sábado, 21 de abril de 2012

PIE DE RUMBAS, de Roberto Cabrera

 PIE DE RUMBAS, de Roberto Cabrera

Como una singular propuesta poética en la está muy presente la vinculación de la palabra con la música puede entenderse Pie de rumbas, de Roberto Cabrera, un libro que, desde la poesía, reclama un universo particular. Nacido en Santa Cruz de Tenerife en 1954, fundador de revistas como “El Buey de las estrellas” o “Teresa en el balnerario”, Roberto Cabrera es poeta y narrador. Además de su actividad literaria ha venido desarrollando una larga carrera artística como músico de rock, jazz y música popular, concretada actualmente al frente del grupo Gato Gótico. Como poeta es autor de Desangre libelular y como narrador de las novelas Ídolos de bruma, La nube especular o Los lunares del césped, entre otros títulos a los que se suman tres volúmenes de relatos.
Publicado por El Vigía Editora, en su Colección Zafir, Pie de rumbas, de Roberto Cabrera se divide en seis apartados, cada uno de ellos con una propia coherencia estructural, y en donde nos hallamos frente a un lenguaje heredero de la autonomía creadora surrealista. Los poemas de Roberto Cabrera establecen un mundo propio que se cumple en sus propias imágenes y en la desbordada libertad asociativa que encierran sus metáforas, próximas a un irracionalismo lleno de resonancias simbólicas. Incorporando elementos de la cotidianeidad y de la tradición y la geografía insular canaria, junto a alusiones de la más radical modernidad, en Pie de rumbas cobra vida un imaginario poético sorprendente en el que abundan las referencias musicales. Este aspecto queda mucho más explícito en las dos últimas partes del libro, “Habana rapera” y “El cielo buhonero y el puerto”. Se trata de dos series de poemas con sentido unitario estrechamente vinculadas al ámbito de la música, sus ritmos y cadencias. La aparición de Pie de rumbas, de Roberto Cabrera, coincide con la reedición de su primera novela por la editorial Benchomo, Ídolos de bruma, aparecida originalmente en 1979. Ambos libros nos permiten acercarnos a una escritura de difícil adscripción, alejada de los cauces sabidos del realismo tradicional.
SABAS MARTÍN RADIO 5 TODO NOTICIAS

NOTAS A “PIE DE RUMBAS”

La escritura es un viaje premeditado. El viaje sanguíneo de una literatura mestiza a otro mestizaje. La poesía, además, es respiración y, como tal, ritmo. Con un ritmo académico-versificador la respiración parecería artificial, pero ésta termina rompiendo los límites y surge el poeta individual que aspira inspira la atmósfera de su entorno.
Santa Cruz (¿más una que otra?) tiene raíces en La Habana y viceversa. Los ritmos cubanos llenan Las Ramblas, La Isleta o la Avenida Marítima (el Malecón de Canarias, según dicen). Armas Marcelo afirma que Canarias y Cuba están unidas por la cultura del tabaco, pero hay algo más allá de tal asidero materialista: una cosmovisión. Nuestras maneras de ser periféricos hacen que nos veamos como seres reales y volvamos nuestros oídos a un singular coloquialismo que convulsiona la lengua española y la hace renacer de sus cenizas.
También nos uno el elemento africano y toda esa oleada de pueblos que han cruzados nuestras orillas y han dejado su huella en nuestra forma de mirar las cosas.
El jazz – afirmo yo – es un grito existencial, un grito de Munich, una agonía del ser ante el espejo en añicos que se hace ritmo. El hip-hop es la queja argumentada del minotauro moderno ante la opresión del hombre. Los ritmos cubanos, la alegría de vivir en una naturaleza pletórica, una realidad que desborda hasta el punto de la opresión. El folklore canario es un retazo que las anti-Ariadnas de la Sección Femenina (entre otros próceres) hilaron a todo trapo para que el pueblo perdiera en las ruinas del pasado sus señas de identidad (pan y fútbol = pan y folklore). Algo salió de ese marasmo, sin embargo, y se quedó enquistado en la conciencia colectiva de ser de aquí (¿reminiscencias norteafricanas, líbico- guanches…?). Todo es uno, todos los ritmos y sus historias son un mismo aliento.
En poesía, el panorama fue mucho más desalentador. Del sonetazo a la cuarteta (los suspirillos garcilasistas): el epigonismo de los epígonos peninsulares políticamente correctos…hasta que dijimos basta, abofeteamos a nuestros propios próceres y fuimos creciendo con nuestros propios pasos, con nuestro mestizaje al amparo de los cafetines de París-Londres-Dublín, de los barrios marginales de Harlem y el Bronx y con la voz de los hermosos irredentos condenados a la hoguera por la inquisición franquista: esa auténtica España del exilio interior y exterior. Así encontramos nuestros propios homúnculos. El Toscal y el Malecón de La Habana, Ulises en las librerías de viejo de Vegueta, The Wasted Land en los eriales de nuestros sures…y el conjuro sigue aventando los muertos de donde la hierba no crece.
Roberto Cabrera en su doble identidad de músico y escritor (rapsoda) ha vivido toda esta historia. La respira y nos lanza su bomba de relojería como activista del lenguaje que es; nos moja con su pie de lluvia del lenguaje para todos quedemos borrachos de sentido con el ron de caña de La Habana, del Valle, de Arehucas…porque el sinsentido viene con la resaca: la de las olas sobre el malecón, la del espíritu sobre su vacío de ser.
En cierta ocasión, Roberto me comentó que nunca aprendió la métrica al uso ¿Cómo es posible si hasta hace parodia de ella desde el mismo intimismo y sensualidad que lo caracterizan? Esa métrica chocaría con su ritmo porque es la voz de la calle que él asimila pero no de forma espontánea sino muy premeditada. Octavio Paz diría que evoca el fantasma sonoro de la oralidad; por eso la puntuación y el metro se desbordan. De esta manera, el ritmo parodiado junto al ritmo vital se traducen muchas veces en una parodia de esa realidad mestiza antes mencionada, hasta el punto de su transformación en otro suerte de mestizaje más real si se quiere. Por eso el poemario culmina con un chaparrón musical, con un pie de rumbas que asimila el jazz, el son, el rap y la poesía. Así la propuesta de la 1ª sección del libro se materializa, eclosiona su lenguaje, su respiración.
Poco digo de los signos que se siembran a lo largo de la obra, como semillas de otros signos conductores: desde el arúspice, el bereber transeúnte extranjero de la city contemporánea hasta el propio grupo Gato Gótico que dice y toca y canta en el poema.
Esas tres Gracias botticelianas de “Las Manos y los Ojos”, ese rapsoda con su ojo avizor y todo el entresijo de voces que están en la misma tierna herida (en la misma alegría del lenguaje que duele y libera), hacen que la poesía llegue a sus más altas cotas de expresión y entre con pie de rumbas en el sonido del saxofón de Olga y en el soliloquio existencial suinero de Mariano Luis que es un Pan en la esquina de su Arcadia vital. @Antonio Arroyo Silva


Dos poemas de "Las manos y los ojos"
de PIE DE RUMBAS


Somos las manos y los ojos

Que pasan entre oros sobre otro caudal

De ondulantes espacios.

Somos un río interminable de miradas

Y gestos y manos

Que reposan cruzadas, o alzadas

Y extendidas también se volvían

Onomatopeyas y aguamarinas.

Somos las manos del lenguaje

Y otras manos arremolinadas

En dedos expresionistas

Clavados a visiones de extramuros.




................



Para decir adiós

La luz verde y prístina de unos ojos

Mi cuello de botella vibrando

En la tarde las garzas se posan

Y desde las dunas, huellas

La choza ya está cerca

Se enrosca en mil arcanos y audacias y audacias

Los nervios se afilan

Y otra musculatura se desliza a otra isla

Una isla transfigurada e idéntica

Al ancho mundo

Que ya no se desea ni es permanencia

Mundo partido en metáforas

Sólo acercándonos la tez más tierna y cálida.




@ Roberto Cabrera

Pie de Rumbas, El Vigía editora, colección Zafir nº 3.

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