demás
espíritus en gracia imperial, como la ‘democracia’, sobre ese gran río de
sangre. Hechos ocurridos como ya tu sabes, durante la invasión nazi contra la
República (1936-1939), como lugar de ensayo y criminalidad, en impulso
arrasador de prácticas de exterminio a favor de la guerra, por la guerra,
pariendo como aborto la II Guerra Mundial. Cuyo informe, recoge, con qué
crueldad se mataba intentando no dejar rastro, trasladando los cuerpos a otros
lugares sin dejar huella. Se que quien por encima de nosotros, y todas
nosotras, están quienes directamente dan las ordenes de manipulación de seres
humanos sobre oscuros intereses… prestarse a ofrecerse es algo, muy bajo, poco
digno y nada aplaudible. Somos los que no renegamos de nuestra historia, los
que no aplaudimos por aplaudir premios amañados ni consignas como ¡Franco,
Perón, un sólo corazón!! La visita de reconocimiento al dictador (aislado
políticamente por otro lado tras la II Guerra Mundial) fue como una puñalada
grande y profunda, e inolvidable, aún hoy en respeto y recuerdo a nuestros
padres y abuelos; la actitud de Perón, y Evita (su populismo) en arrastre del
bien y del mal sobre la misma vía, alagó ésta, con su presencia y
reconocimiento a la mayor masacre de seres y pueblos rurales hambrientos e
indefensos. No puede existir, en una misma onda de elogio lo mismo para el
verdugo que para la victima, para el patrón absoluto que para el esclavo paria
sin tierra, sin nombre, sin nada, más diezmado que las amapolas con Franco. Hoy
convertida su fértil tierra de braceros y campesinos sin tierra en culebras de asfalto.
Y volviendo a la metáfora; de la misma manera, tan desenfadada y ‘natural’, que
se construye -destruyendo- (olvidarás) los versos y aroma en nana de cebollas
del poeta y pastor en su tierra: <<Ayer amaneció el pueblo desnudo y sin
qué comer. Y el día de hoy amanece justamente aborrascado y sangriento
justamente. En su mano los fusiles leones quieren volverse: para acabar con las
fieras que lo han sido tantas veces. Que mi voz suba a los montes y baje a la
tierra y truene, eso pide mi garganta desde ahora y desde siempre>>.
NOTA
Es mi desencanto
total con la escritora uruguaya Cristina Peri Rossi; sus palabras, me han
herido profundamente: <<Los motivos de las guerras son siempre los
mismos: el ansia de poder y la ambición económica. Algo típicamente
masculino>>. Lo dijo a través de la actriz argentina Cecilia Roth como
bufona de la Corte. Temo disentir de dicha afirmación de un simplismo garrafal
que creo, en boga mediática del momento, ajeno a las sufragistas históricas del
feminismo revoltoso y hasta dinamitero además de justiciero, con la escritora
uruguaya, sobre dicha afirmación de ese ‘algo típicamente masculino’. Pues
muchas reinas y demás urracas princesas se han visto particularmente
implicadas, en el crimen de la ambición económica, entre el dominio político y
subyugación como bien representó dichos intereses Isabel la católica, entre
muchas otras a escala internacional (mujeres incluso dentro de la iglesia
católica). Cristina recordó a los exiliados, de la República, que huían tras
tres años de continuos combates de un caudillo impuesto como dictador, de una
crueldad de ejemplos escalofriantes mucho más allá de esos miles que tu
reconoces como: ”una terrible dictadura que había matado a miles y miles de
personas y hecho huir a otras miles”. El problema no radica en plasmar
literariamente a forma de novela narrada o poemario, un hecho social; el
problema, es y será siempre un problema, cuando aceptas un premio de los
verdugos (no depurados) entre nuevas generaciones integradas en ellos que los
representan y defienden en sus instituciones antagónicas, de dichas víctimas
que describe la escritora, y por igual el Cervantes otorgado, por un rey
heredero (del dictador) impuesto al pueblo. Que sigue representando, de manera
impuesta, en todos sus estamentos esa terrible dictadura de la que apasionada
describes sus exiliados; y, con el agravante, de la presencia directa de un
gobierno belicista, que no deja de enviar armas a Ucrania, a Arabia Saudí, al
sátrapa rey de Marruecos (entre otros) para que aniquile al pueblo saharaui; y,
también, como no, acepta que en la ceremonia de entrega del premio Cervantes,
estén destacados siniestros personajes de la ultraderecha fascista incrustada
en su España (inmovilista). Disiento una vez más por lo que me permito decirte
de que (NO) no todas las guerras son iguales Cristina. El ansia de poder y la
ambición económica, es el motor, objetivo de las guerras que despliega de forma
encarnizada, ruin y generosa, el imperialismo yanqui. Como mujer de izquierdas,
supongo bregada en dictaduras, como la de Franco (pues llegaste en una fecha,
1972, que nuevos miles tuvieron que salir por piernas donde la pena de muerte
se mantenía como el garrote vil y el cóctel de la verdad asesinando a quien un
jornal exigía; fíjate, no más, que aún hay presos políticos rallando algunos
los cuarenta años de secuestro pues no es justicia, su condena, ni premio su
Cervantes); o dictaduras como la de tu propio país (Uruguay) y por ende en la
vecina (Argentina) y del mismo modo sangriento allá en (Chile) y sobre el
horizonte vecinal tengamos en cuenta (Brasil) y por nada podríamos olvidar otro
ejemplo más como el de (Paraguay)… y, la memoria palpitante no más, sin
esfuerzo, sale; y, surge a borbotones, deberías de saberlo. Pero hay otras
guerras, Cristina. Me atrevería a decirte como en otro tiempo ‘compañera’; pero
claro, ya con el agravante de ser parte, del original de Cervantes, y no de la
farsa en fotocopia al que le han convertido utilizándole como a tantos
intelectuales… de uno de los países que, bien tu sabes, más han contribuido y
ensalzado (no de verborrea) el antifascismo a escala internacional, en lucha
directa, por ser este un camino único leal de liberación de los pueblos.
Si partimos de
Indoamérica, doy por hecho que entenderás, que esas guerras de defensa, de
resistencia e independencia eran imprescindibles e inevitables. Única forma
(pues no te dejan otra) de librarse de la opresión, esclavitud y robo de
recursos naturales entre ellos los de ‘tu propio país’; y, hasta podemos seguir
con Vietnam, China, Argelia, Cuba, Nicaragua… ¡ay, Cristina, del que no se
adapte! -¿Qué hacer?-. ¿Qué hubiera sido de estos pueblos si no se hubieran
levantado contra sus opresores y, qué seria de Siria, si no se defendiera del
acoso belicista de los integristas islamistas dirigidos por EEUU? ¿Acaso el
pueblo palestino no merece un Cervantes y más que un Pulitzer a la resistencia
en lucha, durante decenas de décadas de tortura, sangría y usurpación de su
país; que todo el mundo asume a Israel como poder sionista?… y, por qué
(Palestina) no tiene derecho a defenderse de la ocupación de su territorio, por
dichos criminales? ¿Y el pueblo saharaui, acaso no tiene el mismo derecho a
defenderse de las mil formas que pueda, de la ocupación marroquí de su tierra y
del negocio creado de estos intereses entre la España (en farsa de Cervantes) y
Marruecos? ¿Acaso Rusia, su pueblo, no tenía derecho tampoco a rebelarse contra
un estado medieval que mantenía a su gente inculta y muerta de hambre, y es por
ello en conciencia y memoria histórica, no reniega, de hacer frente al todo
poderoso ejército nazi, para dejarse aniquilar y ser arrasado totalmente ¿Y
acaso hoy, por igual derecho, no va a poder enfrentarse a los neonazis de
Ucrania unidos al imperio de la OTAN y su UE con millones de dólares a favor,
arsenal bélico a destajo, tropas de toda índole hasta civil con todos los
medios oficiales cubriéndoles las espaldas? Insisto aún siendo consciente de
repetirme (Es la sociedad del absurdo la que estamos viviendo y nuestra vida es
la vida del absurdo, haciendo todo lo contrario, que deberíamos hacer).
Sinceramente no se que ocurre, a los que por otro lado presumen, de haber
combatido dictaduras, golpes de estado, defendido guerrillas… me asombra lo que
pasa por esas cabezas, de ciertos intelectuales que durante su vida han
defendido unas ideas revolucionarias, republicanas de izquierda e
independencia, y, de pronto, ondean escudos y coronas, como un camaleón cambian
de color. Quizá, Cristina, hayas vivido demasiados años en este estado
monárquico, donde es difícil encontrarse con un Julio Cortázar de tal talla, y
grave sería presumir, de su traje, utilizándole como utilizan aquí a Cervantes
y tantos otrxs; a los que han cosido, sino a balazos, al abandono sepultándolxs
en sus mazmorras. Hasta un Benedetti sería muy difícil, de encontrar por estas
tierras; el mismo, en un momento puntual, tuvo sus contradicciones con respecto
a Euskadi, y dignamente decidió cambiar, abrazar y morir en su tierra; o
encontrarte por ejemplo, con un Galeano, que por cierto, y no es casual, nunca
les dieron ningún premio Cervantes, ni Novel les dieron a otrxs que también
estuvieron y mucho escribieron de este país del absurdo, como Neruda y Gabriela
Mistral, por poner un ejemplo de otro país Indoamericano. Y, sí, Cristina,
queramos o no reconocerlo, es más fácil encontrarse en sus calles, plazas y
rincones… con palanganeros mediáticos de la monarquía utilizables (y siento
decirlo) como Cecilia Roth. Sentí más que rubor al verla rebajarse hasta ese extremo,
no tenía ninguna necesidad de ello. Vergüenza ajena su sonrisa esplendida,
acogedora y abierta; y también pena, por el mucho cariño sentido, por cientos
de seres de alguna y otra manera que habían hasta ahora sido ejemplares. Pena y
de alguna manera (desprecio) me da ver a una (mujer) a la que he sentido tan
cerca llegar a esto. Por lo que, indiscutiblemente, prefiero morir y vivir
recordando a Julio Cortazar, tal y como él era antes de morir y poder
manipularle; vayan pues, por delante sus propias palabras: <<Me río de
una honradez sospechosa que tantas veces sirvió para la desgracia propia o
ajena, mientras por debajo las traiciones y las deshonestidades tejían sus
telas de araña sin que pudiera impedirlo, simplemente consintiendo que otros, delante
de mi, fueran traidores o deshonestos sin que yo hiciera nada por impedirlo,
doblemente culpable>>. [No es pedantería ni egocentrismo decir que sus
palabras tanto me recuerdan al padre y mayor de sus muchos hijos (mi hermano),
sobre el que más se cebó la represión francófona y española] ¡Cuánta dignidad!!
-¿Verdad Cristina?- La de Julio Cortazar, me refiero… Y Luis Cernuda gritó ante
el asesinato del ser querido: ¡¡Furia color de amor, amor color de olivo!! A
Federico García Lorca y otros miles de “paseados”: <<¡¡”Enterrar a los
muertos”… que los han matado mil veces!!>>.
Maité Campillo
(actriz y directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)
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