domingo, 23 de abril de 2017

“IMPERIO DEL KITSCH”



 “IMPERIO DEL KITSCH”
POR: EDUARDO SANGUINETTI
, FILÓSOFO

En un mundo sin confrontación real de las ideas, sin prensa independiente, en un mundo sin memoria, este editorial constituirá, quizás, un buen golpe constitutivo de discontinuidad, una larga experiencia de censura, de renunciamiento, de exilio interior, me hacen no poder dejar de abarcar ciertas cuestiones esenciales que hacen a la construcción de la cultura y su eliminación, si esta no se asimila a los beneficios de inventario de un sistema prostibulario, explotador y genocida.

Se torna indispensable hablar directo y sin justificaciones para describir como un intelectual está condicionado en este planeta, como se le quiere imponer el silencio cuando sus ideas, su obra, su vida misma son molestas para el poder de los estúpidos, la justicia criminal, la avidez plutocrática-cleptocrática y pequeño burguesa, la corruptela política en todas sus vertientes, esclava de transnacionales infectas, la genuflexión de los intelectuales a sueldo.

El resultado es muy claro: el repliegue a una posición anárquica, cuya intensidad afectiva puede volverse inquietante. Esta serie de exilios, esta posición marginal del discurso, determinan una poética y una patética del intelectual independiente (tal mi caso). Una poética nutrida de estremecimiento frente a una realidad que intentan transformar los mensajeros de lo vacuo, de la simulación, de la cobardía, de la codicia, de la farsa… Y de la ausencia de verdad y libertad… Todo se ha igualado por decreto.

Bastan unos años para individualizar las características del nuevo “sistema” que se ha venido soldando, esto es, demarcar la negligente autocomplacencia de los recién llegados de espacios farandulescos, haciendo uso de un calculado provecho comercial y capitalista de “maneras” y “manías” que resultan “simpáticas”, de una desmesurada avidez de alabanzas sistemáticas de los que conforman el espectáculo insano y mediocre de la degradada cultura del Río de la Plata, que son réplica de las tendencias promocionadas desde el imperio.

¿Con qué finalidad? Deviene lo anterior en una cobarde y oportunista intolerancia frente a cualquier manifestación original, en todas las expresiones que conforman la cultura o del disentimiento crítico sustentable, con apoyo teórico idóneo que representa el “peligro” de una discusión seria de poner en juego algunos valores.

Una irritada malevolencia y oportunismo de mercaderes, ajenos a todo lo que desde el origen ha construido la historia de la cultura y el riesgo que implica hacerlo. Mercaderes que bajo la máscara de fundaciones, ONG y demás artilugios, saben hacer buenos dividendos en el degradado mundo de la cultura de nuestros días, con la enorme hueste de mediocres operadores a sueldo, siempre al servicio de la causa del lavado y de arrodillarse ante el altar del capital y sus psicópatas manipuladores.

Mercaderes de la subcultura que condenan a la comunidad complaciente, con anuencia de la clase política, a ser penetrados por productos biodegradables y a perderse en el juego de alusiones y alejarse para siempre de la creación estimulada, propuesta por los “talentos”, hoy exiliados del mundo de la cultura, quienes adelantan, bajo cualquier forma, ideas, estímulos o propuestas de carácter artístico, aún no comercializados.

Milan Kundera en su célebre novela “La insoportable levedad del ser” nos dice: “Nadie ignora que la mierda es kitsch y la salida de esta mierda, es el ano, instalado entre las nalgas, que conforman el culo…en fin, creo que la mierda lo cubre todo y los culos, actúan de panóptico…justifican toda la instancia escatológica, en la que se debate este mundo. Si hasta hace poco la palabra mierda se reemplazaba en los libros por puntos suspensivos, no era por motivos morales. ¡No pretenderá usted afirmar que la mierda es inmoral! El desacuerdo con la mierda es metafísico. De eso se desprende que el ideal estético del acuerdo categórico con el ser es un mundo en el que la mierda es negada y todos se comportan como si no existiese. Este ideal estético se llama kitsch”.

Kitsch es la tendencia predominante de todos los que dictan y rigen en el planeta, lo vemos de manera concreta, por ejemplo, en Macri, presidente de Argentina, con sus falacias y torpezas inocultables, en intento de transmitir “algo”, en sus vacuos y banales “discursos”, “volando a lo chajá”, reprimiendo, violentando a una comunidad, ya de por si temerosa y avara de sus placeres, que soporta lo insoportable en nombre de ningún sentido.

Pareciera que dichos modos se asimilan a maneras y modos de una comunidad que marcha inexorablemente a la degradación del lenguaje, sin mediar metáforas de “paños fríos” que se utilizan dentro de un marco de compulsión intencionada, que se proyecta sobre una dimensión espectacular: el sentido de pertenencia, ausente, a una comunidad que sin dudas ha perdido el sentido de la relación y el diálogo.

Meditando en armonía, manifiesto sin dudarlo, que la negación absoluta de la mierda deviene en el “kitsch”, vivimos en una comunidad kitsch, un vacío perfecto, negadora de toda la mierda de la que estamos compuestos, cual especie orgánica somos deshechos biodegradables, mierdas perfectas, mal que le pese a quién le pese.

Hacemos metafóricamente mierda lo que encontramos, en concreto, nosotros somos una perfecta mierda, como prefieran, concreta y de la densidad que se desee, acorde a nuestra nutrición, o a lo que comemos en el día a día… tener deposiciones inteligentes, nos da la posibilidad, de reciclarnos en mierda puramente genial, absolutamente orgánica… sólo para ecologistas, los verdaderos brindarán, los advenedizos, sólo mirarán para otro costado y se taparan la nariz, y luego abundaré sobre la historia del papel higiénico, ese recuerdo de árbol que es un rollo de papel higiénico, no hablo de los del inicio, con astillas, duro ¿no?, y de afianzarse, daremos el paso al futuro, en sentimiento y conocimiento de ser sólo mierdas degradables, reciclables, realmente ecológicos, auténticos soretes, de serlo y saberlo, nos elevaremos sobre 50 siglos de farsa, nada mejor que comenzar desde el inicio, creo ayuda a que caigan máscaras. Todo en la vida, hoy, es sangre, mierda, baba y espuma, quien no lo sienta así, le bastará aguardar unos años y ver de frente el final, en un instante un alud de imágenes le vendrán y dirá, ¡mierda, qué simple era todo!

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