miércoles, 19 de abril de 2017

SERVENTÍA, por José Rivero Vivas


 
SERVENTÍA
Obra: E.18 (a.106)
José Rivero Vivas
Diana
Serventía nace con expreso objetivo de aportar esclarecimiento que logre contribuir a la comprensión de la obra señalada; de aquí su título, Serventía, paso del extraño por una propiedad ajena. De ello se trata, de andar a través de la supuesta maleza, que en parte confunde y desorienta al lector; así, en conciencia, se elegirán sin titubeos las obras consideradas prietas, aun cuando no se siga un orden riguroso, conforme a fecha de escritura o de publicación.
Esto, en parte, supone ir al encuentro de lo expuesto, en combinación con la nulidad y sinsabor de tanta vida enajenada, por causa quizá de la distancia extendida en límpida consecuencia de primera magnitud, auspiciada por fuerza de suprema condición. Enfrentado el creador al tedio que le produce la monotonía, erige su mutismo cual muralla que preserva su afán de persistir en su oficio a voluntad; ello confirma que no cupo en su mente la solicitud de transitar los jardines donde se exhibe la gloria del altivo potentado, pese al enorme fastidio de sus incondicionales en alborozo. Vaya, por tanto, adelante el autor en su celo, aunque en su proceso se interponga a media luz la luciérnaga que vela su sino.
El escrito Atrio surge como eventual aprecio, enunciado cuando aún no existía ficha técnica a través de la cual verter juicio sobre su producción. Lo cierto es que estuvo tiempo aislado, sin aparecer por las cercanías del caudaloso río, en cuyas aguas navegan los privilegiados de la historia hacia su fin natural.
No obstante, alguno vendrá, con mayor o menor acierto, a sentarse en el muro de arrimo, con propósito de observar la expansión de su arcano, consciente de su solvencia sobre la materia en liza; lo cual asevera que el artículo deviene luminosa antesala del trenzado expresivo -fundamento de su torbellino argumental-, que es fidedigna consolidación del libre quehacer del autor.
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Atrio
Consciente de su ostracismo, habrá de hallar este hombre la estela que ilustra el uso de hablar al viento, aun cuando el hecho desdibuje determinado trasunto de su persona, en constante inclinación hacia la onda incipiente erizando la superficie del lago. Luego, enfilará, de norte a sur, la avenida llena de tiendas, donde se expenden los cruces indispensables a la pertinencia de suprema estima, atesorada en el marco de especulación primaria, de igual modo que entonces, cuando la moción propugnada presuponía breve estancia, del personal electo, en los más relevantes organismos, con objetivo centrado en ocultar la pérfida tergiversación, inducida por el rumor de las llamas, lo que realza el ensañamiento y la tortura de cientos de aspirantes, tras denodada pugna por alcanzar la meta, establecida en los aledaños de la capital del estado, con expreso motivo de alterar el orden instituido, al tiempo de imponer categoría a los desmanes odiosos del proceder inicuo.
Cesa de mencionar su actividad y circunspecto resume su acopio de historias, urdidas en franca liberación de su pensamiento, según propuesta insinuada por el crítico literario, acerca del rasgo disimulado en su proceso. De hecho, aduce serio, cada obra guarda su secreto, cuyo hálito va templando a medida que toma configuración y crece. Se trata de algo intrínseco en sí, que solamente a ella concierne, y nadie, ni siquiera su autor, que es en realidad quien su intríngulis conoce, debe revelar su esencia. En el transcurso de su lectura, este misterio es susceptible de ser hallado por el lector, siempre que su aproximación sea auténtica aspiración de asir su excelencia, lo cual implica cierto gesto de humildad, equivalente a reconocimiento de su quehacer señero. 
Pero, ¿cómo gobernar tanta palabra al arbitrio de su inefable quimera? Esta es pregunta obligada en la ardua labor emprendida, singular enigma aparecido con la voz activa del eco reiterado, compuesto en diversidad tonal, opción elevada a esfera de intelección peregrina. De aquí se deduce que la escritura aplicada no es afín a nítida asunción, por cuanto no es lineal el modo manifiesto, con lo cual concluye en laberinto, como la vida misma, aunque empiece y termine en extremos dispares. Su genuina aptitud, sin embargo, después de sortear escollos de altas peñas, le permitirá avanzar por el sinuoso sendero, en la esperanza de que una estrella, fulgurando en el firmamento, vierta su luz sobre la pauta fijada, tras convulsa inexactitud de quienes ponen en duda la autenticidad de su discurso.
Desembarazado de canon se puso a novelar libremente, con ensimismado anhelo creativo, a lo que nadie objetó suspicacia, respecto de su soberanía, ligera de compromiso en su varia naturaleza, donde múltiples sucesos entretejen el relato, carente de ley adventicia en su secuencia y progreso. De lo cual se infiere que, cuando la luz es desviada hacia mundos de indefinida afectación, los mil cuatrocientos líos, desenvueltos antes de acaecido el empírico canto del poeta malhadado, súbitamente enaltecido, ponen de relieve cuanta nota hubo tomado acerca de las nupcias contraídas por aquel personaje de leyenda, aupado a la carrera ancestral como heraldo eminente de la ilustre saga por sí mismo protagonizada.
Ello viene a confirmar que la parte elaborada del mítico mensaje corresponde a juglar anónimo, autoría adjudicada mediante elucidación de tradicional ascendencia, por causa alícuota de su impronta, que es acción ratificada por cuantos fueron a la zaga de su divisa y su rango. Posterior corroboración indica, no obstante, que la narración va, sin duda, en pos de un fin, que el lector habrá de apresar a través de viva y atenta lectura. De este modo comprobará, en su momento, que muchos entusiastas vienen a contar lo que presumiblemente han captado del inaprensible lance, que no es hermético ni críptico, sino diáfano y sereno, como la propia fuente de cuyo interior aflora el elixir de su existencia.
SERVENTÍA
Obra: E.18 (a.106)
José Rivero Vivas
Abril de 2017

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