EL VUELO DE LA PARDELA.
MI PATRIA ES DE UN
ALMENDRO…
Graciliana Montelongo Amador
Hace unos días la asociación cultural Desde la Sombra del Almendro, me invitó a
participar en un homenaje a Don Nicolás
Estévanez y Murphy, con motivo del 175
aniversario de su muerte. Un homenaje merecido a este ilustre canario. Un hombre que siguiendo los pasos de su padre
se hizo militar. También fue político republicano, escritor, traductor, periodista,
historiador y poeta. Defendió los derechos de los hombres. Fue gobernador
civil de Madrid y ministro de guerra durante la república, en 1873. Luchó por
la autonomía de Cuba y de Canarias.
Cuando se enteró por un amigo de que Secundino Delgado estaba encarcelado en Madrid no dudó en ir a
visitarlo. Un hombre coherente con sus actos, justo lo que hoy necesitamos. Personas
que no engañen, ni roben al pueblo. Canarias y los canarios tenemos
una deuda pendiente con él. Con sus versos unió las islas. En uno de sus poemas escribió:
Mi patria no es el mundo,
mi patria no es Europa,
mi patria es de un almendro
la dulce, fresca e inolvidable
sombra.
Regresando al homenaje, se realizaron
dos actos, uno celebrado en las Palmas, lugar de nacimiento y el otro en Tenerife, en el Centro Ciudadano de Santa Mª de Gracia
en La Laguna, el más cercano a su casa,
donde pasó la infancia y parte de su juventud. La casa ahora está siendo
restaurada. Allí bajo la sombra del
almendro en el jardín, contempló los primeros amaneceres de su vida, hasta que
tuvo que partir siendo un adolescente. Algunos
años más tarde por aquellos
lugares también crecí yo. Caminé por el
mismo sendero. Compartí la misma sombra… Fue un
honor para mí escribir algo para él:
Palabras para Don Nicolás.
Cambia de
rumbo el viento.
Regresa
el verano y el almendro
agita las
ramas verdes.
Anunciando
la llegada del fruto,
anunciando
la llegada de Nicolás.
Bajo su
sombra cobija al niño,
que
esparce la mirada al cielo.
Y se
pierde entre las nubes blancas,
dibujando poemas, en el pensamiento.
Juntos
comparten la aurora, los atardeceres,
y las noches habitadas de estrellas.
Hasta que
un día, el niño, abandona el jardín.
Marcha
a tierras lejanas.
Atrás deja las islas canarias,
atrás
deja la
infancia.
Creció
lejos.
Siguiendo
los pasos del padre
se
convirtió en militar, en
político y republicano.
Defendió
sus ideales por los que luchó,
hasta su muerte.
Pero
Nicolás también era poeta.
Y en
soledad escribió versos.
Añoraba
a sus islas,
a su casa
de Gracia, al jardín…
A su
árbol, el almendro.
A las
montañas, al viento,
al
cielo de un azul intenso
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