jueves, 28 de marzo de 2013

FRANCISCO I, UN PAPA NATURAL


FRANCISCO I, UN PAPA NATURAL

EDUARDO SANGUINETTI
FILÓSOFO RIOPLATENSE
Y si a pesar de todo se elige vivir (o sobrevivir), se detesta la cobardía de la gente y sobre todo al mundo armado a medida y en beneficio de unos pocos, al que se denuncia en todos los tonos, en nombre de la libertad de expresión o del libre albedrío, advirtiendo las influencias nefastas de todo aquello que se vuelve absoluto, rígido y sombrío, en un orden establecido que llega a proferir la conocida blasfemia de Proudhon: “dios es el mal”, ante los holocaustos cotidianos, la indolencia de las comunidades religiosas, que descreen lo que suponen superado y la permanencia de la inercia en estado de voluntad de la Academia del mal, cual metáfora del demonismo.

El mundo pareciera que son los demás, organizados para vivir “la porquería universal”, devenida, hoy, en el cristianismo, donde la moral ni la religión están en contacto con la realidad, en sus causas imaginarias (Dios, el alma, el albedrío no libre), con efectos imaginarios (el pecado, la salvación, la gracia, la expiación, el perdón de los pecados) y al fin una teología imaginaria (el reino de Dios, el juicio final, la vida eterna).

Donde reina “el destripe” es peligroso dar prueba de amor o simplemente de dignidad o valor. Por el contrario, las comunidades aprenden que para salvar el pellejo hay que mentir, reptar, engañar y, si es necesario, matar en nombre de la existencia imaginaria que propone la religión católica, hoy en plena vigencia y tendencia, ante la elección de un nuevo papa instruido en la orden de los jesuitas, fundada por San Ignacio de Loyola. Bergoglio o Francisco I nació en Buenos Aires, Argentina; primer papa del continente americano con un estilo de vida sencillo, similar al de José Mujica, se dice, ha contribuido a sumar adhesiones a la reputación de su humildad, renunciando a la residencia de lujo episcopal, vivía en un pequeño apartamento, utilizaba transporte público y cocinaba su propia comida. Le gusta el tango, la ópera y el fútbol; es hincha y socio del club San Lorenzo de Almagro.

Pareciera que hoy reina un solo mandamiento dentro de la moral capitalista “demoníaca”, en cuanto institucionalización del mal y la indiferencia, convertidos en dogma de ninguna fe, que rige el planeta: “Sean Cobardes y Simuladores” pero, con naturalidad…”. A pesar de esto, pero no por esto, asistimos a una situación de crisis absoluta de los valores: una absoluta crisis de lo absoluto. Para unos, síntoma infernal de la confusión del mundo, el demonio y “la carne”. Para otros, realización del paraíso de la igualdad, la fraternidad y la libertad. Finalmente, para todos, un flujo irreversible de acontecimientos cuya flexibilidad no consigue ocultar su extremo rigor.

Referir la situación actual, con la elección de Francisco I, a la metáfora del demonismo es una prevención, un paso más allá de las ingenuas, oportunistas y absurdas soluciones que intentan asignarle al nuevo y quizás último papa. Pues la resurrección de dioses y demonios crece cuanto crece la incertidumbre. En ella afloran al mismo ritmo todo tipo de creencias y descreencias, que crecen en su propio ocultamiento.

No tengo optimismo como tampoco vitalismo. Si pensamos que en la filosofía contemporánea hay posiciones mortuorias en vez de vitalistas, diría que son las fundamentales. La actitud represiva, como negación de la naturaleza, sólo puede organizarse sobre la muerte y el miedo, contra la sumergida y oscura moralidad de los acontecimientos.

Es hora de salir del miedo y la timidez del gozne, construyendo un gran relato con verdad de la historia, en teoría y acto. Hoy recomienza el tiempo de una narración, del proceso de liberación aún pendiente, pues todos estos elementos construyen ese mosaico sobre cuya base se puede volver a contar una historia de liberación que es absolutamente necesaria, ante la crisis del sentido y la realización del simulacro como modo de vida.



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