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DUNIA SANCHEZ
X:
Despacio. La aventura del amanecer tiene que
nutrir estas ínsulas donde las ballenas danzan con los soles. Me siento aquí,
en una terraza donde mis ojos acarician un océano inagotable. La marea está
rota, rumia violenta olas que juega con algas, caracolas y el crepúsculo de la
mañana. Despacio. Me pierdo en un café pequeño, fuerte donde se estimulan todas
mis emociones. Lo pienso. Agoto mis sentidos en pensarlo y repensarlo mientras
el mar, ese mar que nos rodea susurra un jadeo melódico.
Océano:
Me ves. Todas las
mañanas te levantas y vienes a mí. Yo con mi cuerpo descuidado, huyendo de la
polución me revuelvo en nuevas fronteras. Sí supieras lo que observo, lo que
toco, lo alimentado de sangre que esta mi masa corpórea. Una masa que se
extiende, que se encoge, que se renueva y visita lugares nunca visto por ti.
X:
Despacio. Te
admiro. Hay que ser valiente, vertical para aguantar cada ahogado, cada
naufragado sin soltar lágrimas de dolor. Despacio. Me tomo mi café y pido otro
en este instante eterno en la memoria donde mi voz alcanza tus entrañas ¿Qué
guardara tu reconditez? Todo es un misterio oscuro imposible de descifrar sin
embargo, vengo aquí y miro tus movimientos.
Océanos:
Guardo el
desequilibrio de un mundo injusto, atesorado de sueños aún. Muertes cruzan mi
sangre, desesperación se dejan mover en mi profundidades. Pero, digo, todo
llega. Algún día seré calma de las calamidades, de las penas, de esa
mortificación pronunciada que posee lo humano. Estamos en una era donde todo se
desvanece, vuelve y son cuchillada de los huidos.
X:
Despacio. Suspiro.
Una respiración profunda concentra mi pecho. Ahora tengo que marcharme. Solo
pienso en lo maravilloso que sería abrazarnos. Por qué no. Dejo mi ropa aquí en
la terraza. Despacito. Voy hacia ti. Quiero sentir el aliento fresco de tu
corpulencia. Una gaviota te sobrevuela y se posa en la orilla. Una gaviota
plateada, no más. No hay nadie en esta jornada invernal y sin embargo, yo estoy
aquí. Despacio. Desnudo ante ti. Así , ¿es como se sienten ellos ¿ Sí, ellos.
Almas de la huída.
Océano:
Adéntrate. Se por
unos momentos parte de mi. Te contaré de mis profundidades. Después volverás,
volverás con la memoria retorciéndote, sesgando tu entereza. Pero vendrás
mañana y te sentarás en esa terraza y despacito te tomarás tu café. Me miraras,
y verás lo minúsculo que somos. No somos nada en este universo pero a la vez
algo grande invade nuestros corazones, la esperanza, la vida.
X:
Despacio se va el.
Coge su ropa. Aunque es invierno una calima apresa la urbe. No se viste.
Despacito. Desaparece cuando los transeúntes comienzan a nacer. Se toca la
espalda. Plumas plateadas hay en ella. Despacio. Mira al sol amarillo pálido y
vuela y vuela a ras del océano. A ras de cada emoción que lo llevo lejos donde
la verdad es bandera blanca de sus sentidos. Despacio volverá cuando el alba lo
llame.
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