martes, 5 de marzo de 2013

VICIOSO CIRCULO. L.Soriano


VICIOSO CIRCULO.
L.Soriano

La asombrosa aunque inexacta cifra de paro reconocida, hace que de nuevo y aunque les suene repetido, me ocupe de esta sinrazón, que es como un empecinamiento. Quieren hacer tortillas sin romper huevos, un funeral sin muerto y un bautizo sin niño. Todo Light. Porque si no se corre el riesgo de hundir intención de voto, aunque por no hacerlo se hundan a familias enteras que están formadas por seres humanos de verdad. La indecencia se ha instalado en la clase política, es un hecho ya que todos los que participan, colaboran, esconden, protegen o no denuncian, son iguales o peores. Y esto es porque nosotros estamos así por lo que sabemos que han hecho, y si hubiese regeneración deberíamos saber también lo que no sabemos, que será mucho mayor.

Uno de los principales errores de la esperpéntica transición, ahora ya no discutido este asunto, es que las “odiadas” medidas franquistas, derechos y privilegios, dados de forma colectiva, nunca de forma individual, no fueron abolidas con las demás leyes. Esto no gusta oír pero me da igual porque me da lo mismo. Puestos a derogar y abolir todo rastro franquista, cuando llegamos a lo que nos conviene, lo prohijamos. Los derechos y las prebendas franquistas, subsistían y funcionaban en el autárquico régimen muy bien. Como no hubo franquismo sin Franco, sus políticas sociales, ¿porque iban a sucederle? Porque les convenía a los sindicatos y a los renacientes partidos. Vamos, más claro, cristalino. Ni quitamos las dobles pagas, algunas muy altisonantes, ni quitamos todas las vacaciones y fiestas de cada Provincia, pueblo e incluso calle. Dejamos decenas de canonjías, privilegios, extras, proporciones, despidos, indemnizaciones, garantías y “manías” sindicales, que, repito, solo servían para que el régimen declarar ser  mas social que los rusos, y para que Solís y Jiron, se pavonearan de lo que conseguían los “verticales”. Y dado que el sistema fiscal aplicado por el Régimen que era austero, muy austero, se soportaba bien ya que se salía de una guerra propia y de la mundial, las gentes estaban acostumbradas a dar y pedir poco a cambio. Estábamos contentos de que hubiese paz, trabajo y algo de Sanidad. Y eso sí, muchos, muchísimos derechos colectivos.                                                                                           Pero hete aquí que llega la horda política y poco a poco, va sustituyendo Nación por Estado, concentrando poderes y creando una raza Funcionarial-Política. Raza que cada vez necesita más alimento para sus insaciables calderas. Todo se negocia a golpe de millones, ya de euros. Los votos, los apoyos, los problemas, las corrupciones, los incrementos de gastos y costos, la hipopotámida administración de enchufados, que por cierto, no saben cuántos hay de verdad y menos en el extranjero. Si miraran quienes cobran lo sabrían, porque cobrar, cobran. Total un disparate. Pues bien, llegados los impuestos al límite del paroxismo, imposible conjugarlos y compatibilizarlos con los derechos colectivos. Nuestros impuestos son de los más altos del mundo, a título individual, porque si es a título comparativo estaríamos muy alejados de segundo más tasado. Y no digo si se compara con lo que recibimos a cambio. Además la indefensión fiscal que padecemos se produce porque las necesidades de las más peregrinas megalomanías de los políticos necesitan ser satisfechas. Y así “hay que recaudar” es el lema, aunque se lleven por delante al país, a los ciudadanos, a las empresas y a los trabajadores.              Y mientras, el grueso de los trabajadores por cuenta ajena, que aun trabajan tienen sus “derechos” jurasicos completos, los nuevos no tienen ninguno. Y subvencionarlos es hundir más a las empresas que se mantienen, por la competencia desleal que les hace las que se benefician de las “ayudas”. Ayudas además enmascaradas con absurdas denominaciones y que una vez acabadas, suelen terminar con la empresa que se origino con ellas. Entonces, convendrán conmigo que de este círculo vicioso se sale mal. Contratar con las condiciones de los que están trabajando hace años no será posible, y lo que más bien ocurre y ocurrirá es que cada euro que recaude un empresario le servirá para aprovechar el hueco que pueda para despedir a los más caros de suprimir y mantener. El paro seguirá creciendo en desangre total, con lo que la recuperación se aleja, en vez de producirse más o menos de golpe, y remontar enseguida desde ese suelo. El desplome es además cosa poco probable porque muchas empresas necesitan trabajadores, solo quieren que les cambien las reglas del juego, porque el Estado les ha cambiado las suyas. Ahora pretenden recaudar unos porcentajes que añadidos a los costes laborales en todas sus cuantías y obligaciones, hacen que sea preferible cerrar y pedir dinero, que producir y contribuir.
 A reflexionar.

Reflexiones L. Soriano





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