EL 23-F FUE UN BULO
ANÍBAL MALVAR
Y uno ya no sabe si es incultura o desmemoria, que vienen a ser lo mismo. Considerar el procés como "el mayor golpe contra nuestro Estado de Derecho", como dice textualmente El Mundo en su editorial de ayer, y vienen repitiendo todos los periódicos de nuestra rancia derecha en estos días de indultos rumoreados, es olvidar el 23-F, por ejemplo, o el 11-M, el asesinato de Miguel Ángel Blanco, GAL, Hipercor, Vic... Aquellos sí que fueron ataques contra la democracia. Pero en España vamos partido a partido, como el Cholo Simeone, y no sabemos echar la vista atrás.
Según para qué cosas. "Pedro Sánchez conoce el riesgo de los indultos, pero cree que el tiempo hace olvidar todo", nos escribe Jesús Rivasés en La Razón. "El PSOE no es el partido de antaño", sollozan los editoriales de ABC, como si al PSOE de antaño le hubieran dedicado odas endecasílabas cuando gobernaban Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero. González ya no es el trilero de sus hemerotecas. Le han asignado --se ha asignado-- un nuevo papel. Y todo lo que se dijo, escribió y denunció ya no es historia de España. Ha desaparecido. Ahora, González es uno de los nuestros. Borrón, cal y cuenta nueva. Ni siquiera se recuerda que, no hace mucho, el ex presidente sevillano abogaba por indultar a los presos políticos del 1-O en un programa de Évole, el de la Sexta. La memoria, el pasado como tierra quemada. Así no vamos a salir nunca de los garrotazos de Goya.
No voy a citar aquí
los indultos a los golpistas del 23-F o a la enorme cantidad de oligarcas
corruptos a los que se aplicaron medidas de gracia, pues ya lo están haciendo
todos los días los compañeros de los periódicos que no practican el golpismo
informativo. Porque esto sí que es golpismo. Blanquear el 23-F llamando peor
golpista a Oriol Junqueras es golpismo intelectual, histórico, cultural y
deontológico.
Tal y como van las
cosas, cualquier día José Luis Martínez Almeida le pone una estatua ecuestre a
Antonio Tejero en la plaza madrileña de Colón, pues ayudó a consolidar nuestra
democracia. Y José Barrionuevo será revestido cual maqui o resistente francés
por haber calcinado, desde la peligrosa clandestinidad gubernamental, a unos
señores que parecían de ETA pero que no eran de ETA. En España, ya lo dije
alguna vez, nos gusta más inventar nuestra historia que estudiarla. Y ya sabéis
lo bien que se aprovechan de esta ignorancia voluntaria los borbones, por poner
solo un ejemplo.
Hace no mucho,
visitaba la casa de un gran amigo y me enseñaba una foto con Felipe VI
condecorándolo o saludándolo o cualquier cosa regia que se me escapa:
--Mira, y aquí con
el rey --me dijo ufano--. Con el rey bueno.
Como mi madre me
enseñó a ser silente y respetuoso, y mi amigo es buen conocedor de la historia,
obvié preguntarle por otro borbón como ejemplo de rey bueno. Hubiera sido una
temeridad. Como intentar evitar que te haga la cobra un cangrejo. Nunca le
digas verdad a un español convencido de su historia, pues él podría perder su
españolidad y tú la boca.
Ser patriota es
mentirse a uno mismo. Y odiar por instinto o conveniencia. Yo no sé qué
pretende la gente manteniendo a Oriol Junqueras en la cárcel. Esa es la
pregunta. Se limitó a cumplir un programa electoral que nadie denunció. Y a
poner las urnas prometidas. No lo veo yo haciendo sonar una campanilla en La
Caixa mientras nos trinca los millones, como el Señor Milagro. Ni borracho y
pinchando neumáticos por las Ramblas. Su libertad no conlleva ningún peligro.
A Alfonso Armada,
el preceptor de Juan Carlos I que andaba echando tanques a la calle, se le
indultó. Pero nuestra desmemoria nos seguirá convenciendo de que los 56
segundos de independencia de Puigdemont fueron el más grave ataque a nuestra
democracia. Pos claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario