PERSONALIDAD CANARIA
JM
AIZPURUA
La pasada semana, reunidos en torno al escritor
J.A. García de Paredes y su obra #Putafamilia (fascinante irrupción en las
letras canarias; léanla), un puñado de amantes de la literatura y de la nación
canaria, nos encontramos para oír su presentación y dialogar de lo de siempre:
esta bendita patria canaria colonizada.
Lo primero que debo decir es que me asombra la
riqueza creativa de Canarias, y sus escritores y escritoras, son
extraordinarios navegantes de altura en un mar literario, mercantilizado y
asimilado al Sistema, en el que inasequibles al desaliento continúan creando
literatura y aportando un grado de intelectualidad al acervo canario.
Lo segundo es el grado de melancolía canaria, que
siempre surge cuando un grupo de canarios se miran a si mismos. Siempre hay en
ellos una falta de autoestima nacional y un triste lamento por la situación de
su tierra. Buscan en su interior las causas, sin acertar a ver que es en el
exterior, en la metrópoli, el origen, desarrollo y actual momento de la
increíble situación socio económica que se da en el archipiélago, incompatible
con su pertenencia europea.
No se
necesitan genios economistas para observar el riesgo social de su población, la
falta de proyecto de desarrollo isleño y su adscripción al turismo de monocultivo,
la despreciable política de desarrollo logístico que hizo destinar los fondos
europeos a otros territorios en donde sobran aeropuertos, les salen por las
orejas las autopistas y las tienen que refinanciar, cuando Canarias sufre de un
atraso en comunicaciones indigno de su potencialidad y su lugar en el mundo.
Déjense ya de flagelarse, canarios, y busquen
plataformas para revertir la situación, pero sin complejos, que, por su
personalidad e historia, la causa canaria tiene tanto o más soporte que la
vasca o catalana.
El mundo está siendo objeto de una nueva
revolución industrial en donde nada quedará como estaba. Canarias y sus gentes
deben sumarse al pensamiento colectivo, desde su propia personalidad, buscando
su lugar y no aceptando el que el señorito metropolitano les asigne, que
atendiendo a la historia será el último del cortijo, para regocijo de los
caciques isleños y sus peculios.
Sus complejos tradicionales, no los dejan
avanzar; cuando oyen hablar peninsular su argumento canario parece que se
desinfla. La autoestima canaria debe rebrotar en su conciencia de último de la
fila: porque no lo dejaron ocupar su sitio.
La política no ha sido un remedio para Canarias,
pero es inevitable contar con ella y elegir mejor a los representantes para una
mas justa posición canaria en el concierto internacional.
¡No me lloren; actúen!
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