domingo, 9 de abril de 2017

MIENTE Y GOBERNARÁS



MIENTE Y GOBERNARÁS
POR: EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO

La importancia del simulacro, devenido en mentira, cual paleo-mito escindido, radica en los perjuicios que ocasiona en la comunidad toda. Sin ellos no importaría la contundencia, en el accionar de la mentira instalada en la existencia de las comunidades por gobernantes mitómanos, que la han asimilado cual forma de vida, sin lugar para el planteo inicial de alguna verdad que anularía cual golpe constitutivo de discontinuidad, el accionar de esta mentira.

En la “Comunidad de la mentira” el intelectual debería tener un rol esencial, en su tarea irrenunciable de instalar la voluntad de la verdad; me resulta paradójicamente muy difícil definir a este mismo “intelectual”, con sentido de ser, portador de ideas y conductas a seguir por una población que se debate en un estado de inseguridad ante el simulacro como norma de vida.

Doy un ejemplo más que suficiente para avalar mis conceptos, me refiero puntualmente a la marcha del pasado 1º de abril llevada a cabo por unos “fans” de Macri, enfundados en el eslogan “Marcha por la democracia”… con rostros enrojecidos por el odio, la ira, el resentimiento, sed de venganza, que en magras frases balbuceaban ante los micrófonos de medios que relevaban este espeluznante acto: “…desaparecieron todos los que debían desaparecer”, vociferó una mujer,  “a los zurdos ni olvido ni perdón” y en fin… más que marcha por la democracia parecía una marcha reivindicadora de la dictadura, el fascismo autoritario y opresor. Los que marcharon en “defensa de la democracia” no nos matan aún porque “no les bajaron la banderita”. Si la circunstancia lo permite, no dudo lo harían…descangallados y resentidos, grasas jamás asumidos como tales, psicópatas y parásitos, sin ideas o ideales que los motiven a llevar adelante un programa de vida feliz y con ánimos incluyentes.

No soy K, no soy peronista, ni radical, neoliberal, menos monárquico. Sólo soy un humanista que aboga por la libertad, la verdad aún a riesgo de mi vida, la solidaridad y la fraternidad. No adhiero a Macri y Cía. por muchas razones. En varias editoriales, puntualmente y explícitamente expresé mi sentir y parecer sobre este personaje que espantosamente rige los destinos de Argentina. Incapacidad, especulación, mitomanía, megalomanía, narcisismo, ausencia de pluralismo. Fanático de tendencias imperiales que degradan nuestro destino como nación, decenas de causas judiciales archivadas en temas de contrabando, escuchas ilegales, evasión impositiva, Panamá Papers, etc. Sumo a las corporaciones mediáticas de la dictadura que esconden sus negociados espurios, comentando logros inexistentes de Macri y Cía. mientras difaman e injurian de manera patológica la gestión del gobierno anterior, como fuente de todas las desgracias que soporta Argentina. Hace un año y medio ha asumido procesado Macri, no lo olvidemos, y un millón y medio de pobres se suman a los existentes, cientos de miles de trabajadores despedidos, fábricas cerradas y las regalías para los de siempre, los parásitos oligarcas paleos y neos, que se llevan el botín.

Comunidad la argentina huérfana de un “tiempo sin tiempo”, donde el poder simulado en democracias “de la diferencia” abandonan a su suerte a un pueblo que debe experimentar la atroz consecuencia de vivir sin justicia, bajo la mirada falaz de los medios de comunicación junto al imperio de las redes sociales. Futuro calculado de llegar a ser esclavos de un materialismo ilusorio, en un mundo donde el capitalismo impuso su criterio, y la gran mentira de la simulada izquierda progresista y la derecha liberal, accionan a destajo ante el temor de pueblos sojuzgados.

Creo que el método del intelectual relativizador del accionar criminal del poder, consiste también en calcular una justa irrupción de la verdad: “debe decir lo que se cree que no debe decirse”. Hoy, cuando me refiero a la figura del intelectual hablo de aquellos que, más allá de toda profesión, ejercen un discurso público y opinan sobre los grandes temas de un mundo que se debate entre la mentira y el poder de quienes la imponen e instalan.

En la democracia procedimental en plena vigencia, la lógica de la exclusión funciona concentrando el poder político y económico en muy pocas manos. Así los funcionarios cuando renuncian o son destituidos no se retiran, como antaño, a sus casas, sino que son reubicados en otros puestos con ingentes ganancias, cumpliéndose así el principio que dice: a mayor privatización de la riqueza, mayor socialización de la pobreza.

No idealizo cambios, solo presiento. Y los presentimientos con bases sólidas operan como aventadores de rutinas, prejuicios y miopías en planos generales del pensamiento, poniendo en juego valores congelados en los escaparates de los ideales perdidos.

Este desarraigo brutal del régimen político por antonomasia de nuestros días provoca contradicciones tremendas que se manifiestan como injusticias flagrantes y permanentes ante la cual, los perjudicados, que son las grandes mayorías, sólo les queda la resignación o la reacción violenta. Existe también una tercera vía, mucho más árida, lenta y esforzada, que es trabajar en la formación de cuadros políticos munidos de convicciones axiológicas. Una tarea eminentemente metapolítica.

Resulta inconcebible que groseros alcahuetes conductores de TV ocupen los espacios otrora destinados a verdaderos periodistas y teóricos de la cultura política; que el narcotráfico este instalado en todos los estadios sociales del mundo; que la prostitución de niñas se haya convertido en una mal endémico; que los pueblos acepten la corrupción como una rutina natural y asimilada a las tradiciones; que las guerras inventadas tengan espacio, con miles de muertes de civiles, niños y mujeres incluidos y que solo ocupe un “copete de medio, si es que lo ocupa; que el hambre siga existiendo, produciéndose un 75% más de alimentos que la humanidad consume; que los peores ocupen sitiales de honor; que se fabriquen trayectorias de héroes inexistentes; que se aniquile la dignidad y la nobleza; que en los tribunales se juzgue solo a los marginados y se acepte la mentira y lo falaz; que las nuevas generaciones estén destinadas a la exclusión y la ausencia de horizontes y librados a su suerte; que la diversidad sea motivo de discriminación, para quienes no se asimilan al decreto del pensamiento único.

Ante la desmesura y el fanatismo de una humanidad asimilada a las prácticas prostibularias de un sistema degradado y con patologías severas en comportamientos, modos y maneras, deviene un amancebado y anestesiado ciudadano del tercer milenio que marcha con placer a su exterminio.

Ante este paisaje, no puedo menos que anunciar un final de juego. El ajedrez que se ha humedecido, sus piezas han caído, y las líneas del tablero se han borrado.
 

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