«TERRAMORES»,
UNA NOVELA
CON HECHIZO
ANGHEL
MORALES
La primera edición
en español de Terramores, novela de Víctor Álamo de la Rosa, fue publicada por
Artemisa Ediciones en 2008, por lo que esta reedición conmemora el décimo
aniversario de aquella otra preciosa edición llevada a cabo en Madrid. Sin
embargo, como suele ocurrir con la obra literaria del escritor herreño, esta
novela, como otras del autor, vio la luz primero en el extranjero, en este caso
en Francia, publicada por la editorial Grasset en 2007, un año antes. La
importante editorial gala había adquirido los derechos de tres emblemáticas novelas
de este escritor, El año de la seca, Campiro que y Terramores, obras que fueron
viendo la luz en francés en París en 2004, 2005 y 2007, respectivamente, con
los títulos L’ année de la sécheresse, L’Íle aux lézards y Terramours,
traducidas por François Rosso (El año de la seca) y Alice Seelow. El éxito de
crítica fue instantáneo, y los principales medios de comunicación franceses
publicaron reseñas de las obras de nuestro escritor con entusiasmo. Le Monde,
Lire, L´Hémicycle, Le Figaro, Le Temps, entre otros medios, celebraron la
narrativa de Víctor Álamo de la Rosa. Sirvan, a modo de ejemplo, las palabras
que el crítico de L´Hémicycle dedica a Terramores, «una novela en la que el
autor indaga en el alma humana, adentrándose en sus rincones más sombríos, un
texto cuyo aire lírico hechiza al lector».
Tras diez años, Terramores resultaba una novela descatalogada, imposible de conseguir salvo en algunas bibliotecas públicas. La obra, que retrata a la perfección las miserias de la posguerra en la isla de El Hierro, utiliza como excusa narrativa el caso real de Manuel el Huido. El maestro herreño Manuel Hernández Quintero, nacido en El Pinar, se convirtió con veintidós años en el alcalde más joven de toda la República Española, en concreto del municipio grancanario de Firgas, pero su destino se vio truncado con el golpe franquista y la consiguiente Guerra Civil española lo pilló de visita en El Hierro. A partir de ese momento, Manuel el Huido vive una auténtica odisea, escondido en las grutas volcánicas de El Pinar y La Restinga para evitar ser fusilado. A partir de aquí, Víctor Álamo de la Rosa, con su prodigiosa habilidad narrativa, despliega una serie de personajes inolvidables y, diez años después de su nacimiento, a la luz de la relectura, he de confesar que la obra en sí me sigue pareciendo fascinante. La prosa de Álamo de la Rosa, con su ya conocido estilo lírico, entrega una lectura apasionante que los lectores contemporáneos no deben perderse, pues, a pesar de que el autor ha publicado ya siete novelas para adultos, dos libros de relatos y dos novelas juveniles, creo que Terramores, junto con El año de la seca y Campiro que, siguen estando no solo entre lo mejor de la producción del escritor, sino, sin duda, entre las mejores novelas de lo que llevamos de siglo XXI en Canarias. La calidad de la escritura de Víctor Álamo de la Rosa se nos entrega ya desde el propio título, un neologismo inventado por el autor, terramores, con el significado de «amores subterráneos». Violencia, represión franquista, pero también amor y erotismo a raudales se nos sirven en bandeja en esta novela con el sello inconfundible de Víctor Álamo de la Rosa, uno de nuestros mejores escritores, al que me une una fecunda amistad desde hace al menos quince años. Espero y deseo que esta edición descubra a nuevos lectores la obra de Víctor Álamo de la Rosa, uno de nuestros autores más traducidos y estudiados en el extranjero y que, poco a poco, los canarios aprendamos a hacerle justicia adentrándonos en su maravillosa obra.
Tras diez años, Terramores resultaba una novela descatalogada, imposible de conseguir salvo en algunas bibliotecas públicas. La obra, que retrata a la perfección las miserias de la posguerra en la isla de El Hierro, utiliza como excusa narrativa el caso real de Manuel el Huido. El maestro herreño Manuel Hernández Quintero, nacido en El Pinar, se convirtió con veintidós años en el alcalde más joven de toda la República Española, en concreto del municipio grancanario de Firgas, pero su destino se vio truncado con el golpe franquista y la consiguiente Guerra Civil española lo pilló de visita en El Hierro. A partir de ese momento, Manuel el Huido vive una auténtica odisea, escondido en las grutas volcánicas de El Pinar y La Restinga para evitar ser fusilado. A partir de aquí, Víctor Álamo de la Rosa, con su prodigiosa habilidad narrativa, despliega una serie de personajes inolvidables y, diez años después de su nacimiento, a la luz de la relectura, he de confesar que la obra en sí me sigue pareciendo fascinante. La prosa de Álamo de la Rosa, con su ya conocido estilo lírico, entrega una lectura apasionante que los lectores contemporáneos no deben perderse, pues, a pesar de que el autor ha publicado ya siete novelas para adultos, dos libros de relatos y dos novelas juveniles, creo que Terramores, junto con El año de la seca y Campiro que, siguen estando no solo entre lo mejor de la producción del escritor, sino, sin duda, entre las mejores novelas de lo que llevamos de siglo XXI en Canarias. La calidad de la escritura de Víctor Álamo de la Rosa se nos entrega ya desde el propio título, un neologismo inventado por el autor, terramores, con el significado de «amores subterráneos». Violencia, represión franquista, pero también amor y erotismo a raudales se nos sirven en bandeja en esta novela con el sello inconfundible de Víctor Álamo de la Rosa, uno de nuestros mejores escritores, al que me une una fecunda amistad desde hace al menos quince años. Espero y deseo que esta edición descubra a nuevos lectores la obra de Víctor Álamo de la Rosa, uno de nuestros autores más traducidos y estudiados en el extranjero y que, poco a poco, los canarios aprendamos a hacerle justicia adentrándonos en su maravillosa obra.
Ánghel Morales
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