martes, 19 de marzo de 2013

MI PATRIA ES DE UN ALMENDRO…, por Graciliana Montelongo Amador


EL VUELO DE LA PARDELA.

MI PATRIA ES DE UN ALMENDRO…

Graciliana Montelongo Amador

Hace unos días  la asociación cultural  Desde la Sombra del Almendro, me invitó a participar en un homenaje a  Don Nicolás Estévanez y Murphy,  con motivo del 175 aniversario de su muerte. Un homenaje merecido a este ilustre canario.  Un hombre que siguiendo los pasos de su padre se hizo militar. También fue político republicano, escritor, traductor, periodista, historiador y poeta.  Defendió  los derechos de los hombres. Fue gobernador civil de Madrid y ministro de guerra durante la república, en 1873. Luchó por la autonomía de  Cuba y de Canarias. Cuando se enteró por un amigo de que Secundino Delgado  estaba encarcelado en Madrid no dudó en ir a visitarlo. Un hombre coherente con sus actos, justo lo que hoy necesitamos. Personas que no engañen, ni roben al pueblo. Canarias y los canarios  tenemos  una deuda pendiente con él. Con sus versos unió las islas.  En uno de sus poemas escribió:

Mi patria no es el mundo,
mi patria no es Europa,
mi patria es de un almendro
la dulce, fresca e inolvidable sombra.

Regresando al homenaje, se realizaron dos actos, uno celebrado en las Palmas, lugar de  nacimiento   y el  otro en Tenerife,  en el Centro Ciudadano de Santa Mª de Gracia en  La Laguna, el más cercano a  su casa,  donde pasó la infancia y parte de su juventud. La casa ahora está siendo restaurada.  Allí bajo la sombra del almendro en el jardín, contempló los primeros amaneceres de su vida, hasta que tuvo que partir siendo un adolescente. Algunos  años más tarde  por aquellos lugares  también crecí yo. Caminé por el mismo sendero. Compartí  la misma sombra…  Fue  un honor para mí  escribir algo  para él:


Palabras para Don Nicolás.

Cambia de rumbo el viento.
Regresa el verano y el almendro
agita las ramas verdes.
Anunciando la llegada del fruto,
anunciando la llegada de Nicolás.
Bajo su sombra cobija al niño,
que esparce la mirada al cielo.
Y se pierde entre las nubes blancas,
dibujando  poemas, en el pensamiento.
Juntos comparten  la aurora, los atardeceres,
 y las noches habitadas de estrellas.
Hasta que un día, el niño, abandona el jardín.
 Marcha  a  tierras lejanas.
 Atrás deja las islas  canarias,
atrás deja  la  infancia.
Creció lejos.
Siguiendo los pasos del padre
se convirtió en militar, en
político  y republicano.
Defendió sus ideales por los que luchó,
 hasta su muerte.
Pero Nicolás también era  poeta.
Y en soledad  escribió  versos.
 Añoraba  a sus islas,
a su casa de Gracia, al jardín…
A su árbol, el almendro.
A las montañas, al viento,
al cielo de un azul intenso

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