EL SILENCIO
DUNIA
SÁNCHEZ
Inclinados.
La batalla a acabado, se ha deshecho en el aliento del cansancio. En cierto
ritmo conversan con el viento que viene, calmo, alado de astros que avanzan a
la serenidad. Dos cuerpos armados, con
el rostro de sangre y sudor se sientan espalda con espalda. Una bandera blanca ondea entre ellos.
Xx:
El
silencio. El silencio….Parece que ha despertado. Pero sin embargo me disgusta
este lugar yermo de existencia. Casas destruidas y el relampagueante ladrido de
un perro. No hay nadie, solo, silencio…silencio que hace estremecer mis
entrañas, que desborda mi conciencia en remordimiento. No sé, quisiera mirar la
belleza de unos ojos que no lloren, que no estén secos, que no sean inertes en
devenir de las jornadas. El sol no vendrá, solo una bruma de pesadillas a lo
largo de los años.
Yy:
El
silencio. El silencio…se nutre de mi pecho. Estoy abatida por las inclemencias
de esta guerra ¿En qué año estamos? No. No lo sé. Todo se retuerce, todo
retrocede, todo descansa en la indiferencia, en la ignorancia, en la retorcida
mente de esos. Sí, esos…sí, sí…los que están ahí sentados con sus manos
dirigiendo nuestras pies de guerreros bestiales contra no sé quién, ni el por qué. Ahora, aquí estática miro las estrellas
difusas por cierta neblina de codicia. Siento algo detrás de mí. Pero, me
aterra este silencio. Sí, el silencio. Somos estúpidos, una manera razonar que
nos lleva a la locura…la locura de la muerte.
Xx:
Y
ahora qué. Todo ha terminado pero la nada sabotea mi entereza, nuestra entereza.
Quisiera llorar pero mis fuerzas están en un estado de vacío. Precipicios
volcándose en cada fotograma de mi memoria. Sangre y más sangre. Llantos y más
llantos ¡No¡ que el mal se aleje de mi, que se aleje de esta esfera enrarecida
y los jardines de la calma eterna se aposenten sobre mis hombros, sobre sus
cuerpos: ausentes, desnutridos, desesperanzados.
Yy:
Y
ahora qué. Quisiera tener ganas de bailar ante la reactivación de la vida, de
alguna sonrisa ¡Ven¡ ¡Ven¡ Acapara todos sentidos y hazme saborear alguna
brizna enriquecedora de paz . Correr y correr por campos donde la hierba enrede
mis piernas desfallecidas y bajo un algún árbol edificante de estas ruinas
¡Ven¡ ¡Ven¡ Mis manos se vuelven lucidas, inquebrantables ante este firmamento. Parece que vuelven las estrellas. Parece que
todo se recupera después de la oscuridad.
Verticales.
Espalda con espalda. Entre ellas, ellos una bandera blanca…muy blanca. Palomas
se yerguen ante el mañana, el mañana…Dan unos pasos y la danza por la vida, por
el existir, por la tierra comienza.
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