EL DIOS JANO Y LA RECONSTRUCCIÓN
REINALDO
ITURRIZA
Tras seis años de
ataques sistemáticos contra la sociedad venezolana, y previo balance del daño
infligido, el gobierno estadounidense considera que es el momento oportuno para
poner sobre la mesa una oferta programática al país, para iniciar su “rescate,
recuperación y transformación” (1). De eso se trata, ni más ni menos, el “Plan
País” presentado el jueves 31 de enero por Juan Guaidó.
Estos años han
dejado una profunda herida en el alma nacional. Es un período plagado de
violencia y signado por el desquiciamiento de la economía, que inicia con el
shock que supone la desaparición física de Hugo Chávez, y en el que se ha hecho
hasta lo indecible por destruir su legado material y simbólico.
Tras haberse
empleado a fondo en esta empresa destructiva, el gobierno estadounidense cree
haber alcanzado un punto de no retorno. Solo así es posible entender que
ofrezca como solución a todos nuestros problemas nada menos que un plan de
contenido profundamente neoliberal (2).
Destrucción
simbólica significa, entre otras cosas: tal pareciera que el chavismo nunca
existió. Veinte años intensos y, en su gran mayoría, gozosos, felices, han sido
comprimidos en seis tortuosos años en que el “socialismo del siglo XXI” (3)
acabó con el país. Según este relato, la década 2003-2013, la mejor que hayan
vivido las clases populares venezolanas en toda su historia, tanto material
como simbólicamente, nunca existió. Aquellos maravillosos años 2002-2004 en que
el pueblo derrotó un golpe militar en menos de 48 horas, resistió un lock out
patronal y un paro-sabotaje de la industria petrolera que se prolongó durante
dos meses, y protagonizó una nueva Batalla de Santa Inés, nunca existió. Aquel
extraordinario 1999, en que el pueblo redactó y refrendó una nueva
Constitución, nunca existió.
Revísense los
indicadores utilizados en el “Plan País” para intentar demostrar que Venezuela
es un “Estado fallido” (4): casi todos evitan referirse al país de 2003-2013.
Solo una vez es aludido: en el aparte en que nos explican “cómo llegamos aquí”
(5). Llegamos aquí, nos dicen, porque no se aprovechó la “bonanza petrolera”.
Es como decir que todo aquello ocurrió fortuitamente (había una vez una
bonanza…), sin intervención de la voluntad humana, mucho menos la voluntad de
las mayorías populares. Apenas ocurrió, que es casi como decir que nunca
existió.
Ahora, si se trata
de 2013-2019, y siempre según este relato, vaya que el chavismo existió. Hizo y
deshizo: un “modelo político totalitario”, “desmantelamiento de la democracia”,
un “sistema económico fracasado”, “destrucción de la industria petrolera”,
“financiamiento monetario para cubrir la corrupción, la ineficiencia, el gasto
excesivo y el sobreendeudamiento” (6).
De hecho,
cualquiera podría pensar que el antichavismo tampoco existió, y que eso que hoy
se levanta y despereza tras seis años de catástrofe, precedidos de catorce años
de “bonanza” desperdiciada de los que ya nadie se acuerda, es la “Venezuela
democrática” (7), inocente y virginal.
Así como no existió
el chavismo entre 1999 y 2013, tal parece que tampoco existe el pueblo chavista
que, a pesar del shock económico que ha debido padecer durante los últimos seis
años, se mantiene de pie, aunque el costo haya sido enorme; el mismo que ha
resistido estoica y disciplinadamente cuatro oleadas de violencia, en 2013,
2014, 2017 y 2019, logrando evitar que escalara la confrontación, conjurando
una y otra vez la guerra fratricida.
Este intento de
hacer tábula rasa, es decir, de provocar un shock histórico, de manera que los
pueblos pierdan la memoria, es característico del “capitalismo del desastre”.
En nuestro caso, una vez consumada la destrucción, puede Estados Unidos abrirse
paso, removiendo escombros aquí y allá, e iniciar labores de “reconstrucción”.
Puede rescatar, recuperar, transformar. Comenzar de nuevo.
Escribe Naomi
Klein: “Cuando el Katrina destruyó Nueva Orleans, la red de políticos
republicanos, think tanks y constructores empezaron a hablar de ‘un nuevo
principio’ y atractivas oportunidades; estaba claro que se trataba del nuevo
método de las multinacionales para lograr sus objetivos: aprovechar momentos de
trauma colectivo para dar el pistoletazo de salida a reformas económicas y
sociales de corte radical. La mayoría de las personas que sobreviven a una
catástrofe de esas características desean precisamente lo contrario de ‘un
nuevo principio’. Quieren salvar todo lo que sea posible y empezar a
reconstruir lo que no ha perecido, lo que aún se tiene en pie” (8).
Tal es la tarea que
corresponde al pueblo venezolano en general, sin distingo de parcialidad
política: iniciar la tarea de reconstrucción del país, manteniendo a raya a
neoliberales y guerreristas que, y esto es vital entenderlo, son exactamente lo
mismo, y están ansiosos por terminar de echar abajo lo que aún queda en pie,
que es mucho todavía, contrario a lo que pudiera creerse.
Al chavismo, en
particular, le corresponde asumir cuanto antes que el shock histórico es una
realidad, y que ha dejado una larga estela de desmoralización, frente a la cual
no se puede seguir reaccionando desde la superioridad moral que se camufla como
irreductibilidad; que éste ha provocado también estupefacción, perplejidad,
rabia, dolor, porque se trata, justamente, de que nuestros marcos
interpretativos nos resulten inútiles, y ya no seamos capaces de explicarnos lo
que nos sucede ni recordar de qué luchas venimos.
Nos corresponde, en
fin, volver sobre aquella pista que nos revelara Chávez en su entrañable e
inolvidable discurso de toma de posesión, hoy hace exactamente veinte años: la
“visión jánica”. Decía Chávez: “Es tratar de armarnos de una visión jánica
necesaria hoy, aquella visión del dios mitológico Jano, quien tenía una cara
hacia el pasado y otra cara hacia el futuro. Así estamos los venezolanos de
hoy, tenemos que mirar el pasado para tratar de desentrañar los misterios del
futuro, de resolver las fórmulas para solucionar el gran drama venezolano de
hoy” (9).
Así estamos.
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(1) Plan País: la
Venezuela que viene. Pág. 3.
Puede descargarse
en https://www.elinformador.com.ve/2019/01/31/descargue-aqui-el-plan-pais-lo-que-viene-para-venezuela/
(2) Reinaldo
Iturriza López. Venezuela y el “capitalismo del desastre”. 31 de enero de 2019.
https://www.telesurtv.net/bloggers/Venezuela-y-el-capitalismo-del-desastre-20190131-0001.html
(3) Plan País: la
Venezuela que viene. Pág. 10.
(4) Plan País: la
Venezuela que viene. Págs. 4-6.
(5) Plan País: la
Venezuela que viene. Pág. 9.
(6) Plan País: la
Venezuela que viene. Pág. 10.
(7) Plan País: la
Venezuela que viene. Pág. 2.
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