LA MÚSICA, COMO PORTADORA DE ALEGRÍAS
ESCRITO POR FRANCISCO SANZ
¿es la guardiana de la moral?
Para hacer que
las zonas pública y privada, demoníacamente mezcladas por la verborrea, puedan
confrontarse dialécticamente y permitir el triunfo de la humanidad real hace
falta saber distinguir, como los poetas. ¡La poesía! En ella, al igual que la
verborrea sella la esclavización del lenguaje por la estupidez, se sella la estupidez
por medio de la música. Que pueda desconocerse la estupidez de la belleza
femenina era para Kraus la mayor de las ignorancias, pues ante esa belleza
deslumbrante se evaporan las quimeras del progreso.
“Entender lo “efímero” como la verdadera
actualidad. Una vieja leyenda talmúdica dice que los ángeles son creados
(cantidades ingentes de ángeles nuevos a cada instante) para, una vez que han
entonado su himno a Dios, terminar y disolverse ya en la nada. Lo efímero entendido como la actualidad que se
conformaría en la presencia de Dios, que por ello sería verdadera. Angelus
novus”. Lo que nos enseña la doctrina del acontecimiento es que todo el
esfuerzo consiste en seguir sus consecuencias, no en exaltar su ocurrencia. Así
como no hay héroe del acontecimiento, tampoco hay quién lo anuncie
angélicamente.
El disparate sin duda es verdadero, la
estupidez es bella, la debilidad es buena. En tanto que el lenguaje habría sido
sin duda rigor judicial y violencia divisoria, se reconvierte por la poesía en música
y la música en evasiva, es objeción y aplazamiento. La música, como portadora
de alegrías, ¿es la guardiana de la moral? “Salgo solo a entregarme a mi
insólita esgrima/ husmeo en los rincones el azar de la rima/ tropiezo en las
palabras como en el empedrado/ y a veces doy con versos largo tiempo soñados”.
Como un ángel desbocado también anda el
poeta a la caza de una metáfora que ahora acaba de doblar una esquina,
ensamblando allí unas palabras, pervirtiendo algunas frases hechas, enamorado
de las semejanzas, abusando felizmente del quiasmo, buscándose aventuras
incesantes, con el placer y el tormento de acabar, impaciente y vacilante
siempre. Gracián dirá de la agudeza que confiere el título de águila a quién la
advierte y el de ángel al que la produce.
“¿Quién, si yo gritase me oiría desde los
órdenes angélicos? Y suponiendo que un ángel me cogiese de repente contra su
corazón: me desharía por su más fuerte existencia. Porque lo bello no es más
que el comienzo de lo terrible, ese grado que todavía soportamos; y lo
admiramos tanto porque como al desgaire desdeña aniquilarnos. Todo ángel es
terrible”. Para hablar con propiedad,
deberíamos distinguir entre: Serafines,Querubines,Tronos, Dominaciones, Virtudes,
Potencias, Principados, Arcángeles y Ángeles. Estos últimos son los encargados
de los asuntos humanos. Incentívere, Escónditur, Revelatio, los ángeles del
enigma. Nullius, Anonadatis, Noseris, Terminatio, los de la muerte
Supongo que ante todo hay buenos y malos
ángeles. El distraer a alguien que está ensimismado. Te habías quedado
encantado, le dices, pasando por alto que quizás estaba en contacto con su
ángel bueno. Algo odioso en Oriente. Para malos el de la Apocalipsis dice
levantando su mano hacia el cielo: “No habrá más tiempo”, parece aplicarse a la
música a partir de un determinado momento, cuando pudo dejar que tener que
ajustarse a una métrica invariable. Si fuera cierto que los ángeles desean con
lujuria a las mujeres de la tierra, no es de extrañar que San Pablo pidiera llevar
un velo sobre sus cabezas, por causa de los ángeles. En otra epístola previene
sobre la adoración de los ángeles, dando a entender que para ciertas cosas, no
hay diferencia entre ellos y los demonios. Jung en uno de sus últimos libros
dice que la obsesión por los platillos volantes (vistos realmente,
objetivamente existentes) es una necesidad inconsciente de volver a contemplar
la aparición de lo sagrado: de ser testigos de verdaderas y auténticas
teofanías, si por lo menos de
hierofanías. En suma, las apariciones, según esto son sustitutos de los
ángeles.
Al final dice el poeta: “Como una herramienta
gastada, carecía de todo/ sentido mi cuerpo./ Me habían dicho lentamente las
palabras terribles:/-Estás muy enfermo./ Ya me sentía separado de los demás por
un muro/ de sufrimiento./ Como las rejas de una cárcel mi cama tenía/los
barrotes de hierro./ Trompetas finales sonaban en la noche/ sin luz y sin
sueño./ Los ángeles blancos partían y venían volando/ los ángeles negros”.
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