PABLO CASADO CONVALIDADO
DAVID TORRES
En el PP no dan una
a derechas. Cuando todo parecía encarrilado para que el vencedor de las
primarias pasara unas vacaciones de aupa, saludando emigrantes y disfrutando
abucheos en fiestas de pueblo, a una jueza, Carmen Rodríguez-Medel, no se le
ocurre otra cosa que ponerse a trabajar en agosto. Entre ministros, presidentes
autonómicos, alcaldes y concejales la población imputada del PP había crecido
tan desaforadamente que en cualquier momento podían pedir la independencia.
Afortunadamente, en Génova tienen solución para todo y han pensado que lo mejor
es llevar un presidente imputado ya de casa.
Las alegaciones de
Casado en la rueda de prensa han estado en la línea habitual del partido: se
declara inocente de todo, especialmente de estudiar. A Casado no se le vio el
pelo por la Universidad Rey Juan Carlos en ningún momento porque estaba
demasiado ocupado estudiando. El mismo ha declarado que el director del máster,
Enrique Alvarez Conde, le permitió “no ir a clase ni hacer trabajos” y que le
dio las indicaciones precisas para que le devolvieran el importe de las tasas y
las convalidaciones. De hecho, a Casado el máster le salió a devolver, igual
que a aquel tipo de mi barrio, el Luismi, que salía de juerga con cinco duros
y, a base de gorronear, regresaba a casa con cuarenta y un paquete de tabaco.
Por si fuera poco, el máster era presencial, por eso Casado dejaba en clase,
sentado y con un bolígrafo en la mano, un maniquí de Cortefiel que se le parece
muchísimo.
El sacrosanto
misterio de las convalidaciones se vuelve estrictamente inescrutable cuando por
un lado uno oye a Casado decir que le convalidaron 18 de las 22 asignaturas y
que las 4 restantes las aprobó presentando trabajos; y por otro lado que el
director del máster le permitía “no ir a clase ni hacer trabajos”. Estos cuatro
trabajos de Casado -que, según él, ocupaban la friolera de 96 folios- se
parecen muchísimo a los Doce Trabajos de Hércules, más que nada porque ambos
son mitológicos. De los trabajos de Casado se ha encontrado el mismo rastro que
del Toro de Creta, las Yeguas de Diomedes o la piel del León de Nemea, es
decir, ninguno. Cero pelotero.
Aproximadamente el
mismo rastro que del paso del propio Casado por la universidad, que no fue ni a
cambiar el maniquí de postura. Por no pasar, no pasó ni a recoger el título ni
el certificado de notas oficial, lo cual da una idea de lo poco que le importan
a él estas minucias. La única vez que acudió allí, al Instituto de Derecho
Público, fue cuando entregó los trabajos en mano, “a puerta fría” según su
testimonio, aunque, por lo que se conoce, los profesores, nada más recogerlos,
debieron de utilizarlos para limpiarse el culo con ellos.
A pesar de que
lleva sólo unas semanas en el cargo, Casado ya se está contagiando del estilo
humorístico de su predecesor y ha soltado un discurso en barrena que bien
podría grabarse en la cara B de Las Mejores Frases de Mariano: “Es un trabajo
doctoral para una tesis que no hice. No es un máster. No tengo el título. Tengo
ese trabajo doctoral pero no es un máster. No es un regalo algo que no se
tiene”. Para alguien que defiende la cultura del esfuerzo, el mérito y el
madrugar mucho, debe de ser desalentador comprobar que te lo han dado todo
hecho.
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