WILLY TOLEDO Y LA NUEVA INQUISICIÓN
DAVID BOLLERO
Hoy
debería comparecer ante el juez Willy Toledo, acusado por injurias a dios y la
virgen (nótense las minísculas, como gesto de representación de dos personajes
ficticios). No comparecerá. Si quieren que acuda, que lo detengan. Le apoyo;
nunca lo he hecho incondicionalmente, bien lo sabe él, pero en cuestiones como
ésta siempre estaré a su lado, porque ya está bien de padecer el ridículo tan
espantoso al que nos tienen acostumbrados los Abogados Cristianos, consumiendo
inútilmente recursos de la malograda Justicia.
Mientras
vemos retrasos judiciales en causas esenciales, los Abogados Cristianos
continúan haciéndose notar con sus denuncias y querellas más propias de otro
tiempo… quizás, porque sus miembros siguen instalados en ese tiempo, tan amig@s
que son de, por ejemplo, la cruz de los caídos franquistas instalada en Vall
d’Uixó (Castellón).
Una
verdadera lástima, porque en una democracia realmente consolidada en un estado
verdaderamente aconfesional, los fines de una Asociación de Abogados Cristianos
debería ir en línea de acudir junt@s a misa más que a esta persecución contra
quienes no comparten sus creencias.
El
problema es que, tal y como está configurada la Justicia, un juez o una jueza
no puede despachar estas pérdidas de tiempo de un plumazo, y obliga a un
proceso en el que la persona, la víctima de la persecución como en este caso es
Willy Toledo, ha de perder tiempo y dinero que, posiblemente, no le será
reembolsado. Y a eso juegan, tan cristianos ellos.
Yo
me pongo del lado de Willy y, como él, reclamo más coños insumisos, y veo en
grupúsculos como los Abogados Cristianos vestigios de tiempos pretéritos que,
por mucho que anhele el Gobierno actual, no quiero que vuelvan.
Cuando
miro a Willy, como cuando escucho a César Strawberry o leo a Pablo Hasel, se
aparecen ante mí demócratas comprometidos que, lejos de querer imponer dogmas o
fe, defienden la libertad por encima de todo. Los Abogados Cristianos, a mis
ojos, son de esa calaña que usa la democracia para imponer sus creencias, y la
Justicia para perseguir a los que son piedras en su camino.
Aseguran
que entre sus fines se encuentra la defensa jurídica de la libertad religiosa,
de la vida, la familia y de todos los ciudadanos que ven lesionados sus
derechos y libertades por razón de su fe. Y, en cambio, ellos mismos son los
que persiguen e intentan lesionar los derechos y libertades de quienes no
comparten el cristianismo, de quienes reniegan y critican la interminable lista
de tropelías de la iglesia católica.
Los
Abogados Cristianos son tan esperpénticos que ni siquiera se dan cuenta de que
defender la ligertad religiosa y, al mismo tiempo, defender en el ámbito
jurídico los valores inspirados en el cristianismo son posiciones
contradictorias. Lo vemos en la lista de casos desestimados que acumulan, en
cómo por sus creencias religiosas quieren privar a las mujeres de su derecho a
decidir sobre su propia maternidad… el mismo paternalismo asqueroso, el mismo
tufo machista que durante tantos y tantos años han destilado los cursos
prematrimoniales de la iglesia que defienden los Abogados Cristianos… esos
cursos que dejan perlitas como que la mujer “ha de saber estar presente en los
mil y un detalles de la vida de cada día”, aunque trabaje, porque su profesión
“seguirá siendo ‘sus labores”.
Así
que, amigo Willy, sigue así, íntegro, consecuente y demócrata, plantando cara a
quienes dicen defender la cultura de la vida y, en cambio, actúan con la
intimidación, la represión y la imposición como su verdadero catecismo, como
una suerte de nueva Inquisición.
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