EL FIN DE LOS TELEDIARIOS
DAVID TORRES
En Cuatro han
decidido prescindir de los telediarios porque con First Dates ya dan suficiente
información de cómo va el mundo. Entre los consejos aúlicos de Carlos Sobera
instruyendo a las futuras parejas sobre rituales de apareamiento y los
psicoanálisis de urgencia del camarero argentino, la audiencia puede darse con
un canto en los dientes. Un día de estos podrían llevar al restaurante a Moreno
y Marín (o Marín y Moreno, tanto monta) para que arreglasen cenando sus
diferencias sobre el futuro gobierno de Andalucía, con el ex juez Serrano de
Vox escondido debajo de la mesa, dando patadas y haciendo manitas.
Por lo demás, hace
ya mucho que los telediarios sucumbieron a la cultura del espectáculo, desde
que decidieron incluir al lado del habitual cargamento de noticias amplios
reportajes sobre pases de moda y resúmenes de media hora sobre la jornada
futbolística del domingo, sin olvidar jugosos avances de los próximos fichajes
y un repaso a los mejores chistes en twitter sobre el finiquito de Mourinho. Un
periodismo que habla de Florentino Pérez exclusivamente como presidente del
Real Madrid en lugar de como anomalía de la justicia ya ha dicho todo lo que
tenía que decir sobre Florentino Pérez, sobre el Real Madrid, sobre la justicia
y sobre el periodismo.
Sospecho que la
decadencia de los telediarios empezó a mediados de los ochenta, en el momento
exacto en que obligaron a Felipe Mellizo, al final del informativo de la segunda
cadena, a presentar un video de gilipolleces, tropezones y caídas tontas de
jugadores de la NBA. Felipe Mellizo, que era un locutor genial de la vieja
escuela, con gafas repletas de dioptrías y cara de científico loco, se ajustó
la corbata y dio paso al video con estas palabras u otras parecidas: “Y ahora
uno de esos videos que tanto les gustan a los americanos, donde se ve a gente
adulta cayéndose por el suelo y haciendo el tonto. Vean, vean qué bonito”. No
sé si fue por eso que los desterraron de la televisión o por el modo en que
anunció el estado de salud del Papa Juan Pablo II unas semanas después del
atentado que casi le cuesta la vida: “El Papa mejora. Ya toma alimentos
semisólidos. O semilíquidos, según se mire”.
A fuerza de meter
con calzador estupideces en los telediarios para tratarlas con el rango de
noticias serias, las noticias serias han acabado por ser tratadas como
estupideces. Puede que esta tendencia no sea más que un reflejo de la realidad
actual, devorada por especímenes como Donald Trump, Pablo Casado, Matteo
Salvini o Santiago Abascal, que parecen sacados de un tebeo de Mortadelo. O
quizá sea que a la realidad le ha dado por imitar a los telediarios. El otro
día, en mitad de uno, una locutora dijo muy seria “Ahora presten atención” para
anunciar un video casero del incendio de Badalona en que se veía a una pobre
mujer precipitándose desde el quinto piso. No fuese a ser que nos perdiéramos
la jugada. Difícilmente el periodismo puede caer más alto.
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